Del Fondo al fondo
Tan acostumbrados estamos a los escándalos sin consecuencias de los gobiernos de la llamada “Transformación”, tan arrogantes son los discursos oficiales y tan faltos de mesura algunos funcionarios, que comentar en detalle nuevas declaraciones irresponsables y grandilocuentes puede parecer ocioso o sólo favorable a la trampa gubernamental de distraernos con baches mientras el país va de socavón en socavón. Las recientes declaraciones y decisiones de Paco Ignacio Taibo, sin embargo, no pueden dejarse pasar como un desplante o signo de soberbia o misoginia más, porque no se trata sólo de un escritor de novelas policiacas sino del director del Fondo de Cultura Económica, la otrora prestigiada editorial del Estado, pagada hasta hoy por nosotras/os contribuyentes.
Entre otras ocurrencias, Taibo dio a entender que la colección “25 para el 25” privilegia a escritores porque ellos fueron más relevantes en el llamado “Boom” y que incluir más escritoras entonces sería imponer una “cuota”.
Además de demostrar que no ha leído los estudios de los últimos treinta años sobre los aportes de las escritoras latinoamericanas excluidas del “Boom”, lo que explicaría la exclusión Elena Garro o el ninguneo de poetas como Cristina Peri-Rossi o Gioconda Belli, cuya poesía transgresora ha sido reconocida por su originalidad y calidad creativa, las declaraciones incendiarias de Taibo confirman tanto su sesgo androcéntrico como su capacidad de manipular a la opinión pública.
Por ejemplo, mientras nos centramos en esta reiterada manifestación de “machismo” cultural, el director del Fondo conforma un peculiar catálogo de literatura hispanoamericana para obsequiar a la “juventud estudiosa de América” con obras que, contra lo que podríamos suponer, no representan ni lo mejor de los autores seleccionados, ni la diversidad y excelencia literaria de las/los elegidos. ¿Qué comité asesor colaboró con el nuevo Maestro de América? ¿Bajo qué criterios se diseñó este nuevo Canon Cuatroteísta? Si se trataba de incluir textos sobre revoluciones, ¿por qué no Cartucho de Campobello? Si de promover a García Márquez o la crónica, ¿por qué no Relato de un Náufrago o Miguel Littin…? Si de incluir a cuentistas mexicanas, ¿por qué Dueñas y Dávila y no Arredondo o Garro? Podemos aplaudir el reconocimiento de Alaide Foppa y Nona Fernández pero, de nuevo, ¿cuál fue el criterio?
Otro sesgo patente del vocero del gobierno y de su (no) política cultural es la maniática pretensión de “hacer Historia”, ahora como dadivoso Hermano Mayor de las hermanas repúblicas, cuando el presupuesto para Cultura es raquítico y nada garantiza el éxito de esta Magna Cruzada, carente de estrategias probadas de impulso a la lectura. No parece casual que la anunciada distribución gratuita de libros “más grande de la historia” nos recuerde los inconmensurables proyectos de Echeverría y López Portillo, admiradores de sí mismos de triste memoria. Esta regresión en el campo de lo simbólico remacha la que vivimos con la desaparición de los organismos autónomos y del poder judicial independiente.
Esta nostalgia oficial por los años 60 y 70 nos lleva también a preguntarnos por qué la “austeridad republicana” sí rige para Salud, Prevención de la violencia o la Cultura misma, pero no para los caprichos de un funcionario que confunde la editorial del Estado con su biblioteca privada y que, como de paso, ignora el bienaventurado discurso presidencial del “Tiempo de Mujeres”. Podemos preguntarnos también por qué la presidenta mantiene en su cargo a este individuo y por qué, en vez de cuestionar su catálogo, propone crear una “Biblioteca de Mujeres” cuando ya existen fantásticas colecciones que reconocen a grandes escritoras y excelentes obras.
El Fondo de Cultura Económica no es cualquier editorial o imprenta. Fue fundado en 1946 con un propósito educativo y cultural innovador, de cara al futuro. No respetar siquiera el sentido de innovación y creatividad, el profesionalismo con que se fomentó la pluralidad en las colecciones, ni la dedicación a los libros que hicieron del Fondo una gran institución, es una pata(na)da más al ámbito cultural mexicano.
