Lula busca un cuarto mandato en Brasil, ¿cómo le ha ido en los primeros?
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El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó el jueves que se presentará a la reelección el próximo año, en busca de un cuarto mandato.Durante una visita de Estado a Indonesia junto al presidente Prabowo Subianto, Lula afirmó que sigue lleno de energía a pesar de su edad. “Tendré 80 años, pero tengo la misma energía que tenía a los 30 años. Me presentaré a un cuarto mandato en Brasil”, comentó.
Los primeros dos gobiernos de Lula (2002-2010)
Su actual mandato termina a fines de 2026. El líder izquierdista ya ha ganado tres elecciones presidenciales: en 2002, 2006 y 2022. Lula ya había insinuado más temprano en el año una posible candidatura a la reelección, pero no llegó a hacer un anuncio formal. Sus últimas declaraciones se producen un año antes de los comicios de 2026. Aún no está claro quién será su principal rival. El expresidente Jair Bolsonaro, que perdió frente a Lula en 2022, no puede presentarse debido a sentencias del tribunal electoral y fue condenado recientemente a más de 27 años de prisión por un supuesto intento de golpe de Estado. Bolsonaro niega haber cometido delito alguno y afirma que se postulará. Ante la inminente cuarta candidatura presidencial del mandatario, hacemos un balance sobre sus sus gobiernos. El balance de Lula, de acuerdo con el Barcelona Center of Internacional Affairs (CODAB), entre 2002 y 2010, Brasil experimentó un robusto crecimiento económico acompañado de estabilidad financiera más un avance histórico en el terreno social, con millones de ciudadanos rescatados de la pobreza y llevando a las clases medias trabajadoras con medios para consumir gracias a los programas de providencia del gobierno. En su agenda reformista confluyeron los ajustes promercado, la consolidación fiscal, las grandes actuaciones de promoción social y apuestas estratégicas, no exentas de controversia, como los biocombustibles y los transgénicos.
De acuerdo con el Banco Mundial, entre 2001 y 2011, el PIB per cápita de Brasil —la suma de toda la riqueza producida en el país, dividida por el número de habitantes— creció un 32%, mientras que la desigualdad se redujo un 9.4% y el porcentaje de personas en situación de pobreza y pobreza extrema se redujo a la mitad. Aunque parte de esos logros son atribuidos por expertos a las políticas económicas iniciadas por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, predecesor de Lula, al presidente se le reconoce la habilidad de haber sacado adelante su agenda social con apertura a los mercados y responsabilidad fiscal, aprovechando los beneficios del boom de los commodities y aplacando los temores de los inversores cuando vieron que un socialista llegaba al poder. “En apariencia, Lula, con su pragmatismo e iniciativa, había conseguido cerrar brechas multiseculares en la sociedad, poniendo de acuerdo y e implicando en un proyecto común de país a movimientos sociales de base, habitantes de las favelas, clases medias profesionales, campesinos, intereses partidistas de diversos colores, productores de bienes y poderes corporativos privados”, indica un análisis del CIDOB. Lula también logró grandes victorias en la política exterior. Como jefe de un Estado que buscaba ser un actor relevante en la escena global y se perfilaba como el adalid del nuevo Sur emergente, Lula trabó alianzas con sus colegas de India, China, Rusia y Sudáfrica en los foros IBSA y BRIC.
Buscó la democratización, con un asiento permanente para Brasil, del Consejo de Seguridad de la ONU. Fue una de las estrellas del nuevo G20 surgido de la Gran Recesión de 2008-2009. Y lanzó una cruzada contra el hambre en el planeta. “Sus consignas eran el multilateralismo más abierto, el diálogo franco y sin confrontación geopolítica con el Norte, la corrección de desequilibrios geográficos y la firma de buenos negocios, a veces pasando por alto consideraciones sobre los Derechos Humanos” En América, Lula afianzó el liderazgo sur/latinoamericano de Brasil, la “potencia natural” del subcontinente pero no pocas veces vista con recelo por algunos vecinos, en pro de la integración regional. Entre equilibrios y matices, condujo unas relaciones ambivalentes con Estados Unidos y Venezuela, donde hubo coincidencias y desencuentros de manera desigual. Así, el presidente, en 2005, dio el golpe de gracia al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) mientras enarbolaba el MERCOSUR, una política de hecho continuista de la iniciada por su predecesor en la presidencia de Brasil, el socialdemócrata Fernando Cardoso. Sin embargo, estos éxitos son eclipsados por el aumento de la violencia y el narcotráfico en este periodo en Brasil, y por su posterior caída en desgracia luego que se destapara el escándalo de corrupción Lava Jato que lo llevó a la cárcel por 19 meses. Lula terminó su mandato con un porcentaje de aprobación de 82%.
Un tercer mandato menos afortunado En su tercer periodo en la presidencia, Lula ha visto caer su popularidad, lastrada por la inflación. La aprobación de su gestión cayó en febrero al nivel más bajo (24%) de sus tres mandatos, según una encuesta de Datafolha, instituto de referencia en Brasil. En 2024, Brasil se vio afectado por varios fenómenos meteorológicos extremos, incluyendo una sequía histórica e inundaciones, que impactaron al sector agrícola e impulsaron el aumento de los precios de los alimentos. En marzo Lula anunció un paquete de medidas para frenar el alza en los precios de los alimentos. Entre las principales medidas figura la eliminación de aranceles de importación para productos básicos como carne, café, azúcar, maíz, aceite de oliva, galletas y pastas. Sin embargo, aún tiene algunos buenos resultados económicos para presumir en una nueva campaña. La economía brasileña creció un 3,4% en 2024, a pesar de las catástrofes ambientales que castigaron a esta potencia agropecuaria a lo largo del año. En el primer trimestre de 2025, Brasil registró un crecimiento de 1.4%, impulsado por un repunte espectacular del sector agrícola del 12.2% debido a cosechas excepcionales de soja y maíz. El desempleo se ubicó en 6.6% en el trimestre móvil febrero-abril, el menor registro para ese período desde 2012. La corrupción sigue siendo un lastre para el presidente izquierdista. En mayo, aceptó la renuncia de su ministro de Seguridad Social en medio de un escándalo de corrupción por un presunto esquema nacional de fraude a jubilados y pensionados, informó el gobierno. Carlos Lupi estaba en el ojo de una tormenta política luego de que se detectaran descuentos no autorizados en los recibos de jubilaciones y pensiones, realizados por sindicatos y otras asociaciones con la posible connivencia de funcionarios del Instituto Nacional de Seguridad Social (INSS). Los investigadores calculan que hasta 6,300 millones de reales (unos 1,100 millones de dólares) fueron descontados entre 2019 y 2024 por sindicatos y asociaciones que en teoría debían prestar servicios a jubilados, como asistencia jurídica u obtención de descuentos en planes de salud. Una parte aún no determinada de ese monto se habría debitado de forma ilícita. Lupi era ministro de Seguridad Social desde el regreso al poder de Lula en enero de 2023. A principios de abril, el ministro de Comunicación de Lula, Juscelino Filho, renunció luego de ser inculpado por presuntos sobornos cuando era diputado en 2022. Filho negó irregularidades. En el plano internacional, aunque ha afianzado sus alianzas con los países BRICS, esto le ha provocado conflictos con el gobierno de Estados Unidos. Donald Trump, un aliado del expresidente Jair Bolsonaro, impuso aranceles a las exportaciones del país sudamericano y sanciones contra funcionarios brasileños por la condena al líder derechísta. Lula respondió a estos ataques diciendo que Brasil es un país soberano, aunque abrió las puertas a una negociación con Trump. Ambos líderes
sostuvieron una reunión este domingo en la cumbre de la ASEAN en Malasia.
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