México y los minerales raros

Mientras aquí nos seguimos mirando el ombligo, en el mundo que va más allá de nuestras discusiones públicas siguen pasando cosas. La semana pasada describía la nueva arena de la guerra comercial entre China y E.: los minerales raros. Estos minerales, que no son realmente raros, son clave para la economía del siglo XXI, ya que se usan en la manufactura de semiconductores, chips de IA, baterías, vehículos eléctricos y en aplicaciones militares y de defensa avanzadas.

¿En este contexto, qué papel podría jugar México en el esfuerzo de EU de dejar de depender de los minerales raros chinos?

Como mencioné antes, EU depende hoy de China para estos materiales. Entre otras razones, se debe a las enormes inversiones del gobierno chino, que paradójicamente iniciaron con la compra en los años 90 de Magnequench, una división de General Motors. Esta operación trasladó producción y equipo especializado de Indiana a China, transfiriendo conocimiento y tecnología estadounidense.

En EU ya se habla seriamente de una “Operación Warp Speed” para reducir la creciente dependencia de China. El plan incluye incentivos financieros para fomentar la competencia entre empresas locales, la creación de coaliciones internacionales que permitan compartir riesgos y aglutinar demanda, reformas urgentes en los procesos de permisos para eliminar trabas legales, y una postura inflexible en las restricciones de exportación tecnológica de EU Inspirado en el éxito de la iniciativa contra el Covid-19, este enfoque combina inversiones estatales, garantías de compra y la creación de una reserva estratégica para estabilizar precios volátiles. Todo esto responde directamente a los recientes controles de exportación impuestos por China el 9 de octubre de 2025, que dejaron claro que depender de China para estos insumos críticos es demasiado riesgoso.

México posee un enorme potencial para convertirse en socio estratégico en el suministro de minerales críticos para América del Norte. Tenemos yacimientos de litio en Sonora, potencial de tierras raras en Oaxaca y Chiapas, y somos ya un productor importante de cobre. Todo esto podría ser clave en una potencial cadena de suministro de minerales raros en la región.

Además de los recursos, México ofrece ventajas logísticas, infraestructura industrial consolidada y capital humano calificado, que podría permitir procesos de refinación y manufactura intermedia. Si un día el nearshoring se materializa, el país tendría la oportunidad de integrarse profundamente con EU en la producción y transformación de minerales críticos, reduciendo la dependencia de China y generando motores de desarrollo en las regiones más rezagadas.

Sin embargo, un plan así enfrentaría varios obstáculos auto infligidos. La centralización de la exploración en manos del Estado, la suspensión de nuevas concesiones mineras y la incertidumbre regulatoria han paralizado inversiones estratégicas y reducido la confianza de los inversionistas internacionales. A esto se suma un aumento de la carga fiscal minera, que resta competitividad frente a países como Chile o Canadá, así como un proceso de permisos lento y poco transparente. Además, estos procesos industriales son altamente intensivos en energía que hoy no tenemos.

Mientras el mundo avanza y se abren oportunidades, nosotros seguimos viéndonos el ombligo y atacando a los inversionistas que ya apostaron por nuestro país. A ver si no es otra de las ocasiones que vemos pasar mientras países como Brasil y Colombia nos comen el mandado.

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