Un nuevo capítulo para la Ruta de la Amistad

Un nuevo capítulo para la Ruta de la Amistad

Hay días en los que el arte y la naturaleza se dan la mano, y ese gesto simple cobra una fuerza enorme. La Ruta de la Amistad —el corredor escultórico que desde los Juegos Olímpicos de 1968 une a la Ciudad de México con el mundo— ha sido escenario de innumerables historias, pero pocas con el carácter simbólico del encuentro reciente entre Vida Circular, ALPLA, LG Chem y quienes, desde hace años, cuidamos y promovemos este espacio como patrimonio vivo.

Durante una jornada de reforestación y conservación ecológica, equipos de Corea, Colombia y México coincidieron alrededor de la escultura Muro Articulado, del artista austríaco Herbert Bayer, ubicada en el Trébol de Insurgentes y Periférico Sur. Esta pieza, que representa la participación de Austria en la Ruta, se encuentra en un espacio de roca volcánica del volcán Xitle, donde se preserva la flora y fauna original del sitio y se recupera agua de lluvia alrededor de la escultura. Es protegida y mantenida por ALPLA, empresa global de soluciones de envasado y reciclaje comprometida con la economía circular y la reducción de emisiones de carbono.

En este espacio se llevó a cabo el retiro de pasto africano —una especie invasora que afecta la flora local— y la creación de “bombas de vida” con semillas nativas, compostas y arcilla. Fue un gesto simbólico pero poderoso: devolverle al arte su vínculo con la tierra.

Más allá de la acción ambiental, lo que ocurrió ese día fue un recordatorio de que las esculturas de la Ruta no son monumentos estáticos, sino organismos que respiran con la ciudad. Cada pieza dialoga con su entorno, y proteger el paisaje que las rodea es también una forma de preservar su sentido.

La participación de ALPLA, cuya labor en México incluye plantas de reciclaje de PET y HDPE y programas de educación ambiental, apoya y colabora activamente en la preservación de la flora y fauna del sitio de la escultura Muro Articulado, reflejando una visión contemporánea del mecenazgo: empresas que no solo financian, sino que se involucran activamente en la regeneración del entorno. La alianza con Vida Circular refuerza esta perspectiva al integrar la ciencia, la industria y la comunidad en torno a un propósito común: cuidar el planeta.

Como parte de la Ruta de la Amistad desde hace varios años, me emociona ver cómo el espíritu original del proyecto —la amistad entre los países a través del arte— se renueva y amplía. Hoy, esa amistad se traduce en responsabilidad ambiental compartida, en un compromiso por dejar un legado más limpio, más consciente y más humano.

En tiempos donde las ciudades tienden a devorarse a sí mismas, estos gestos —por pequeños y simples que parezcan— son actos de esperanza. El arte público, cuando se cuida y se vive, puede seguir siendo puente y raíz.

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