Renegociar tu deuda: cuándo hacerlo, cómo formalizarlo y qué precauciones tomar

Renegociar tu deuda: cuándo hacerlo, cómo formalizarlo y qué precauciones tomar

Si te comienzas a retrasar en el pago de tu deuda y esta empieza a crecer debido a la acumulación de intereses, recargos y penalizaciones, tal vez sea momento de considerar una renegociación con la entidad acreedora. Sin embargo, es importante seguir ciertos lineamientos para que el proceso sea formal y válido.

En México, el 27.3% de quienes acceden a préstamos o créditos se han atrasado en su pago, según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera realizada por el Inegi. Para quienes se encuentran en esta situación, buscar plazos, montos y facilidades adecuados para liquidar sus deudas resulta una estrategia atractiva.

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¿Cuándo considerar una renegociación?

Si una deuda empieza a generar presión, pone en riesgo el pago de gastos indispensables o te obliga a hacer malabares para pagar una tarjeta de crédito u otro producto financiero, es momento de contactar a tu acreedor para buscar un acuerdo. 

Como señala Ángel González, director general de la Organización Nacional en Defensa del Deudor, “lo primero es aceptar el problema. Muchas veces, por orgullo o vergüenza, cuesta reconocer que se tienen dificultades económicas y, por eso, se tarda en acudir a los acreedores en busca de una solución”.

González explica que puedes contactar directamente a la institución financiera para iniciar la negociación o que sea el mismo acreedor quien busque comunicarse contigo.

De acuerdo con la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), la renegociación puede realizarse con un despacho de cobranza siempre que esté debidamente registrado en el Registro de Despachos de Cobranza (Redeco).

Si la renegociación se realiza sobre una deuda vigente —es decir, sin retrasos de tres meses o más—, es posible negociar mejores plazos o tasas de interés más bajas. Sin embargo, si el retraso supera los tres meses, el acreedor puede exigir el pago total de la deuda, y la renegociación debe centrarse en pactar plazos de pago o alguna quita.

Requisitos para un proceso formal

Para que la renegociación sea válida y transparente, tanto el acreedor o su despacho de cobranza y el deudor deben seguir la normativa de la Condusef.

“Ya sea directamente con el acreedor o a través de un despacho de cobranza, la deuda y la intención de negociar deben notificarse por escrito, mediante canales oficiales. Los correos electrónicos deben ser institucionales y contener datos de contacto verificables”, señala González. Además, recomienda ignorar correos con dominios genéricos y verificar teléfonos, domicilios y demás datos del despacho de cobranza.

El deudor puede presentar contraofertas cada vez que el cobrador proponga un acuerdo. Una vez alcanzado un acuerdo, debe recibirse una carta convenio que especifique el monto a pagar, la cuenta a la cual se debe realizar el pago y si el pago cubrirá la totalidad o solo una parte de la deuda.

Tanto la Organización de Defensa del Deudor como la Condusef advierten que no basta con recibir un folio, una captura de pantalla o una promesa verbal para que el acuerdo tenga validez legal.

“Muchas veces, los cobradores aprovechan la situación vulnerable del deudor y hacen promesas falsas, asegurando que pagando cierta cantidad en ese momento se liquidará la deuda, o ofreciendo descuentos que no existen”, puntualiza González y estima que 70% de las promesas hechas por los cobradores son falsas.

Consecuencias de renegociar

Es importante señalar que la renegociación, como cualquier acuerdo, afectará los reportes en las Sociedades de Información Crediticia (SIC). Las quitas y los nuevos términos pueden disminuir tu calificación crediticia y afectar tu capacidad para acceder a créditos en el futuro. Sin embargo, caer en morosidad es aún peor.

“Quizá en el momento no te aprueben ciertos créditos, pero si cumples con el nuevo acuerdo, con el tiempo los bancos y otras instituciones financieras volverán a ofrecerte líneas de crédito, aunque sean pequeñas. Así, podrás reconstruir tu historial crediticio”, explica González.

Una renegociación exitosa también evita que el proceso llegue a instancias judiciales, lo que podría derivar en embargos y en gastos por defensa legal.

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