Antimexicanismo, rasgo persistente en la política trumpista, alertan expertos de la UNAM

El discurso político de Donald Trump continúa marcado por el antimexicanismo y la xenofobia, advirtieron especialistas del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Durante un seminario académico, coincidieron en que el rechazo hacia los mexicanos se ha convertido en un elemento estructural dentro de la retórica republicana en Estados Unidos.
Los investigadores Leonardo Curzio Gutiérrez, José Alejandro Mosqueda Esparza y Camelia Nicoleta Tigau señalaron que, aunque ambos países mantienen una fuerte integración económica, particularmente en el contexto del nearshoring, persiste una narrativa hostil que se traduce en políticas migratorias restrictivas y en el endurecimiento de la frontera.
“El antimexicanismo es un discurso estructurador de las actitudes políticas de la derecha estadounidense, con raíces en temas demográficos, migratorios y en la llamada ‘guerra contra las drogas’”, subrayaron los académicos.
Explicaron que este tipo de retórica busca capitalizar el miedo y el resentimiento social, reforzando prejuicios históricos hacia los migrantes mexicanos y latinoamericanos.
Según los especialistas, las deportaciones siguen siendo un indicador de esa política excluyente: solo en 2024, los mexicanos representaron 32 % del total de personas expulsadas de territorio estadounidense, la proporción más alta por nacionalidad. Además, estimaron que una deportación masiva tendría consecuencias negativas para la economía de Estados Unidos, al reducir su PIB entre 2.6 % y 6.2 % en las próximas décadas.
El CISAN destacó que este fenómeno no es nuevo, pero se intensifica cada vez que Trump reaparece en la arena política. Su retórica (basada en el miedo al “otro” y en la idea de pérdida cultural y económica) se reactiva en periodos electorales y continúa moldeando la opinión pública.
Los académicos concluyeron que el antimexicanismo no solo es un reflejo de tensiones históricas, sino también una herramienta política que condiciona las relaciones bilaterales y los debates migratorios actuales entre México y Estados Unidos.