Las represalias de Israel por el ritmo de entrega de los cadáveres evidencian las dificultades del alto el fuego en Gaza
El entusiasmo del lunes se ha topado este martes con la realidad, apenas unas horas después de que Israel y Hamás canjearan a los últimos 20 rehenes vivos por la excarcelación de casi 2.000 presos palestinos. La jornada ha mostrado las dificultades que afronta a partir de ahora el alto el fuego. Por un lado, el ejército de Israel ha matado ya a seis palestinos en bombardeos. Por otro, la milicia islamista —ya sin su última baza negociadora— muestra su autoridad en las calles, incluida una letal campaña de persecución contra un clan familiar. Y, como motivo de discordia, el ritmo de Hamás en la devolución de los 28 cadáveres de rehenes. El Gobierno de Netanyahu lo considera insuficiente y ha tomado represalias en forma de castigo colectivo: pospone hasta el miércoles la apertura del cruce de Rafah con Egipto y ha anunciado a la ONU que, partir de ahora, no dejará entrar más de 300 camiones diarios de ayuda humanitaria. Es la mitad del mínimo que estipula el acuerdo.