El tabú de la salud mental en los jefes: Cuando el líder también se quiebra

En los últimos años, hablar de salud mental en el trabajo se ha vuelto más común; sin embargo, todavía persiste un tabú cuando se trata de los altos mandos: directivos, fundadores y líderes empresariales. Son ellos quienes, en muchos casos, cargan con una presión silenciosa que pocas veces se reconoce públicamente.
De acuerdo con un estudio realizado por la firma Businessolver, 55% de los directivos en Estados Unidos experimentó un problema de salud mental en el último año, y ocho de cada 10 consideran que las empresas aún perciben a las personas con estos padecimientos como débiles.
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Este estigma explica por qué muchos líderes prefieren no hablar de sus emociones ni pedir ayuda, por ello, en el marco del Día de la Salud Mental, que se conmemora el 10 de octubre, es importante romperé con el tabú de la salud mental en los altos mandos.
La paradoja del líder fuerte
En muchas organizaciones, el discurso de la fortaleza sigue predominando. A los directivos se les exige ser ejemplo de estabilidad, pero eso también genera un muro que impide reconocer que algo no está bien
Esa expectativa de mantener siempre el control ha llevado a muchos líderes a enfrentar en silencio cuadros de ansiedad, depresión o burnout. “No todos están dispuestos a asumir que tienen una situación. Hay poca sensibilidad sobre las afectaciones que uno pueda tener”, señala Yunue Cárdenas, CEO y fundadora de Menthalising.
Como al líder siempre lo asocias a la persona fuerte, al que tiene que tener racionalidad y al que tiene control emocional, difícilmente la gente se pone a pensar en ellos. Es más factible que al líder le atañe la salud de los demás”.
La sobrecarga de trabajo impacta en los lideres
Yunue Cárdenas advierte que la sobrecarga de trabajo, la presión financiera y la ausencia de redes de apoyo entre pares son factores que incrementan el riesgo. De hecho, el liderazgo, por la carga que conlleva, es en sí mismo un factor de riesgo.
La sobre carga de trabajo, mental y de exigencias, sumado a la carencia de procesos se convierten en factores de riesgos psicosociales. Además, los jefes son el eslabón entre la organización y los colaboradores, por lo que deben responder tanto por la empresa como por sus equipos.
“Muchas veces no hay forma de tener una red de apoyo con los pares, porque existe una competencia. El líder no solo carga con objetivos de productividad, sino financieros, y puede tener muchas iniciativas para hacer mejoras, pero hay un tope de realidad. Sí, es un tomador de decisiones, pero también tiene que convencer a otras áreas sobre los beneficios de una mejora que tiene un costo”, comenta.
La salud mental del líder afecta al equipo y a la organización
De acuerdo con Deloitte, el estrés crónico en los altos mandos tiene un impacto directo en la productividad y la retención de talento. Los líderes que no gestionan su salud mental tienden a promover estilos de trabajo poco sostenibles y culturas donde el agotamiento se normaliza.
Un líder agotado va a rendir mucho menos, porque un líder agotado implica un cerebro agotado. Lo que antes te daba motivación, te va a dejar de dar motivación, porque tu sistema de recompensa ya está todo roto”, advierte Cárdenas.
Además, un líder que pierde la noción del autocuidado deja de preocuparse por su equipo. Por ello, “es importante comenzar a romper el estigma de la salud mental y emocional de los lideres, porque en la medida que mejoremos esas condiciones permeará en los equipos de trabajo”.
A esta situación se suma la presión por resultados inmediatos. Un estudio de Robert Walters indica que 52% de los empleados reconoce que la exigencia constante por alcanzar metas medibles ha elevado los niveles de ansiedad, afectando la creatividad y la colaboración entre equipos.
Romper el estigma desde arriba
Durante años, la salud mental se consideró un asunto individual, ajeno a la estrategia empresarial. Hoy se reconoce como un indicador clave de competitividad, productividad y retención de talento.
Según el informe de Robert Walters, 7 de cada 10 profesionales en Latinoamérica afirma que su bienestar mental se ha visto afectado por factores laborales, y más del 60% de los líderes reconoce que no cuenta con herramientas suficientes para atender estos retos dentro de su equipo.
Cada vez más empresas comienzan a entender que el bienestar debe incluir a todos los niveles. En sectores como tecnología y servicios financieros, algunos CEOs han empezado a hablar abiertamente sobre sus procesos de terapia o burnout, lo que contribuye a reducir el estigma.
La transparencia no debilita la autoridad, sino que la humaniza. Mostrar vulnerabilidad puede fortalecer la confianza y abrir espacios para conversaciones más honestas sobre la carga emocional del liderazgo.