¿Cómo la flexibilidad laboral impacta en la productividad?

Después de la pandemia, las personas se replantearon lo que esperaban de su vida profesional. Y las empresas, en lugar de resistirse, están descubriendo que los esquemas flexibles no solo responden a una demanda del capital humano, sino que también impactan directamente en su productividad.

Datos de la Asociación Mexicana en Dirección de Recursos Humanos (AMEDIRH) muestran que las empresas con esquemas híbridos tienen 14% menos rotación que las que operan de forma totalmente presencial. Desde mi experiencia, esto es mucho más que una cifra: significa menos costos de reclutamiento, mayor retención de talento y equipos que están dispuestos a dar más porque sienten que la empresa confía en ellos.

Sin embargo, ser flexible no es sinónimo de perder el control. Se trata de diseñar modelos de trabajo que equilibren las necesidades del negocio con las de las personas. En Salles Sainz, Grant Thornton, lo que observamos es que los mejores resultados vienen de organizaciones que hacen tres cosas:

Primero, escuchan. Preguntan a su gente qué necesitan para ser más productivos, ya sea trabajar algunos días desde casa, contar con horarios escalonados o tener apoyo para su bienestar físico y mental.

Segundo, miden. La flexibilidad requiere indicadores claros de desempeño para que los resultados no dependan de la presencia física, sino del cumplimiento de objetivos.

Tercero, ajustan. La cultura organizacional no se transforma de la noche a la mañana, pero dar pequeños pasos y evaluar su impacto permite escalar los beneficios de manera gradual.

La flexibilidad bien implementada no significa menos trabajo, significa más productividad y mejor calidad de vida. Además, se convierte en una ventaja competitiva: las empresas que hoy diseñan políticas laborales alineadas con las expectativas de su gente son las que mañana atraerán y retendrán a los mejores perfiles.

El futuro del trabajo no se trata de contar las horas en la oficina, sino de generar valor sin importar desde dónde lo hagamos. La verdadera pregunta para los líderes es: ¿estamos creando las condiciones para que nuestra gente pueda dar lo mejor de sí? Si la respuesta es no, la flexibilidad puede ser el primer paso para cambiarlo.

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