Los jóvenes de Marruecos se suben a la ola global de descontento de la generación Z
En una rara conjunción, el pasado septiembre coincidieron en Marruecos el segundo aniversario del terremoto del Alto Atlas —donde miles de personas siguen a la espera de que se rehabiliten sus viviendas—, la muerte de ocho mujeres embarazadas en el hospital de Agadir (sur) —atribuida a un fallo en la aplicación de la anestesia— y la inauguración del estadio Mulay Abdalá de Rabat —reconstruido en solo 14 meses con un coste de 70 millones de euros—.

