México bebe más vino español: tradición, frescura y un mercado que crece sin fronteras

México bebe más vino español: tradición, frescura y un mercado que crece sin fronteras

El vino español está de fiesta. En el centenario de la Denominación de Origen Calificada Rioja (1925–2025), España celebra una historia de prestigio que también se escribe desde este lado del Atlántico. México se ha convertido en uno de sus mercados más fieles: un país que importa más de 81 millones de litros de vino al año y que, según el Observatorio Español del Mercado del Vino (OeMv) y el ICEX España Exportación e Inversiones, compra tres de cada diez botellas a productores españoles.

En valor, eso representa 91.8 millones de euros en exportaciones solo durante 2024, con un precio promedio de entre 3.5 y 4 dólares por litro.

Los datos están avalados por el ICEX, el OeMv y la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), y confirman que México es hoy uno de los destinos más estratégicos para las bodegas ibéricas.

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Ribera del Duero vs. Rioja: dos estilos de vino español frente a los 100 años de la Denominación de Origen

Pablo Mata, export manager para América Latina y el Caribe de Cepa 21 de Ribera del Duero, lo resume en una frase:

“La Rioja tiene una mayor influencia atlántica y menor altitud, mientras que Ribera del Duero se ubica más alto, con clima continental. Eso nos da vinos con más frescura y diferente manejo de fruta.”

Desde sus orígenes, La Rioja se vio influenciada por Burdeos, lo que marcó su estilo clásico: madera americana, acidez moderada, notas dulces de vainilla y fruta roja madura.

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Tipos de vinosFreepik

Ribera del Duero, en cambio, desarrolló una personalidad más moderna y vertical: vinos con barricas francesas, taninos finos, fruta negra y un perfil más fresco que ha seducido al paladar mexicano.

Una denominación más joven, pero con calidad creciente

La Denominación de Origen Ribera del Duero fue reconocida oficialmente en 1982, más de medio siglo después de Rioja, pero su ascenso ha sido meteórico.

En apenas 4 décadas, se ha ganado un lugar entre las regiones vinícolas más respetadas del mundo.

“Nuestros niveles de calidad son más altos en cuanto a rendimiento por hectárea. Hemos encontrado una identidad clara en menos tiempo”, afirma Mata.

En ambos casos, la uva Tempranillo —conocida en Ribera como Tinta del País— es la columna vertebral.

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RiojaCortesía

Mientras Rioja se mantiene fiel a un estilo más clásico y envejecido, Ribera propone vinos de expresión frutal, textura pulida y gran equilibrio, pensados para un público que busca intensidad sin exceso.

México, segundo mercado mundial para Ribera del Duero

Aunque México no aparece entre los 10 principales consumidores de Rioja, el Consejo Regulador de Ribera del Duero confirma que nuestro país ocupa el segundo lugar mundial en consumo de sus vinos, solo detrás de Estados Unidos.

“A los mexicanos les gusta más Ribera del Duero. Es un mercado importantísimo para nosotros”, comenta Mata.

Y el gusto tiene una explicación gastronómica.

Los vinos de Ribera se integran fácilmente con la cocina mexicana: acompañan desde una barbacoa o un mole de olla hasta un ribeye a las brasas, gracias a su acidez controlada y su perfil frutal.

Su potencia y frescura conectan con la identidad culinaria del país, donde los sabores intensos y los contrastes son protagonistas.

Entre tradición y evolución

El vino español está cambiando. Para Pablo Mata, las bodegas enfrentan una transformación global que exige adaptarse tanto al cambio climático como a las nuevas generaciones de consumidores.

“Hoy en día el vino español está evolucionando. Hay un cambio en la forma de hacer vino, como lo están haciendo Burdeos o Portugal. Todos estamos buscando adaptarnos a un nuevo mercado y a los efectos del clima.”

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Bodegas de vinoCortesía

El centenario de Rioja simboliza esa transición: la necesidad de mantener el respeto por la historia sin perder frescura ni autenticidad.

Ribera del Duero, por su parte, encarna la nueva España vinícola: moderna, técnica y más consciente de su entorno.

Los matices del gusto: dos maneras de entender la Tempranillo

El contraste entre Rioja y Ribera del Duero se percibe desde el viñedo hasta la copa.

En Rioja, el clima atlántico templado y las altitudes moderadas —entre 300 y 600 metros— dan origen a vinos elegantes, de acidez equilibrada y larga vida, con notas de vainilla, cuero y fruta roja.

El uso de roble americano imprime un toque dulce, redondo, que ha definido por décadas el carácter clásico de la región.

En Ribera del Duero, la historia se escribe en un paisaje más extremo: 700 a 1,000 metros de altitud, clima continental, veranos intensos e inviernos cortantes.

Esa amplitud térmica genera vinos potentes, profundos y frescos, con taninos más firmes, aromas de fruta negra, violetas y tierra húmeda, y una crianza en roble francés que privilegia la elegancia sobre la dulzura.

Ambas regiones comparten la Tempranillo como esencia, pero la interpretan desde geografías opuestas. Rioja habla de la tradición y del tiempo; Ribera, de energía y modernidad.

En ese contraste, México ha encontrado su equilibrio: un consumidor que aprecia el pasado, pero bebe el presente.

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Viñedos Ribera del DueroCortesía

El peso del dato: cuánto, cómo y por qué

Según ICEX, OeMv y OIV:

  • 81.5 millones de litros de vino importados por México en 2024.
  • España concentra el 30 % del volumen y 91.8 millones de euros en valor.
  • Consumo per cápita nacional: 1.2–1.5 litros al año.
  • Participación del vino mexicano: 34 % del mercado interno.
  • Precio medio del vino español importado: 3.5–4 USD por litro.
  • Sin aranceles gracias al acuerdo comercial Unión Europea–México.

Estas fuentes oficiales avalan que el vino español no solo domina el mercado mexicano, sino que moldea la cultura de consumo: calidad constante, precio competitivo y confianza construida durante un siglo.

Un brindis con acento español

El vino español ya no es una importación de lujo: es una presencia cotidiana en la mesa mexicana.

Entre la elegancia de Rioja y la fuerza de Ribera, entre la madera americana y la francesa, España ha conquistado el paladar nacional.

La paradoja persiste: aunque el vino mexicano crece en calidad y prestigio, el consumidor promedio sigue prefiriendo lo español.

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