En Mondiacult, Yásnaya Aguilar alerta sobre mercantilizar las culturas

En Mondiacult, Yásnaya Aguilar alerta sobre mercantilizar las culturas

La lingüista, escritora, traductora, investigadora y activista de los derechos lingüísticos ayuujk Yásnaya Elena Aguilar Gil, participó este martes como ponente de la mesa “Derechos culturales / Economía de la cultura” en la segunda jornada de actividades de la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible, Mondiacult 2025, con sede en Barcelona, España.

Ante ministros de Cultura de los países Côte d’Ivoire, Egipto, Perú, Macedonia del Norte y Uganda, como participantes activos, además de las y los representantes culturales que acompañaron el foro, Yásnaya Aguilar expresó:

“En el mundo, en la actualidad, hay aproximadamente 7 mil lenguas. Se calcula que al final de este siglo más de la mitad de ellas habrán desaparecido. Además, entre estas lenguas, sólo unas 80 son oficiales. Es decir que los Estados han elegido algunas sobre otras para hacer de ellas las lenguas de la administración. Esto ha tenido como consecuencia la muerte, el borramiento de muchas lenguas por medio de ejercer violencia contra comunidades de hablantes de la mayoría de las lenguas del mundo. Entonces, para poder hablar de derechos culturales, es necesario hablar de derechos lingüísticos, y para hablar de derechos lingüísticos es necesario interculturalizar la noción de cultura”.

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La activista mexicana mencionó que en muchas de las lenguas subrepresentadas o que incluso han sido combatidas por políticas monolingües de los Estados-Nación, hay una asimilación que es toral para los pueblos y comunidades indígenas: la diferencia entre natura y cultura, una distinción que, sin embargo, ha sido desdeñada por el pensamiento occidental.

“En muchas de estas lenguas, incluyendo la mía, la noción de cultura está estrechamente ligada a la de natura, no se puede entender la cultura sin la relación con el territorio y sin la relación con diferentes maneras de organización social, comunal y colectiva que funcionan en claves muy distintas a la que plantean los Estados y, por lo tanto, a la que plantea la tradición del derecho positivo”.

En consecuencia, Aguilar Gil señaló que “lo que se asemeja más a la noción de derechos humanos está fraseada en otro sistema de anhelos y deseos que tiene que ver con los ecosistemas en los que estamos las sociedades del mundo (…) que cuando tenemos que hablar con los Estados, tenemos que traducir nuestros anhelos a términos del derecho positivo. Sin embargo, para realmente abogar por los derechos culturales y la diversidad cultural y lingüística es necesario darnos cuenta de que el lenguaje de los derechos humanos, en el caso de los derechos culturales, no es la única manera. Estamos haciendo un esfuerzo de traducción a la lengua que hablan los Estados, que es la lengua del derecho occidental”.

Naturaleza y expresiones comunales en tensión

La distinción entre naturaleza y cultura desde el pensamiento occidental, expuso la activista y lingüista, “ha causado que en gran parte de la tradición occidental la naturaleza se vea como algo mercantilizable, donde los elementos naturales se ven como recursos naturales y no como bienes comunes a los cuales todos tenemos derecho para su acceso”.

Esto ha hecho, dijo, que muchas manifestaciones culturales de los pueblos indígenas sean traducidas al lenguaje de derechos y, por lo tanto, las manifestaciones culturales de los pueblos no se asimilen en la lógica de la propiedad comunal, “sino desde la lógica de la propiedad privada y de elementos del folclor o tradiciones que pueden ser mercantilizables, que pueden volverse mercancía para el turismo o dentro de la lógica del mercado”.

Por todo esto, la ponente propuso que: “para realmente hablar de diversidad cultural y derechos culturales, es fundamental que en la discusión sobre la economía cultural y la relación entre derechos culturales y economía se contemple la existencia de sociedades y tradiciones en donde la manifestación cultural es también propiedad colectiva, que debe ser protegida ante la posibilidad de convertirse en propiedad privada”.

En esta sesión, después de la exposición de Yásnaya Aguilar, se exploraron temas como las estrategias para fortalecer los derechos culturales a través de marcos políticos y de leyes y también estrategias para promover la diversidad y asegurar la participación en la vida pública y cultural, sobre todo de los grupos subrepresentados.

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