El arroz de Morelos en peligro de extinción: más del 90% de la producción se ha perdido

El arroz de Morelos en peligro de extinción: más del 90% de la producción se ha perdido

Inicié escribiendo esta historia con una pregunta en mente: ¿qué ha pasado con la denominación de origen del arroz de Morelos? Parecía un tema clave, pues una D.O. es la herramienta legal para proteger un legado y asegurar su futuro económico y específicamente la del arroz de Morelos, otorgada en 2012 y que no se ha concretado, se antojaba como un tema que merecía ser contado.

Sin embargo, la investigación reveló una situación más alarmante la producción ha caído más de un 90% en cuatro décadas, y el grano que ha definido la gastronomía de toda una región está al borde de la extinción.

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Arroz de MorelosAdalberto Ríos Lanz

El colapso en cifras

La caída ha sido vertiginosa y sostenida. En la década de los 80, Morelos llegó a producir 48,000 toneladas de arroz al año. Para el mandato de Graco Ramírez, la producción ya se había desplomado a 15,000 toneladas. Durante la administración de Cuauhtémoc Blanco, la cifra siguió cayendo de 6,500 a solo 4,500 toneladas el año pasado.

Hoy, la situación es crítica. Un censo realizado en marzo de 2025 estimaba una siembra de apenas 305 hectáreas, lo que se traduciría en una cosecha de unas 3,000 toneladas para todo el estado. Es una reducción de más del 90% en cuatro décadas que ha puesto en alerta a toda la cadena productiva.

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Arroceros de MorelosAdalberto Ríos Lanz

La voz de la cocina: un tesoro que se desvanece

El chef Gerardo Vázquez Lugo, del restaurante Nicos, fue uno de los primeros en notar que algo andaba mal, no en las estadísticas, sino en el plato. “Mi papá decía que ese era el bueno”, recuerda sobre el arroz de Morelos que ha usado por décadas. Hace años, empezó a notar inconsistencias en la cocción con ciertos tipos de arroz, descubriendo que se debía a que las marcas comerciales (asiáticas y pakistaníes) ya no usaban exclusivamente el grano morelense.

El valor de este arroz, explica, va más allá del sabor. Su cualidad principal es un rendimiento superior gracias a su “panza blanca”, un centro de almidón que le permite absorber grandes cantidades de líquido sin batirse, esponjando hasta un 30% más que otras variedades. Esta característica, que lo hace más rentable a pesar de un precio ligeramente superior, es la que hoy los chefs y consumidores batallan por encontrar en los anaqueles. “Ya no hay”, sentencia Vázquez Lugo sobre su disponibilidad en supermercados.

Las voces del campo

La crisis que ya se percibe en la mesa nace en el campo, donde los productores enfrentan una combinación de factores económicos, climáticos y de mercado que han hecho insostenible el cultivo.

Jesús Solís, presidente de Arroceros de la Región Sur del Estado de Morelos, describe una de las vulnerabilidades centrales: “Entre el 85% y el 90% de los productores de arroz somos arrendatarios”. Esta condición los deja a merced de cultivos más rentables. “El arrocero pagaba 5,000 pesos por hectárea de renta y el cañero pagaba 15,000 pesos”, explica Solís sobre la presión de la caña de azúcar, a la que se sumó la jícama, que paga aún más.

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Rostros del campo morelenseAdalberto Ríos Lanz

Eduardo Morales, director de Arroz Soberano, confirma la magnitud del desplome: “En 2017 se producían 15,000 toneladas, el año pasado 4,500 toneladas”. Su propio molino es un reflejo de la crisis: “Mi capacidad instalada es de 7,000 toneladas. Tuve años recibiendo 500, 400, el año pasado 340. Este año yo creo que voy a recibir 220, más o menos”.

El acceso a financiamiento es otro obstáculo. “El único molino que tiene sus líneas de crédito bien es el molino que está en Cuautla”, señala Morales, mientras otros enfrentan enormes dificultades. “Ya me da temor solicitar crédito porque voy a perder mi patrimonio, mis propiedades“, confiesa, resumiendo el sentir de muchos.

La tan esperada Denominación de Origen se convirtió en un laberinto. “Nosotros bien contentos, ya tenemos la denominación de origen”, recuerda Jesús Solís sobre la declaratoria de 2012. Pero la alegría duró poco. Primero les exigieron un organismo certificador, luego una Norma Oficial Mexicana que tardó años en publicarse. Múltiples proyectos para financiar la acreditación final fracasaron. “Intentos se hicieron y se han hecho muchos”, lamenta Solís, detallando cómo los esfuerzos se perdieron entre cambios de gobierno, burocracia y falta de fondos.

El efecto dominó: molinos y empleos en riesgo

El impacto de la caída en la producción recorre toda la cadena. Los cuatro molinos del estado operan a una fracción de su capacidad. Esto ha obligado a reducir las jornadas laborales a tres días por semana para poder mantener al personal más antiguo. “Llegamos a un convenio con los trabajadores, avisamos al seguro social, y estamos trabajando por jornada reducida”, explica Eduardo Morales.

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Arroz de MorelosAdalberto Ríos Lanz

El desabasto ha provocado la retirada de las marcas de la mayoría de los supermercados. Clientes clave, como la cadena de restaurantes El Bajío, que consumía tres toneladas mensuales, tuvieron que ser abandonados por falta de producto. “Me preocupa que los chefs empiecen a encontrar otro arroz porque tienen que seguir dándole de comer a sus clientes”, afirma Jesús Solís, consciente de que el mercado perdido es difícil de recuperar.

La situación ha llegado a tal punto que la cooperación entre los propios productores se ha vuelto difícil. “Ahora sí que cada quien está viendo cómo sobrevive dentro de su propio molino“, admite Eduardo Morales. En medio de discusiones sobre tecnificación, variedades y apoyos, el mismo Morales lanza la pregunta que resume la emergencia y silencia todo lo demás: “¿Para qué te preocupas en las variedades si ya no va a haber arroz?”.

La interrogante resuena en los campos de Morelos, donde un grano emblemático de México no corre el riesgo de ser olvidado, sino, simplemente, de dejar de existir.

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Campos de arrozAdalberto Ríos Lanz

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