Visa H-1B: Impuesto a la innovación estadounidense
Un principio que no puede ignorarse es que cada nueva administración ejecutiva trae consigo un conjunto de ideas que busca implementar para moldear su país según su visión del futuro. Estados Unidos no es una excepción, y como han demostrado diversas administraciones, cada presidente ha tenido su propio estilo único de gobernanza. Sin embargo, ha habido ciertas prioridades comunes en cada administración, por ejemplo, mantener el dominio tecnológico sobre otros países, continuar liderando en innovación y registrar patentes relevantes.
La generación de conocimiento ha sido una cuestión de seguridad nacional, entendida como la protección de la soberanía, la integridad territorial y la capacidad de perseguir intereses sin interferencias externas indebidas, equilibrando a menudo la preparación militar con medidas diplomáticas y económicas, o como lo define el Código de Estados Unidos (10 USC § 801(16)) como “la defensa nacional y las relaciones exteriores de Estados Unidos”.
Por lo tanto, la decisión de la Casa Blanca en septiembre de 2025 de modificar la política migratoria de Estados Unidos al imponer una tarifa de 100,000 dólares por nuevas solicitudes de visas H-1B, con el propósito de abordar abusos percibidos del programa y proteger a los trabajadores estadounidenses, podría representar desafíos para los mejores intereses del país.
La administración del presidente Trump justificó esta decisión argumentando que muchas empresas, particularmente en el sector de servicios de tecnologías de la información, utilizan la visa para reemplazar a trabajadores estadounidenses con mano de obra extranjera de menor costo. Junto con el aumento de la tarifa, la Casa Blanca también propuso reformas al sistema de lotería para priorizar a solicitantes con salarios más altos y más especializados, al tiempo que señaló medidas futuras para elevar los niveles de salarios prevalecientes y fortalecer la supervisión.
La tarifa de 100,000 dólares por visa y los estrictos criterios de “máxima habilidad” han provocado despidos (como los 2,400 reportados en Oregón) y una proyección de reducción del 10% en el crecimiento del sector tecnológico para 2026, según Time y CNBC. Las grandes empresas, como Google y Microsoft, pueden absorber estos costos temporalmente, pero las empresas emergentes, incapaces de competir, enfrentan una desaceleración en la innovación en áreas críticas como la inteligencia artificial, la ciberseguridad y los semiconductores. Esto ha desencadenado una “fuga de talentos inversa”, con profesionales globales buscando alternativas fuera de Estados Unidos. Además, la externalización de proyectos a Asia y Europa, así como la relocalización próxima a América Latina, ha debilitado las cadenas de suministro tecnológicas de Estados Unidos, aumentando la dependencia de importaciones potencialmente comprometidas, como bienes chinos reexportados a través de México.
Aunque es demasiado pronto para predecir si estos cambios serán permanentes, dado que la legislación migratoria está mayormente bajo la jurisdicción del Congreso, se espera que entidades privadas y organizaciones no gubernamentales presenten desafíos judiciales. Dicho esto, es relevante examinar los datos históricos de las profesiones responsables de generar nuevas tecnologías y descubrimientos médicos, las denominadas carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM):
- La Junta Nacional de Ciencia estima que el 43% de los científicos e ingenieros con doctorado en Estados Unidos son nacidos en el extranjero.
- La Fundación Nacional de Ciencia estima que el 58% de los científicos de computación y matemáticas con doctorado y el 56% de los ingenieros con doctorado que trabajan en Estados Unidos son nacidos en el extranjero. Además, esta organización encontró que, entre 2017 y 2019, aproximadamente el 73% de los recipientes de doctorados con visas temporales permanecieron en Estados Unidos cinco años después.
- Una investigación publicada por la Fundación Nacional para la Política Estadounidense encontró que el 46% de los doctorados en CTIM otorgados por universidades estadounidenses fueron para estudiantes internacionales.
Como puede observarse, el esfuerzo inmediato por aumentar el costo de la visa H-1B podría reducir significativamente la capacidad intelectual en CTIM que permanece trabajando en Estados Unidos, potencialmente limitando los descubrimientos científicos y el número de patentes en posesión de empresas estadounidenses.
El aumento en los costos de la visa H-1B no solo restringe el flujo de profesionales calificados hacia Estados Unidos, sino que también reconfigura la dinámica global de talentos de manera particularmente significativa para América Latina. Para países como Brasil y México, la política presenta tanto oportunidades como desafíos. Por el lado de las oportunidades, las empresas estadounidenses que enfrentan costos más altos para la contratación interna están acelerando sus estrategias de relocalización próxima.
México, debido a su proximidad geográfica, alineación cultural y marcos de libre comercio establecidos como el T-MEC, se está convirtiendo en un destino especialmente atractivo para las empresas estadounidenses que buscan mantener una colaboración en tiempo real con equipos de desarrollo. Esta tendencia tiene el potencial de generar miles de empleos altamente calificados en centros tecnológicos mexicanos como Guadalajara, Monterrey y la Ciudad de México, al tiempo que impulsa la inversión en infraestructura digital e iniciativas de capacitación local.
Económicamente, estos cambios fortalecen la competitividad de México bajo el marco del T-MEC, aprovechando las visas TN para una contratación transfronteriza más fluida con Estados Unidos y Canadá. Las empresas tecnológicas estadounidenses de mediano tamaño y las agencias de contratación, incapaces de absorber la tarifa de 100,000 dólares por la visa H-1B, están pausando la expansión doméstica y girando hacia modelos de relocalización próxima, un movimiento que podría añadir entre 5,000 y 10,000 millones de dólares a las exportaciones de servicios de tecnologías de la información de México para 2026, según el Instituto Peterson de Economía Internacional. Esta redirección de trabajo no solo estimula el crecimiento del producto interno bruto, sino que también mitiga la fuga de talentos al retener a los profesionales mexicanos que antes buscaban oportunidades con la visa H-1B, más de 50,000 anualmente, al tiempo que fomenta la repatriación y la innovación local en sectores como las finanzas tecnológicas y la tecnología de manufactura.
De manera similar, Brasil, la mayor economía tecnológica de América Latina, se beneficia de su amplio grupo de talentos, su sector de servicios de tecnologías de la información establecido y su ecosistema de empresas emergentes en crecimiento. Es probable que las multinacionales expandan sus centros de ingeniería en São Paulo, Porto Alegre y Recife, mientras que se espera que los contratos de externalización se otorguen a empresas brasileñas con fuerte dominio del inglés y capacidades de entrega comprobadas.
Sin embargo, estos beneficios vienen con complicaciones. Para los profesionales, la menor disponibilidad de vías para la visa H-1B significa menos oportunidades de reubicación a Estados Unidos, lo que limita la movilidad profesional internacional que a menudo impulsa mayores ingresos a lo largo de la vida y la transferencia de conocimiento. En cambio, gran parte del trabajo permanecerá en relocalización próxima, lo que beneficia ampliamente a las economías locales, pero podría reducir las remesas y las redes personales que suelen surgir cuando los profesionales latinoamericanos pasan tiempo en Silicon Valley u otros centros tecnológicos de Estados Unidos. También existe el riesgo de una bifurcación del mercado laboral: los ingenieros senior con fluidez en inglés y capacidad para trabajar con clientes estadounidenses verán salarios crecientes, mientras que las empresas domésticas más pequeñas podrían tener dificultades para competir por talento.
Más allá de América Latina, los países que más se benefician son aquellos que se posicionan activamente como alternativas a Estados Unidos para la migración de talento calificado. Canadá ya ha implementado visas tecnológicas simplificadas y vías de residencia permanente, que atraerán a talentos que de otra manera habrían solicitado visas H-1B. Alemania y otros estados de la Unión Europea están implementando programas de “tarjeta azul” y estrategias nacionales para llenar sus carencias de mano de obra en inteligencia artificial, computación en la nube y ciberseguridad, convirtiéndolos en principales beneficiarios a medida que las políticas de Estados Unidos alejan el talento.
En Asia, India y Singapur también es probable que ganen, aunque de manera diferente: India al retener más de su fuerza laboral de tecnologías de la información en empresas de externalización domésticas, y Singapur al consolidar su papel como un centro de innovación regional con políticas proinmigración. En conjunto, estos cambios destacan una redistribución de talento e inversión: América Latina, liderada por Brasil y México, obtiene más contratos de relocalización próxima e inversión en infraestructura, mientras que países como Canadá y Alemania fortalecen su posición como imanes para migrantes altamente calificados que ya no ven a Estados Unidos como un destino accesible.
Es probable que un beneficiario clave de la política del presidente Trump hacia las visas H-1B sea China. La nación asiática aprovecha la alienación de Estados Unidos de sus socios latinoamericanos y globales para expandir su influencia a través de inversiones en infraestructura, comercio y, a partir del 1 de octubre de 2025, el lanzamiento de su “Visa K”. Este cambio en la política migratoria es un movimiento estratégico para fortalecer su ecosistema de innovación al atraer a profesionales internacionales jóvenes en campos de CTIM.
Anunciada como parte de las enmiendas a las Regulaciones sobre la Administración de la Entrada y Salida de Extranjeros (Orden del Consejo de Estado No. 814, emitida el 7 de agosto de 2025), la visa está diseñada para facilitar la entrada de talentos en las primeras etapas de su carrera, alineándose con la estrategia más amplia de desarrollo impulsado por el talento de China. A diferencia de las visas de trabajo tradicionales, que a menudo requieren el patrocinio de un empleador o cartas de invitación, la Visa K permite a los solicitantes ingresar a China de manera independiente para fines como investigación, intercambios académicos, emprendimiento o búsqueda de empleo, sin necesidad de una oferta de trabajo previa o un patrocinador local.
El atractivo de la Visa K de China radica en su oportunidad y contraste con las políticas restrictivas en naciones competidoras, particularmente Estados Unidos, donde la nueva tarifa de 100,000 dólares en las visas H-1B ha generado preocupación entre el talento tecnológico global, especialmente de India y China, que representan más del 80% de los recipientes de la H-1B. Al eliminar los requisitos de patrocinio, la Visa K posiciona a China como una alternativa flexible para potenciales estudiantes de doctorado en CTIM que ahora buscan lugares alternativos para estudiar, ya que Estados Unidos se ha vuelto menos accesible para ellos.
En conclusión, aunque las políticas migratorias de la administración Trump buscan proteger los intereses de Estados Unidos, podrían arriesgarse a debilitar la competitividad tecnológica de Estados Unidos al limitar el acceso al talento global y tensionar alianzas clave en América Latina, potencialmente incrementando las vulnerabilidades económicas y de seguridad nacional.
Sería beneficioso que los responsables de políticas consideren que, en un mundo cada vez más digitalizado y globalizado, los enfoques restrictivos podrían representar desafíos, especialmente cuando los competidores producen más patentes en CTIM anualmente, lideran en la adopción de nuevas tecnologías e invierten agresivamente en la provisión de tecnología a otros países. A menos que se implemente una visión más global enfocada en impactos a largo plazo, las acciones de Estados Unidos podrían continuar beneficiando a competidores y creando desafíos para aliados tradicionales.
En términos más simples, la decisión de aumentar el costo de la visa H-1B podría ser perjudicial si el bienestar de Estados Unidos es el objetivo final.