México ignora al mundo; el mundo ignora a México
El tiempo es uno de los terrenos donde se escenifica la evolución. Tal parece que la política exterior mexicana es sensiblemente inmutable frente al tiempo.
“La política exterior en México ha mirado hacia dentro y se ha dirigido a proteger al país de las presiones externas, en lugar de ampliar su ámbito de influencia”.
Lo escribió Alan Riding en 1984. Su libro, Distant Neighbors (Vecinos distantes), condensa su mirada en una especie de lente fotográfico. Riding fue corresponsal de The New York Times en México. La edición en español del libro cumple 40 años, y la conmemorativa es prologada por Jorge Castañeda (editorial Ariel/ Planeta).
Hoy inicia la semana más relevante del año en Naciones Unidas, y quizá se convierta en la más importante de los últimos años. La guerra en Ucrania y el genocidio en la Franja de Gaza serán los vectores principales durante la Asamblea General de la ONU.
La presidenta mexicana Claudia Sheinbaum no viajará a Naciones Unidas.
“Su política hacia el resto del mundo ha sido conformada por su relación con Washington”, escribió Riding hace 40 años.
“Las cuestiones entre oriente y occidente, e incluso los problemas del Tercer Mundo, le parecían poco importantes. México veía al mundo como si fuera una defensa contra la intervención de los Estados Unidos, y se aventuraba al mundo para exhibir su independencia de Washington”.
Riding escribió Vecinos Distantes sin saber que el libro se convertiría en un compendio de profecías.
Alan Riding nació en Brasil de padres británicos. Se formó como economista y posteriormente como abogado, antes de elegir el camino del periodismo. Vivió 13 años en México donde fue corresponsal para The Financial Times, The Economist, y luego para The New York Times.
Contemporizar la lectura de Vecinos distantes enfría las venas y en ocasiones baja el ritmo cardiaco: la política exterior mexicana es inmutable.
Han existido sexenios de mayor apertura hacia el mundo (el de Salinas de Gortari con el TLCAN) y otros en donde el presidente en turno rifa el avión presidencial (AMLO) a manera de una performance para posicionar a la política exterior como una actividad de millonarios indolentes.
En español y en inglés, escuchamos en voz del secretario de Relaciones Exteriores, el doctor psiquiatra Juan Ramón de la Fuente, durante una conferencia junto a Marco Rubio, apelar a los “principios de la política exterior mexicana”.
Sobre ellos, Riding escribió hace cuatro décadas: “Los principios, que suenan muy bien y guían la política exterior de México -respeto por la soberanía nacional (…) autodeterminación- (…) son algo más que abstracciones jurídicas. Representan la principal garantía que tiene México de que no se repetirá su historia y, cuando se aplican a otros países expuestos a intervención, se piensa que protegen a México”.
Cada una de las palabras que componen los anteriores párrafos no han perdido vigencia. Parece que Alan Riding las empaquetó al vacío y, al liberarlas en el 2025, permanecieran frescas.
“México acepta su alineación con Washington en cualquier confrontación con Moscú, pero se niega a ver los problemas de América Latina en el contexto de Oriente-Occidente”, escribe Riding.
Ahora, a Moscú se le agrega Beijing. El alineamiento de México con Washington contempla imponerle aranceles.
Riding recuerda que Díaz Ordaz se reunió varias veces con Nixon y Johnson, pero no viajó más allá de Washington. AMLO viajó solo 16 días durante su sexenio al exterior. Ocho de ellos, a Estados Unidos.
La presidenta Sheinbaum decidió no viajar a la ONU y tampoco lo hará a Corea a la Cumbre de la APEC donde se reunirán Trump con Xi Jinping.
“México ignoraba al resto del mundo, al igual que el mundo ignoraba a México”, escribió Riding.