La “misa prohibida” vuelve al Vaticano: cardenal dará la espalda a los fieles y desafiará legado de Francisco

<


Un cardenal incómodo, ahora al frente Raymond Burke es una de las voces más firmes en favor de la misa tridentina. Durante el pontificado de Francisco se convirtió en opositor abierto de varias de sus decisiones, lo que lo marginó de los principales círculos del Vaticano. Hoy, sin embargo, está de vuelta con un papel central: oficiar la Solemne Misa Pontifical en San Pedro, dentro de la peregrinación internacional Summorum Pontificum. El hecho simboliza un acercamiento entre Burke y el papa León XIV, quien ya lo recibió en audiencia privada en agosto y le envió una carta por sus 50 años de sacerdocio.
¿Por qué estaba “prohibida”? La misa tridentina, también conocida como “misa en latín”, no desapareció del todo, pero en 2021 el papa Francisco limitó severamente su práctica. Argumentaba que era necesario preservar la unidad de la Iglesia en torno a la misa moderna, nacida tras el Concilio Vaticano II y hablada en las lenguas locales de cada región en lugar del latín. Las reglas eran estrictas: Los sacerdotes necesitaban permiso explícito de su obispo para celebrarla. Estaba prohibido realizarla en parroquias comunes. Los sacerdotes ordenados después de 2021 requerían autorización directa del Vaticano. Por esas restricciones, la peregrinación que ahora celebrará la misa en San Pedro no había conseguido autorización en 2023 ni 2024.
¿En qué se diferencia de la misa actual? Para quienes nunca la han presenciado, la misa tridentina puede resultar muy distinta: El idioma: se celebra casi íntegramente en latín, a diferencia de la misa actual que utiliza las lenguas locales. La orientación: el sacerdote reza de espaldas a los fieles y de cara al altar, en la misma dirección que la congregación. El rito: utiliza las fórmulas establecidas tras el Concilio de Trento (siglo XVI), vigentes durante más de 400 años, hasta la reforma litúrgica de 1970. Los fieles que la defienden aseguran que no es solo un ritual antiguo, sino un vínculo con la tradición y la solemnidad de la Iglesia de siglos pasados.
Entre tradición y unidad El regreso de esta liturgia a San Pedro tiene una fuerte carga simbólica. Representa el primer giro significativo del nuevo pontificado y un reconocimiento a los católicos que se sienten más identificados con la tradición. No obstante, en el Vaticano insisten en que la misa en latín no volverá a ser la norma. La misa moderna, en lenguas locales, seguirá siendo la forma principal de celebración en las parroquias, y los permisos especiales continuarán siendo requisito. La decisión, con partidarios y detractores, muestra el reto que tendrá León XIV en los próximos años: equilibrar tradición y unidad en una Iglesia global que sigue debatiendo su rumbo.
]]>