El primer ministro de Francia, Sébastien Lecornu, busca el apoyo de los socialistas en vísperas de una huelga contra los recortes
Una manifestación contra algo o contra alguien concreto es un problema. Pero una protesta sin destinatario concreto suele ser el final o el comienzo de algo, según se mire. Este jueves, Francia vuelve a la calle en una huelga que impactará de forma especial en el sector del transporte y de la sanidad. Los paros, en los que se prevé la participación de unas 800.000 personas y solo una semana después de la última movilización, fueron convocados cuando el ex primer ministro François Bayrou anunció en julio su plan de recortes de 44.000 millones de euros. Pero él ya no está y ese proyecto quedó en suspenso. La rabia, el desencanto y el malestar por la parálisis en la que lleva sumido el país desde hace más de un año, sin embargo, permanecen.