Primera Feria Cultural consolida la Ruta del Río Grande

Primera Feria Cultural consolida la Ruta del Río Grande

Los colores de la patria vibran de una manera singular en la Ruta del Río Grande, en La Cañada oaxaqueña. Rodeado de montañas, por donde serpentea una de las afluentes del Papaloapan, se ubica el municipio de Cuicatlán, ‘Tierra del canto’ donde hace unos días se reunieron en la plaza principal artesanos, músicos, bailarines, cocineras tradicionales, emprendedores de proyectos productivos, maestros mezcaleros, alfareros, tejedoras, bordadoras, cafeticultoras, apicultores, carboneros y gente de a pie con el propósito de celebrar la 1ª Feria Cultural de la Ruta del Río Grande, en Oaxaca.

Es día de fiesta en Cuicatlán, lo sabe todo el pueblo y lo confirma el presidente municipal, profesor Juan Hernández Cruz, “buenos días, sean bienvenidos” (nakumichindo keta va’ando, en la lengua de los Ñuu Savi, el pueblo de la lluvia). Una fiesta de color, de sabor, aromas y texturas, donde el mole no es cualquiera, sino que es de chilhuacle, un chile endémico de la región cuicateca; donde la abundancia de los cítricos distingue a su tepache, y el maíz, el chile y la calabaza se funden para crear una delicia con carácter –que aquí se conoce como ‘Chile caldo’–, o para elaborar los tamales de coloradito y amarillito, y donde manos artesanas son expertas en tejer la palma y destilar mezcal.

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Artesana cuicateca.Foto Cortesía Ayuntamiento de Cuicatlán.

Práctica ejemplar de salvaguardia

La 1ª Feria Cultural de la Ruta del Río Grande es una práctica ejemplar en materia de salvaguardia del patrimonio cultural de siete comunidades del municipio que integran el itinerario enclavado en el Valle de Tehuacán-Cuicatlán.

Así lo expone la doctora Nelly Robles García, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), impulsora de esta iniciativa a la que se han sumado, el propio INAH, desde luego el Ayuntamiento de Cuicatlán, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), la Embajada de Estados Unidos en México, la Fundación para la Reserva de la Biósfera Cuicatlán, la Alianza para el Financiamiento del Patrimonio Cultural (CHiFA, por su sigla en inglés), el Club Rotario de México, la Fundación American Express y la Fundación Andrew W. Mellon, entre otras instancias.

“La Ruta del Río Grande definida a través del elemento geográfico que ha forjado vidas, culturas, creencias, economías y formas de ver el mundo es una realidad para gestionar de manera colectiva posibilidad de desarrollo regional sostenible y respetuoso con su propia historia y con el medio ambiente”, expresó la doctora Robles García ante el representante del gobierno estatal, Francisco Javier Reyna Lucero, subsecretario de Fomento a la Lectura de la Secretaría de Culturas y Artes de Oaxaca; José Manuel Bañuelos Ledesma, director del Centro INAH Oaxaca, Francisco Vidargas Acosta, director de Patrimonio Mundial del INAH; y Fernando Reyes Flores, director de la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, que también se apersonaron a la inauguración de la feria para patentizar el respaldo oficial.

“Esta primera Feria Cultural de la Ruta del Río Grande trata precisamente de propiciar que las comunidades aquí presentes manifiesten por sí mismas sus enormes valores culturales y naturales”, amplió la arqueóloga.

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Arqueóloga Nelly Robles.Foto EE: Francisco de Anda

Nelly Robles García explica que en 2018 la UNESCO inscribió el Valle de Tehuacán–Cuicatlán, una extensión de casi 500 mil hectáreas que comparten Puebla y Oaxaca, en la Lista de Patrimonio Mundial como Bien Mixto, es decir, reconoció su valor universal excepcional como “Hábitat originario de Mesoamérica”, poseedor de una vasta diversidad biológica única en el mundo y abrigo de la historia humana que ha quedado plasmada en este corredor biocultural durante miles de años.

El Valle de Tehuacán–Cuicatlán es una área natural protegida desde hace dos décadas, donde habitan pueblos originarios y afromexicanos y conviven con un ecosistema único que alberga el 70% de la flora conocida en el mundo, compuesto por más de 3,000 especies de plantas, la mayoría de ellas endémicas, como el cardón, que puebla los bosques de cactáceas columnares más densos del planeta, o la Echeveria laui, una suculenta que tiene también su patente de origen en La Cañada; los bosques de encinos en la parte montañosa o las extensas superficies donde los magueyes crecen a placer.

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El Valle de Cuicatlán.Foto: Alexanderson Bolaño

Es un territorio semiárido donde la adaptación humana a los elementos de la naturaleza ha formado el temple y la cultura de sus pobladores. El ministro consejero de Diplomacia Pública de la Embajada de Estados Unidos en México, Silvio González, ofrece una postal que resume lo anterior en una frase: “Viniendo por la carretera, el paisaje me enseñó la importancia de la cultura oaxaqueña y de dónde provienen ustedes (…) esas montañas cortadas por un gran río que une a las comunidades”.

Luego elogió el intercambio histórico entre México y Estados Unidos, del que dijo, “estamos muy orgullosos”, y cerró con un “Yes, We can”, refiriéndose a esta Feria Cultural, como “el primer paso de muchos por lograr”.

Cuna de civilización

Además de ser la zona árida o semiárida con mayor diversidad biológica en toda América del Norte, de acuerdo con la UNESCO, descubrimientos arqueológicos en este territorio “han demostrado que es una de las cunas de civilización de México y el mundo”, explica la arqueóloga Robles García, donde se han encontrado vestigios milenarios de domesticación de plantas, incluyendo maíz, frijol y calabaza.

Mención especial merecen los abrigos rocosos que se han descubierto en este apartado territorio, que han sido celosos guardianes de la huella de la civilización humana, como La Cueva de las Manitas, en Santiago Dominguillo, donde pinturas rupestres de hace más de 5,000 años dan prueba de las actividades humanas en la Prehistoria.

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Cueva de Las Manitas.Foto EE: Francisco de Anda

Como suele suceder con estas declaratorias de la UNESCO, al tiempo que se detona un interés creciente por conocer y visitar los sitios patrimoniales, se presentan también los riesgos para su conservación y el surgimiento de proyectos turísticos que saturan las capacidades y comprometen la salvaguardia de los bienes naturales y arqueológicos o que marginan a las comunidades locales de los beneficios del turismo.

Por ello, en la parte que corresponde a Oaxaca, que tiene su epicentro en el municipio de Cuicatlán, el INAH, CHiFA, y la Fundación para la Reserva de la Biosfera Cuicatlán diseñaron un itinerario biocultural para promover la conservación y la visita sustentable, al que denominaron Ruta del Río Grande, y que transcurre por las comunidades de Santiago Dominguillo, San José del Chilar, Valerio Trujano, San Pedro Jaltepetongo, San Juan Bautista Cuicatlán, San Pedro Jocotipac y Santiago Quiotepec.

“Estas comunidades que forman parte del mosaico cultural que se conoce como la región de La Cañada, han sido el resultado de varios siglos de interacción cultural sumamente dinámica que originó grandes eventos que aportaron a la conformación de lo que la arqueología mexicana ha llamado Mesoamérica, entre ellos, la domesticación de plantas que generó el sistema milpa, con el maíz en el eje de su desarrollo; una secuencia arqueológica que no deja lagunas, es decir, una comprobada existencia de culturas permanentemente desde hace al menos diez mil años; y las rutas comerciales que permitieron el paso de productos desde y hacia el centro de México”, apuntó Nelly Robles.

Hace aproximadamente cinco años, el recorrido por la ruta biocultural estaba trazado solo en papel; hoy, gracias al esfuerzo colectivo de todos los involucrados es una realidad y la primera Feria Cultural de la Ruta del Río Grande es una fehaciente prueba de ello.

Además de las tareas de investigación y conservación en la Cueva de las Manitas, encabezadas por la propia arqueóloga Nelly Robles, con el apoyo de la Universidad de Harvard y la Universidad de Texas en Austin, las comunidades están organizadas y han construido cabañas aptas para el hospedaje de los visitantes que llegan a Santiago Dominguillo a conocer la gruta, a San José del Chilar para avistar guacamayas, a Santiago Quiotepec para recorrer la zona arqueológica, o a Valerio Trujano para visitar el pueblo de afrodescendientes con su exhacienda porfiriana y su antigua estación de ferrocarril y a San Juan Bautista Cuicatlán para saborear su gastronomía y su mezcal.

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Stand de Valerio Trujano.Foto EE: Francisco de Anda

El baile de la tortolita

La fiesta atrajo a los habitantes del municipio, que degustaron platillos tradicionales de la cocina cuicateca al son de la banda y la marimba, y pudieron conocer, además de la oferta educativa de nivel superior afincada en la región, los esfuerzos que realizan las comunidades con apoyo del Club Rotario de México para la construcción de represas para el manejo sostenible del agua, los proyectos de la Fundación para la Reserva de la Biosfera Cuicatlán y algunas otras iniciativas locales.

Y como dicen que sin música ni baile no hay fiesta, la inauguración fue amenizada por la Banda Infantil y Juvenil Dkaya Ytivi (‘Niños que tocan’, en Tu’un Savi, el idioma de los Ñuu Savi, conocidos como mixtecos) formada en la Casa de la Cultura Municipal, y luego siguió la Marimba del Estado de Oaxaca, para concluir la jornada con el ballet folclórico del CECyTE 02 de Cuicatlán, a cargo de la maestra Emelia Martínez Contreras que, entre otras piezas, interpretó ‘El baile de la tortolita’.

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Baile de la tortolita.Foto EE: Francisco de Anda

Un momento que conmovió ese día –6 de septiembre– a los asistentes a la feria fueron las palabras del niño Dariel Santiago Carrasco Cruz, alumno de 4° año de primaria de la comunidad de Santiago Dominguillo: “Nosotros tenemos el privilegio de custodiar una joya del pasado: la Cueva de las Manitas, un sitio arqueológico con pequeñas manos pintadas en piedra, que los ancestros dejaron como testimonio silencioso”.

Y continuó: “La Ruta del Río Grande no es sólo un camino que atraviesa montañas, cañadas y ríos. Es una travesía por la memoria, por los saberes ancestrales, por las tradiciones vivas, por la espiritualidad y el trabajo de nuestros pueblos. Es una forma de mirar nuestro territorio no sólo como un espacio geográfico. Es también un proyecto de futuro. Nos enseña a vivir con respeto, a conservar lo que tenemos, y a compartirlo con el mundo con responsabilidad. No se trata solo de atraer visitantes, sino de mostrar que podemos vivir de manera sostenible, sin destruir lo que nos da vida”.

“Me emociona ser parte de un momento histórico. Saber que mi voz puede ayudar a preservar la cultura, que mi generación puede aprender a cuidar lo que muchas veces ha sido olvidado o ignorado. Que el amor por la tierra y por nuestras raíces no es solo cosa de los mayores, sino también de nosotros, los niños”, afirmó Dariel Santiago.

Un documental sin maquillaje

Mención especial merece el estreno del documental “La Ruta del Río Grande”, del cineasta y documentalista oaxaqueño Alexanderson Bolaño de la Lanza, que contó con el apoyo de la Embajada de Estados Unidos en México para su producción.

“Es un documental padrísimo, 26 minutos de pura pasión, que nos llevó nueve meses, pero la planeación comenzó hace dos años. En general es una invitación para que conozcan esta zona, para que se enamoren, pero sobre todo para que se animen a tener una experiencia completamente nueva, que por lo general no vivimos por irnos a lugares a los que siempre vamos”, nos dice Bolaño.

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Alexanderson Bolaño, cineasta.Foto EE: Francisco de Anda

Y agrega: “Hay un ingrediente clave en el documental, que es mostrar la realidad del entorno, retratar el mundo como es, sin maquillaje, sin segundas tomas, y permitiendo que las personas cuenten su historia”.

Para finalizar, Norma Barbacci, representante de CHiFA, organización cuyo apoyo ha sido fundamental para apoyar la investigación, el programa de capacitación en turismo comunitario en tres comunidades y la realización de la propia Feria Cultural de la Ruta del Río Grande, anunció que en diciembre próximo estará concluido un Centro de Interpretación y de Atención a Visitantes en la comunidad de Santiago Dominguillo, que contará con cinco salas, un jardín de cactáceas interpretativo y un espacio de usos múltiples, que busca “busca educar y sensibilizar sobre el patrimonio local fortaleciendo la identidad y la conexión con el territorio, impulsando oportunidades económicas y de turismo sostenible” donde convivan con armonía y respeto patrimonio, naturaleza y comunidades”

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Centro de visitantes en Santiago Dominguillo.Foto EE: Cortesía

Agregó que ampliarán el programa de guías turísticos comunitarios y contribuirán al fortalecimiento de las redes locales “para que los habitantes de la región compartan su cultura, su lengua y su patrimonio”.

Documental “La Ruta del Río Grande”:

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