La información es el “nuevo oro”

La información es el “nuevo oro”

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La economía global vive un viraje. El valor ya no se mide en reservas de petróleo o en toneladas de metales preciosos, sino en la capacidad de gestionar información. Este recurso se ha convertido en un activo estratégico tanto para empresas como para gobiernos, al ser clave para anticipar tendencias, mejorar procesos y generar valor en la economía digital. Para Tesla, la personalización es la clave. La automotriz, que ya ha roto paradigmas en movilidad eléctrica, apuesta ahora a que la información será el recurso que permita anticiparse a los clientes. “El nombre del fuego del futuro se llama personalización a través de la información. La información es el nuevo oro, porque quien tiene la información ya es capaz de adelantarse a las necesidades de sus usuarios y es quien va a ganar, quien va a tener menos fricción en el futuro”, dijo Teresa Gutiérrez, country manager de Tesla México, durante su participación en el Expansión CEO Summit 2025. La directiva recordó además que Elon Musk ha planteado el concepto de Sustainable Abundance, que parte de cómo resolver problemas globales para generar bienestar sostenible con ayuda de la tecnología. “Nos faltan aún años para seguir trabajando en ello, pero creo que integrando las tecnologías a realmente buscar la plenitud y lo mejor para la sociedad, es el camino. La tecnología debe de estar al servicio de la humanidad para llegar a ser mejor”, agregó.


Desde otra trinchera, la de la consultoría en comunicación y reputación corporativa, LLYC insiste en que los datos no tienen valor por sí mismos, sino en la medida en que impulsan un cambio cultural en las empresas. Para David González, director general región norte de América Latina de la firma, la transformación pasa por replantear la forma en que se toman decisiones. “También no tomar decisiones es una mala decisión. ¿Cómo somos capaces de cambiar el mindset para dejar de pensar en acumular más y más datos y empezar a pensar cómo los organizamos para tomar decisiones? Y además la tecnología es un disruptor que provoca otras muchas cosas”, comentó. El costo de no hacerlo puede ser muy alto. Datos de McKinsey muestran que una toma de decisiones ineficaz puede costar hasta 250 millones de dólares anuales a una empresa grande. Para González, el verdadero reto está en que los datos dejen de ser un inventario pasivo y se conviertan en motor de acción. David González, director general región norte de América Latina en LLYC, coincidió en que la ventaja competitiva surge cuando la información se convierte en un insumo para la toma de decisiones. Sin embargo, advirtió que no se trata de un proceso sencillo. “También no tomar decisiones es una mala decisión. ¿Cómo somos capaces de cambiar el mindset para dejar de pensar en acumular más y más datos y empezar a pensar cómo los organizamos para tomar decisiones? Y además la tecnología es un disruptor que provoca otras muchas cosas”, comentó González en el panel Innovar para Transformar: El poder de la tecnología en los negocios. El reto, subrayó, está en pasar de la acumulación de datos al diseño de metodologías que permitan integrarlos de manera práctica en la operación cotidiana. De no hacerlo, el costo puede ser elevado: estimaciones de McKinsey apuntan a que la ineficiencia en la toma de decisiones puede representar pérdidas de hasta 250 millones de dólares anuales en compañías de gran tamaño. La discusión también giró hacia la importancia de aplicar la información en la formación de talento. Sujat Bose, director de AI Cloud y Ventas de TCS LATAM, explicó que en su empresa la capacitación constante ha sido decisiva para adaptarse a los cambios tecnológicos y avanzar en áreas como programación, business intelligence y gestión de bases de datos. Para lograrlo, TCS ha impulsado alianzas con universidades y gobiernos, buscando sinergias que permitan el desarrollo de habilidades adaptativas en cada mercado donde opera. “Lo más importante aquí es que cuando contratamos a alguien, buscamos skills, que no tengan conocimientos estáticos, que traigan una capacidad de aprender de manera continua, que no sepan todo, pero que puedan entender todo, que puedan aplicar”, expuso Bose. El énfasis en la capacitación refleja la necesidad de contar con perfiles dinámicos, capaces de evolucionar al ritmo de la innovación tecnológica. Más que conocimientos fijos, las empresas priorizan ahora la habilidad para aprender de forma continua y aplicar lo aprendido en distintos escenarios. Gobiernos locales también reconocen el valor estratégico de la información. El estado de Yucatán, por ejemplo, ha impulsado convenios con empresas tecnológicas como Uber Eats, con el objetivo de digitalizar a pequeñas y medianas empresas de la región y ampliar su competitividad en el entorno digital. Este esfuerzo responde a la visión de que los datos no solo son un recurso empresarial, sino también una palanca de desarrollo económico y social. Su correcta gestión permite generar ecosistemas más productivos y preparados para enfrentar disrupciones. El consenso es que los datos solo tienen valor cuando se convierten en acción. La apuesta está en transformar la información en decisiones que reduzcan fricciones y generen oportunidades. La riqueza del futuro, coinciden, estará en la capacidad de organizar datos, aplicarlos y traducirlos en resultados tangibles. En esa carrera, las compañías y gobiernos que sepan hacerlo serán quienes acumulen el verdadero capital del siglo XXI.

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