Cronología del 11 de septiembre: así fue el atentado contra las Torres Gemelas en 2001

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9:59 am La torre sur del WTC se desploma en 10 segundos, en medio de un diluvio de fuego, acero y polvo. El impacto es tal que jamás se encontraron los rastros de ADN de cientos de víctimas. 10:28 am La torre norte del WTC se derrumba 102 minutos después de haber sido atacada. Una inmensa nube de polvo cubre todo el sur de Manhattan. 1:04 pm George W. Bush, evacuado a la base aérea de Barksdale, Luisiana, pone a las fuerzas armadas en “estado de alerta máxima” y promete “perseguir y castigar a los cobardes responsables” de los atentados. El presidente es trasladado luego a la base aérea de Offutt, en Nebraska (centro), antes de regresar a la Casa Blanca a las 7:00 pm. 8:30 pm George W. Bush se dirige a los estadounidenses desde el despacho oval de la Casa Blanca y denuncia “actos terroristas despreciables, malvados”.
¿Qué se sabe del vuelo 93? El vuelo 93 de United Airlines que viajaba de Newark a San Francisco se estrelló a las 10:03 en el campo en Shanksville, Pensilvania, con 44 personas a bordo, incluidos cuatro yihadistas. Algunos pasajeros, informados por teléfono celular de lo que estaba ocurriendo en Nueva York, lucharon contra los terroristas que habían secuestrado el avión e impidieron que éste se estrellara contra el Congreso, el Pentágono o la Casa Blanca en Washington DC.
Consecuencias de los atentados del 11 de septiembre Estados Unidos se creía intocable después de ganar la Guerra Fría. Los atentados, sin embargo, mostraron la vulnerabilidad del país norteamericanos y destrozaron las esperanzas de un futuro pacíficos. “El 11-S marcó el inicio de la pérdida del poder de Estados Unidos con respecto a otros países”, dijo a la agencia EFE un profesor emérito de seguridad nacional en la American University, Gordon Adams. En la década de 1990, Estados Unidos disfrutó de una hegemonía global y de un nivel de riqueza prácticamente inéditos en la historia, un poder que parecía no tener límites. “Había una sensación de exuberancia, y nada simbolizaba esa exuberancia mejor que esas dos torres gigantes, de 110 pisos cada una, que llegaban hasta el cielo, dominando el horizonte de Nueva York, e incluso podría decirse que el de Estados Unidos y del mundo”, relató a la agencia española el historiador y psicólogo Charles Strozier. Tras la caída de las Torres Gemelas, Strozier entrevistó a decenas de supervivientes, familiares de víctimas y testigos, y constató el efecto de los ataques en una generación de estadounidenses que había crecido temiendo un ataque nuclear, y cuyos miedos persistían “bajo la superficie calmada” de finales del siglo XX. “Los ataques (del 11-S) tuvieron una dimensión apocalíptica. Fue un desastre a tal escala que hizo sentir a la gente que (…) el mundo se podía acabar”, explicó el experto. “Estados Unidos era un animal herido; un animal herido con un enorme poder militar”, añadió Strozier.
Operación “Libertad duradera” Nueve días después de los atentados, el entonces presidente George W. Bush formuló en un discurso una pregunta que tenía al país en vilo y le dio una respuesta que marcaría los siguientes 20 años. “Los estadounidenses se están preguntando, ¿por qué nos odian? Odian lo que ven aquí mismo, en esta cámara: un gobierno elegido democráticamente”, dijo el presidente desde la sede del Congreso. Bush lanzó la operación “Libertad Duradera” el 7 de octubre de 2001, tras los ataques del 11 de septiembre que mataron a cerca de 3,000 personas en suelo estadounidense. El entonces régimen islamista talibán en el poder en Kabul daba refugio al yemenita Osama bin Laden y a su red Al Qaeda, los responsables del ataque. Washington exigía a los talibanes la entrega de Bin Laden, a lo que el movimiento islamista se negó. “El Talibán debe actuar inmediatamente. Nos tienen que entregar a los terroristas o compartirán su destino”, dijo Bush. En pocas semanas, la coalición internacional liderada por Bush derrotó y sacó del poder a los talibanes, que habían ocupado Kabul tras largos años de guerra civil, en 1996. Además de los ataques aéreos, Washington dio apoyo a la Alianza del Norte, una serie de tribus que peleaban contra los talibanes. Al 1 de noviembre, Estados Unidos ya tenía desplegados 1,000 soldados en territorio afgano, que pasarían a ser 10,000 al año siguiente. “Los hombres y mujeres de Afganistán están construyendo una nación libre, orgullosa y combaten el terrorismo; Estados Unidos está honrado de ser su amigo”, aseguró entonces Bush.
La guerra olvidada La atención de Estados Unidos se desvió de Afganistán con la siguiente aventura militar, la invasión de Irak en 2003 para derrocar al dictador Sadam Hussein, acusado de tener armas de destrucción masiva. Este señalamiento fue desmentido años más tarde. Los talibanes y otros grupos islamistas se reagruparon en el sur y el este de Afganistán, desde donde podían viajar a las zonas tribales de Pakistán, y empezaron un movimiento de insurgencia. La jefatura militar estadounidense pidió en 2008 más refuerzos. El presidente Bush aprobó el despliegue de 48,500 soldados adicionales. En 2009, Barack Obama —elegido presidente con la promesa de que acabaría con las guerras en Irak y Afganistán— aumentó el despliegue de tropas a 68,000. En diciembre vuelve a mandar 30,000 más. El objetivo era sofocar la insurgencia talibán y fortalecer las instituciones afganas. “Afganistán no está perdido, pero durante varios años ha ido en reversa. No hay una amenaza inminente de que el gobierno de ese país caiga, pero el Talibán ha ganado fuerza”, decía Barack Obama. En 2010 más de 150,000 soldados extranjeros estaban en suelo afgano, de los cuales 100,000 eran estadounidenses.
La muerte de Osama Bin Laden Bin Laden murió el 2 de mayo de 2011 en una operación de las fuerzas especiales estadounidenses en Pakistán. La OTAN anunció el 31 de diciembre de 2014 el fin de su misión de combate en Afganistán.
Pero de acuerdo a pactos firmados meses antes, 12,500 soldados extranjeros —9,800 estadounidenses— se quedaron en Afganistán para entrenar a las tropas afganas y llevar a cabo operaciones puntuales antiterroristas. “Después de los sacrificios hechos, queremos preservar lo ganado y asegurar que Afganistán nunca más ataque nuestro país”, señalaba Obama.
ISIS y el regreso de la amenaza terrorista La seguridad en Afganistán volvió a empeorar con la nueva expansión de la insurgencia talibán, y la aparición del grupo yihadista Estado Islámico (EI) a principios de 2015. Obama reduce el ritmo de retirada de tropas en julio de 2016 y anuncia que 8,400 seguirán en Afganistán hasta 2017. “Quiero que el pueblo afgano entienda: Estados Unidos busca un fin a la guerra y al sufrimiento. No tenemos interés en ocupar su país”. Barack Obama. En abril de 2017, ya bajo el gobierno de Donald Trump, Estados Unidos lanza la mayor bomba convencional jamás utilizada en combate contra una red de túneles y cuevas del EI en el este de Afganistán. Según responsables afganos, mató 96 yihadistas. Trump canceló canceló en agosto de 2017 el calendario de retirada de tropas y volvió a mandar miles de soldados. A mediados de noviembre de 2017, unos 3,000 soldados llegaron para reforzar la tropa de 11,000 militares ya presentes. Los ataques contra fuerzas afganas se multiplicaron, algo que Estados Unidos respondió con un gran aumento de ataques aéreos. “Si quisiéramos pelear una guerra en Afganistán y ganarla, podría tener la victoria en una semana, solo no quiero matar a 10 millones de personas”, aseguraba Trump.
Proyectos de retirada Washington y los talibanes iniciaron discretamente a mediados de 2018 conversaciones en Doha, Qatar. El equipo estadounidense estaba liderado por el enviado especial Zalmay Khalilzad, cuya misión era acabar con la presencia militar en Afganistán. Estados Unidos exigió a los talibanes que impidieran que Afganistán se conviertiera en una base para grupos yihadistas como Al Qaeda. La violencia talibán no cesó, y en septiembre de 2018 Trump canceló las negociaciones, enfadado por la muerte de un soldado estadounidense en un ataque en Kabul. Las negociaciones se reanudaron el 7 de diciembre de 2018 en Doha. Un nuevo ataque, cerca de la base aérea de Bagram, en las afueras de Kabul, volvió a provocar su suspensión. Los talibanes y Estados Unidos firmaron el 29 de febrero de 2020 un histórico acuerdo en Doha para la retirada de las tropas estadounidenses con un calendario de 14 meses y una serie de compromisos mutuos. “Lidiamos bien con el Talibán. Son muy duros, muy inteligentes, muy agudos. Pero ya van 19 años e incluso ellos ya están cansados de pelear”, presumió Trump. El 12 de septiembre de 2020 se abrieron las primeras negociaciones de paz directas entre los insurgentes y Kabul, aunque la violencia continuó y se multiplicaron los atentados contra periodistas, jueces, médicos y miembros de la sociedad civil.
Una salida caótica de Afganistán El 15 de enero de 2021 el Pentágono anunció que el ejército estadounidense redujo sus efectivos en Afganistán a 2,500 soldados. El 13 de abril, el nuevo presidente Joe Biden decidió que las tropas estadounidenses permanecerían en Afganistán más allá del 1 de mayo, la fecha en la que debían abandonar ese país según las disposiciones de Trump. En todo caso, la retirada sería completada y “sin condiciones” antes del 11 de septiembre, advirtió Biden. A principios de julio, Biden anunció que la fecha definitiva de la retirada de todas las tropas estadounidenses de Afganistán sería el 31 de agosto. La decisión fue muy cuestionada por diversos especialistas en seguridad y terrorismo, pues los talibanes ganaban terreno con rapidez en diversas zonas del país. El 1 de mayo, se inició de manera oficial la partida de los últimos 2,500 soldados estadounidenses y 7,000 de la OTAN. Después de esto, los talibanes iniciaron una ofensiva que terminó con la caída de Kabul, la capital afgana, el 15 de agosto. El regreso de los islamistas al poder obligó a los occidentales a evacuar precipitadamente desde el aeropuerto de Kabul a sus ciudadanos y afganos que podían ser objeto de represalias de los talibanes, especialmente por haber trabajado para las fuerzas extranjeras.
En 16 días, Estados Unidos y sus aliados evacuaron a 120,000 personas de Afganistán, pero miles de ciudadanos afganos que cooperaron con los occidentales, fueron dejados atrás. La guerra dejó decenas de miles de afganos fallecidos y 2,400 soldados estadounidenses muertos. Los últimos 13 fueron asesinados el 26 de agosto en un atentado con bomba contra el aeropuerto de Kabul y que fue reivindicado por el Estado Islámico. “Me mantengo firme en mi decisión. Tras 20 años he aprendido de la manera más dura que nunca hubo un buen momento para retirar las fuerzas de Estados Unodos”, dijo Biden. El 30 de agosto de 2022 a las 7:29 GMT (2:29 pm, hora del Centro de México) el último avión estadounidense, con el hasta entonces embajador en Afganistán y un general fueron los últimos estadounidenses en abordar un vuelo de evacuación.
Un régimen contra las mujeres Desde su retorno al poder en 2021, las autoridades talibanas impusieron una interpretación estricta del islam. Las mujeres y las jóvenes no tienen acceso al liceo y la universidad, ni a parques o gimnasios. La mayoría no son autorizadas a trabajar para agencias de Naciones Unidas o ONG, y miles fueron despedidas de su puesto en el gobierno o pagadas para que se queden en casa.
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