Sector agroalimentario: competitividad en entredicho por desafíos urgentes

El sector agroalimentario mexicano ha logrado avances en programas sociales y de apoyo gubernamentales, pero persisten desafíos urgentes que impactan la productividad y competitividad, y que no han sido abordados o han sido tratados de forma insuficiente en el informe presidencial, dijo Juan Carlos Anaya, director general de Grupo de Consultores de Mercados Agrícolas (GCMA).

Anaya subrayó que el sector enfrenta problemáticas de gran calado que no fueron visibilizadas adecuadamente. “La sequía es un factor crítico no abordado, afectando directamente la productividad y la disponibilidad de agua para riego. La caída en los precios internacionales de granos básicos como maíz, trigo y sorgo, se traduce en una menor rentabilidad para los productores nacionales, sin que se hayan articulado medidas de mitigación efectivas”.

Otro punto débil, según el director de GCMA, es la ausencia de nuevas políticas de financiamiento y seguros agropecuarios modernos, dejando a los productores expuestos a riesgos climáticos y de mercado.

En el ámbito de la política agroexportadora, Anaya criticó la falta de estrategia para la apertura de exportaciones de ganado en pie, lo que resta competitividad a México frente a Sudamérica, y la omisión del arancel al tomate, que afecta gravemente a productores exportadores, especialmente en el noroeste del país.

Además, el especialista señaló la limitación de los programas generalizados, que carecen de un enfoque regional y una política integral diferenciada, provocando que los estados con excedentes no reciban apoyos equitativos, “la mala situación de las carreteras rurales y regionales también incrementa los costos logísticos y reduce la competitividad”.

Anaya también puso énfasis en problemáticas específicas como la presión por importaciones de azúcar y la caída en los precios de la caña para el sector cañero, así como los efectos de la inseguridad en el campo, manifestados en pagos de derechos de piso, extorsión y amenazas.

No obstante, dijo que hay avances reportados por la administración como es “la narrativa de autosuficiencia alimentaria como estrategia en productos clave como frijol, maíz, arroz, carne y leche, así como la protección al maíz nativo y la prohibición de transgénicos. Resalta el aumento del 17% en la producción de fertilizantes con la reactivación de plantas petroquímicas y la tecnificación de riego en 18 distritos agrícolas.

Los programas sociales y productivos como “Producción para el Bienestar“, “Sembrando Vida“, “Bienpesca“, “Precios de Garantía” y “Leche Bienestar” son vistos como positivos, ya que fortalecen los ingresos de pequeños productores y aumentan la cobertura de apoyos, especialmente en comunidades vulnerables.

Para Juan Carlos Anaya, si bien la política pública mantiene una narrativa de soberanía alimentaria y los programas sociales son importantes, “no sustituyen la necesidad de una política agroalimentaria integral y de largo plazo. Esta política, según el director de GCMA, debe combinar seguridad alimentaria, productividad, competitividad internacional y resiliencia climática, abordando de manera efectiva los desafíos estructurales que actualmente limitan el pleno desarrollo del campo mexicano.

rrg

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