El fino equilibrismo de las Fuerzas Armadas de Brasil ante el juicio a Bolsonaro
El día que Dilma Rousseff llegó al poder, el mundo vio a la primera presidenta en la historia de Brasil. Pasó más desapercibido que una víctima de la dictadura asumía la jefatura del Estado. A ella —una guerrillera que nunca pegó un tiro— no le tembló la mano para crear una comisión de la verdad, algo que los militares nunca le perdonaron. Tampoco Jair Messias Bolsonaro, que, cuando nadie imaginaba que aquel misógino zafio llegaría a presidente, dedicó su voto en el impeachment de Rousseff al militar que la torturó en la dictadura. Ahora que el Tribunal Supremo ha ordenado sentar en el banquillo a Bolsonaro, se recuerda que ningún mandatario brasileño fue juzgado por golpismo. Y es cierto. Pero, como recalcan los que conocen las entretelas de las Fuerzas Armadas, el verdadero hito histórico es que varios generales brasileños rendirán cuentas ante un tribunal por intentar alcanzar el poder de manera ilegítima. A fin de cuentas, Bolsonaro no pasó de capitán.