Plan Nacional Quirúrgico en México: una inversión esencial para la salud pública y el desarrollo económico

La salud es uno de los cimientos del desarrollo y el bienestar social, y la cirugía se erige como un pilar indispensable de cualquier sistema de salud efectivo. En México, la ausencia de un Plan Nacional Quirúrgico no solo limita el acceso equitativo a procedimientos quirúrgicos esenciales, sino que además acarrea pérdidas económicas y sociales considerables que afectan la competitividad y el crecimiento sostenible del país.

De acuerdo con la Comisión Lancet sobre Cirugía Global, un 30% de la carga global de

enfermedad corresponde a padecimientos que requieren algún tipo de intervención quirúrgica para su resolución; sin embargo, cerca de 5,000 millones de personas en el mundo carecen de acceso a cirugía segura y asequible cuando la necesitan. En el caso de México, se estima que al menos 20% de la población enfrenta barreras significativas para acceder a cirugías esenciales (por ejemplo, procedimientos obstétricos, cirugías de trauma o oncológicas). Esta brecha repercute directamente en la productividad y genera costos sustanciales de atención tardía o inadecuada.

Los datos hablan por sí mismos: un informe del Banco Mundial señala que la falta de acceso

oportuno a cirugía puede costar hasta 1.5–2% del Producto Interno Bruto (PIB) anual en

países en desarrollo. Para México, con un PIB de alrededor de 1.4 billones de dólares en 2023, esta cifra se traduciría en pérdidas que podrían rondar entre 21,000 y 28,000 millones de dólares al año, recursos que, invertidos oportunamente, podrían destinarse a infraestructura hospitalaria, programas educativos y de bienestar social o proyectos estratégicos de innovación.

Además del impacto económico, la carencia de un plan quirúrgico nacional cobra una factura importante en salud pública, medible mediante el indicador de años de vida ajustados por discapacidad (DALYs). Condiciones tratables con cirugía —fracturas, hernias, apendicitis complicada, cáncer, emergencias obstétricas— generan una cantidad sustancial de DALYs en el país. Retrasar la atención quirúrgica o brindar atención de baja calidad no solo incrementa la tasa de mortalidad y discapacidad, sino que profundiza la desigualdad en áreas marginadas y vulnerables.

Por el contrario, invertir en servicios quirúrgicos esenciales ofrece un importante retorno de

inversión. Múltiples estudios estiman que cada dólar destinado a cirugía esencial puede producir entre tres y diez dólares en beneficios económicos, derivados de la reducción de costos futuros, el aumento de la productividad laboral y la prevención de discapacidad.

Un ejemplo claro es el trauma, principal causa de mortalidad y discapacidad en personas en edad productiva: en México, los accidentes se asocian con pérdidas superiores al 1.5% del PIB anual por muerte prematura y años de vida con discapacidad. Contar con infraestructura adecuada y acceso oportuno a servicios quirúrgicos, incluyendo cirujanos, anestesiólogos y personal de enfermería capacitados, podría prevenir muchas de estas muertes y discapacidades, disminuyendo el peso económico que recae sobre familias y el Estado.

La experiencia internacional respalda esta visión. Varias naciones que han adoptado Planes

Nacionales de Cirugía (como Etiopía o Zambia) parecen ya tener mejoras en la eficiencia del

gasto en salud y disminución de gastos catastróficos, fortaleciendo así el tejido social. Además, garantizar el acceso quirúrgico universal no solo salva vidas, sino que refuerza la capacidad de respuesta ante desastres naturales o emergencias sanitarias como la que vivimos durante la pandemia de covid-19.

Implementar un Plan Nacional Quirúrgico exige la coordinación de gobierno, sector privado,

instituciones académicas y sociedad civil. Para ello, se requiere:

1. Distribución equitativa del personal y tecnología o Asegurar la presencia de cirujanos, anestesiólogos y obstetras (SAO) en las zonas más rezagadas, de acuerdo con los estándares internacionales (20–40 SAO por cada 100,000 habitantes). Mejorar la infraestructura hospitalaria y el equipamiento en regiones con alta demanda pero recursos limitados.

2. Fortalecimiento de la formación continua o Impulsar programas de capacitación y actualización para cirujanos, anestesiólogos y personal de enfermería con énfasis en atención primaria y perioperatoria. Fomentar el uso de inteligencia artificial y telemedicina así como otras tecnologías innovadoras que permitan la supervisión y asesoría a distancia.

3. Establecimiento de redes integradas de atención. Optimizar la referencia, contrarreferencia y comunicación en general entre hospitales de primer, segundo y tercer nivel de atención, de modo que los pacientes reciban el cuidado quirúrgico adecuado en tiempo y forma. Implementar protocolos de calidad y seguridad, incluyendo indicadores de

resultado quirúrgico y registro de complicaciones.

Más que un gasto, un Plan Nacional Quirúrgico debe ser visto como una inversión estratégica.

Cada cirugía bien realizada puede significar un individuo que regresa a su vida productiva, un familia que evita empobrecerse por gastos de bolsillo y un sistema de salud que refuerza su capacidad de respuesta ante emergencias.

En un momento en el que la cobertura universal y la equidad en salud figuran como prioridades nacionales, la oportunidad de diseñar e implementar una estrategia quirúrgica no debería aplazarse más. Los beneficios superan con creces los costos, y el margen de ganancia —económica y social— es amplísimo: vidas que se salvan, discapacidades que se evitan y miles de millones de dólares potencialmente recuperados.

Paul Farmer y Jim Yong Kim describieron en 2008 a la cirugía como el “hijo adoptivo olvidado de la salud pública”, destacando cómo esta disciplina, esencial para la salud global, ha permanecido históricamente excluida de las prioridades sanitarias nacionales e internacionales.

Hoy, México tiene la oportunidad de revertir esta situación histórica. Es indispensable que trabajemos en forma colaborativa para avanzar en el campo de la cirugía global en nuestro país.

La cirugía universal puede y debe ser una realidad en México. La evidencia es contundente y el llamado a la acción ineludible: invertir hoy en un Plan Nacional Quirúrgico no solo significa un paso firme hacia la justicia social, sino que sienta las bases para un futuro más próspero, equitativo y resistente para todos los mexicanos.

  • El autor es director general del Hospital Español de Veracruz, miembro de National Institute of Health Research Unit on Global Surgery México Hub.

admin