Un ajuste de control al IEPS con eficiencia recaudatoria para el Estado Mexicano

En la industria, en el sector público y en la vida, reflexionar y ajustar es signo de sabiduría y madurez. En materia fiscal, ha llegado el momento de realizar un cambio necesario al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) aplicable a las bebidas alcohólicas, es decir, un ajuste de control que combine eficiencia recaudatoria, equidad y salud pública. 

En conjunto con la industria unida, desde la Comisión para la Industria de Vinos y Licores (CIVyL) impulsamos la modernización del esquema tributario para las bebidas alcohólicas. El objetivo es alinearlo con los mejores esquemas internacionales, con beneficios comprobados en la recaudación, la evasión y el consumo nocivo de alcohol.

Nuestra propuesta no es reducir impuestos, sino cobrar el IEPS en función del contenido de alcohol de cada bebida -una práctica aplicada por nuestros socios comerciales de América del Norte (EUA y Canadá) y de Europa occidental- en vez de cobrarlo sobre el precio del producto, como se hace hoy en día en México y otros países de América Latina. Se trata de reconocer un principio elemental: alcohol es alcohol, sin importar la presentación en que se consuma.

Esta propuesta fortalece la fiscalización dado que concentra el cobro del impuesto en el primer eslabón de la cadena productiva. Es decir, los principales responsables del pago de impuestos serán los fabricantes, importadores y envasadores. Esto permite simplificar la fiscalización, reducir espacios para la evasión fiscal y facilitar el trabajo del Servicio de Administración Tributaria (SAT).

Al limitar los puntos de cobro del IEPS, se desincentiva al mercado ilegal y disminuye la competencia desleal para la industria formal que cumple con sus obligaciones de pagar impuestos. El resultado es claro: no se pierde recaudación, sino que se fortalece. Se generan mayores ingresos para el gobierno y se reducen riesgos a la salud pública a raíz del consumo de productos no regulados.

Modernizar el IEPS aplicable a las bebidas alcohólicas no es una propuesta aislada, sino forma parte de una conversación más amplia que involucra la construcción de un sistema fiscal eficiente y alineado a los desafíos actuales.

El Colegio de México recientemente compartió los resultados de una investigación llevada a cabo por Gerardo Esquivel y William Peralta que compara los pros y contras de mantener el sistema actual de un impuesto sobre el valor o de optar por un esquema específico al contenido de alcohol. Su análisis incluyó variables como eficiencia de mercado, salud pública a través de la reducción de un consumo nocivo; equidad distributiva y la capacidad recaudatoria. La conclusión es contundente: un esquema específico no solo es progresivo y justo, sino que también implica una disminución del consumo nocivo y podría aumentar la recaudación fiscal hasta en un 70% si también se reduce la evasión como resultado de la misma reforma.

Este ajuste de control al IEPS se alinea con los compromisos del gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum de no crear nuevos impuestos, no subir tasas y encima mejorar la eficiencia recaudatoria. No está de más destacar que subir las tasas sería un incentivo para el fortalecimiento del mercado negro, mientras que modernizar el IEPS representa una vía responsable y equilibrada.

Llevamos más de cuatro décadas con la aplicación de un IEPS que tiene claras oportunidades de mejora. Hoy estamos ante la oportunidad de desincentivar el consumo de bebidas de mayor contenido alcohólico y afectación a la salud, al tiempo que podemos incrementar la recaudación fiscal. Este cambio implica una situación ganar-ganar-ganar para la sociedad, las arcas públicas y la industria formal. El momento de avanzar es ahora y hacerlo juntos marcará la diferencia.

*Panambí Garcés es Directora General de la Comisión para la Industria de Vinos y Licores (CIVyL).

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