Brecha entre discurso y acción en sostenibilidad corporativa

En el complejo ecosistema de los negocios de hoy, la sostenibilidad corporativa ha trascendido su estatus de tendencia pasajera para consolidarse como un pilar fundamental de la estrategia empresarial. Atrás quedaron los días en que era vista como una labor filantrópica, relegada a un informe de relaciones públicas. Hoy, es un imperativo que define la reputación, la rentabilidad y la resiliencia de una organización. Sin embargo, en México, la distancia entre las intenciones declaradas y las acciones tangibles de las empresas de mayor influencia exige escrutinio crítico y acción decidida.

La relevancia de la sostenibilidad no es una cuestión de moda, sino una respuesta directa a las presiones del mercado global. Los inversionistas consideran no solo por el desempeño financiero tradicional, sino además las métricas de ESG (Ambiental, Social y de Gobernanza). Los consumidores, y más las nuevas generaciones, son más exigentes con las marcas, eligiendo aquellas que demuestran un compromiso social y con el medio ambiento. Las regulaciones nacionales e internacionales se hacen más estrictas. Las interrupciones en las cadenas de suministro a causa de eventos climáticos o sociales se han convertido en una amenaza real. En este nuevo contexto, una estrategia de sostenibilidad robusta ya no es una opción, sino una condición para la competitividad y la permanencia.

Pero ¿cómo se encuentra México en este panorama? Esta pregunta se responde en Pulso Corporativo Sostenible 2025: lo que reportan las Empresas Líderes en México. Esta investigación exhaustiva, realizada por la Universidad Panamericana en colaboración estratégica con la prestigiosa consultora Roland Berger, ofrece un panorama revelador: el 84% de las 100 empresas líderes del país, seleccionadas por importancia y volumen de ventas, afirma reportar públicamente sus avances en sostenibilidad. Un dato que, a primera vista, resulta prometedor y demuestra que el tema ya está en la agenda corporativa. No obstante, al analizar el contenido de sus informes, se percibe una oportunidad de profundización que expone una brecha significativa.

Una pieza clave en los Informes de Sostenibilidad es el análisis de materialidad de las empresas. Estos estudios permiten entender el impacto de los asuntos más relevantes en temas ESG, tanto para sus stakeholders como para el éxito del negocio. Actúan como la brújula de la estrategia, identificando los temas realmente prioritarios. En Pulso Corporativo Sostenible 2025, los temas más relevantes resultaron ser el cambio climático, el riesgo y las prácticas de negocio responsable.

Una empresa que comprende la materialidad de su negocio es aquella que logra responder a dos preguntas fundamentales: ¿Qué impacto tengo en el mundo? y ¿Qué impacto tiene el mundo en mi negocio? Sin embargo, a pesar de reconocer la importancia de estos temas, la verdadera prueba no está en declararlos, sino en la capacidad de demostrar que se están implementando cambios operativos, tecnológicos y estratégicos que se traduzcan en resultados medibles y significativos. La utilidad de un informe de sostenibilidad no reside en su existencia, sino en la transparencia de sus datos y en su capacidad para demostrar un progreso genuino. Es aquí donde la consistencia entre el discurso y los resultados puede fortalecerse, consolidando la confianza de los stakeholders y potenciando el verdadero impacto positivo.

Superar esta brecha no es un desafío de relaciones públicas, sino una cuestión de liderazgo, de estrategia y de cultura corporativa. La experiencia de las empresas más avanzadas a nivel global nos enseña que las soluciones no son superficiales, sino que se arraigan en la esencia misma de la organización:

  • Liderazgo visible desde el consejo y la dirección general. La sostenibilidad debe ser una prioridad estratégica que se impulse desde la dirección general, no esfuerzos aislados de un solo departamento. La dirección debe liderar con el ejemplo, integrando los objetivos de sostenibilidad en la misión, la visión y los valores de la compañía. Cuando los líderes ven la sostenibilidad como un motor de crecimiento y no como un costo, se activan los recursos y se elimina la inercia interna.
  • La alineación estratégica con el negocio. Para que la sostenibilidad deje de ser un anexo, debe estar integrada en la estrategia central del negocio. Esto significa que cada área de la empresa, desde operaciones hasta finanzas y marketing, debe tener metas de sostenibilidad declarada y medibles que se alineen con los objetivos corporativos. Un director de finanzas que entiende el valor de las métricas ESG o un director de operaciones que busca la eficiencia energética para reducir costos son ejemplos de esta integración.
  • La profesionalización del talento. La gestión de la sostenibilidad es una disciplina compleja que requiere conocimiento técnico especializado. Es fundamental desarrollar y capacitar a las oficinas de sostenibilidad, dotándolas de los conocimientos y las herramientas necesarias para buena gestión. Sin embargo, el desafío va más allá de un solo departamento: la cultura de sostenibilidad debe permear a toda la organización, creando un “talento innovador” que entienda y aplique estos principios en su trabajo diario, desde la logística hasta el desarrollo de productos.
  • Alianzas sostenibles en la cadena de valor. Una empresa no es sostenible por sí sola. El cambio real exige trabajar de la mano con proveedores, distribuidores y otros socios para asegurar que los estándares de sostenibilidad se apliquen de forma consistente en toda la cadena. Al colaborar, las empresas no solo mitigan riesgos, sino que también pueden identificar oportunidades de innovación conjuntas que beneficien a todo el ecosistema.

La sostenibilidad dejó de ser una opción, ahora es una exigencia del mercado, una fuerza transformadora que redefine lo que significa ser un líder empresarial. Las empresas que logren alinear su discurso con acciones tangibles no solo fortalecerán su reputación y su rentabilidad, sino que se posicionarán como verdaderas líderes en la construcción de un futuro resiliente para México. El momento de cerrar la brecha entre discurso y acción es ahora.

La autora es Profesora-Investigadora, Facultad de Ingeniería de la Universidad Panamericana

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