Cuando un video viral te puede dejar sin trabajo, ¿qué dice la Ley?

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Hace unos días, las redes sociales se avivaron con un video que pasó de chat en chat. Dos policías adentro de una patrulla en actos íntimos y en una situación que acabó con una investigación interna y con una avalancha de comentarios donde el límite entre lo público y lo privado se borró. La discusión pasó de los teléfonos a las oficinas y a los tribunales con preguntas sobre quién sanciona la falta, quién responde por la difusión de un contenido sexual sin permiso y cuánto pesa un linchamiento digital cuando el uniforme aún está puesto. Pero esa lógica de linchamiento digital ya tuvo otros blancos en semanas recientes. Claudia Mollinedo, bautizada como “ Lady Polanco ”, tras un reclamo que hizo y grabó afuera del restaurante Bagatelle, confirmó su despido el 29 de julio. “Me toca asumir las consecuencias”, dijo al disculparse.

También cruzó fronteras el video de la “kiss cam” en un concierto de Coldplay en Massachusetts, donde quedó al descubierto la infidelidad del entonces CEO de Astronomer, Andy Byron, con la jefa de Recursos Humanos de la misma empresa. La junta aceptó su renuncia el 19 de julio y posteriormente la ejecutiva Kristin Cabot igual dejó el cargo. Cada una de estas historias encendió la misma hoguera en las redes sociales, y tuvieron en común que la exhibición masiva llegó primero, pero las consecuencias laborales llegaron después.

Lo que dice la Ley y lo que dicta el internet La abogada laboral del despacho Littler, Estefanía Rueda, señala que la Ley Federal del Trabajo (LFT), en el caso de México, pide a los colaboradores más que asistir a la oficina o cumplir una jornada laboral. “La ley establece que debes prestar tus servicios atendiendo las buenas costumbres, y permite rescindir el contrato cuando el empleado llega a alterar la disciplina del centro de trabajo, aún si el hecho ocurrió fuera del horario laboral”, explica. Rueda afirma que en el caso de los policías que fueron captados, sí hay una falta probada porque los involucrados portaban el uniforme, estaban adentro de una patrulla y en horario de servicio, por lo tanto, el desenlace laboral cambia. “Sin duda es una transgresión a sus obligaciones. Al ser una causa justificada, en la terminación del contrato, los involucrados solamente tendrían derecho a la prima de antigüedad y a la parte proporcional de sus prestaciones, esto es que no son indemnizados con los tres meses que establece la ley laboral”, detalla la abogada. Sin embargo, la especialista agrega un protocolo mínimo para las empresas cuando existen pruebas de este tipo. “Solicitar que el desahogo de este video se realice a puerta cerrada y que el video se resguarde para evitar filtraciones”, añade. La ruta legal tiene dos carriles. “Una cosa es que te puedan despedir por una falta grave y otra muy diferente es que tu intimidad se vea vulnerada”, apunta Fernanda Medellín, líder de comunicación y vinculación del movimiento Ley Olimpia y Defensoras Digitales. Medellín asegura que la violencia digital es cuando ya no se busca dialogar sino dañar, exhibir, intimidar o vulnerar y cuando se comparten datos o imágenes íntimas sin permiso, como ocurrió con el caso de los policías. “Más allá de que estemos hablando de una funcionaria pública, esto se trata de una difusión de contenido íntimo sin consentimiento. No justifica la exposición pública ni el linchamiento mediático”, reitera. En un caso de esta naturaleza, la especialista explica que la persona puede abrir una carpeta por difusión no consentida sin que eso borre las sanciones laborales. La sanción por difundir contenido íntimo sin consentimiento puede ir de 4 a 6 años de prisión y de 500 a 1,000 UMA (de 56,570 a 113,140 pesos) en entidades que ya tipifican la violencia digital.
Lecciones para empresas y trabajadores Guillermo Pérezbolde, director general de Mente Digital, alerta que las redes sociales ya dejaron de ser la sobremesa que era hace unos años. Hoy son la noticia misma y un clip sin contexto puede sellar una etiqueta antes de que exista un expediente formal e incluso tiene el potencial de condenar la vida laboral de una persona. Cuando estalla un escándalo digital, el algoritmo pega el nombre de la persona a la marca con la que se le relaciona aunque el hecho ocurra fuera del horario, los buscadores empujan menciones negativas hacia clientes, proveedores y autoridades y la duda sobre valores, cumplimiento y cultura se instala en segundos. Por eso en algunos casos, como fue el de Andy Byron y Lady Polanco, la empresa elige la separación para cortar el daño reputacional, proteger contratos y la confianza de stakeholders y mostrar coherencia con su código de conducta, tras una investigación interna que respete la intimidad y las vías legales. Para evitar esto, Perezbolde sugiere cuidar lo que se publica y trazar una frontera entre la vida personal y la profesional. La separación, dice, empieza por usar perfiles distintos y por llevar la cara laboral a un espacio como LinkedIn, mientras las cuentas personales no muestran dónde trabajas ni qué haces y evitan logos o fotos de oficina para no mezclar identidades. “La gente no debe olvidar que los canales privados y personales son públicos”, apunta. Para las empresas la regla es prueba sí y exhibición no, el material sensible se resguarda y su desahogo ocurre ante la autoridad y no en redes, además es conveniente que haya un manual de conducta, lineamientos sobre uso de imagen corporativa y protocolos de crisis que pongan orden cuando sube la marea. “Para ambos lados conviene una higiene digital constante, una revisión periódica del nombre en buscadores y una sola pieza para fijar la versión cuando haga falta, junto con solicitudes formales de retiro si aparece contenido que vulnere la intimidad”, comenta. Para Medellín en este terreno conviene asumir que la información corre en segundos, que casi no se detiene y que cada publicación puede dejar marcas fuera de la pantalla. “Cuando un video enciende los chats ya no hablamos de ruido pasajero, hablamos de consecuencias que tocan trabajo, reputación y vida privada, por eso es muy importante entender que lo virtual sí es real”.

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