Cuando el sistema de salud promete, pero no cumple

En muchos países del mundo, los sistemas de salud han avanzado en establecer garantías explícitas: cobertura universal, listas de prestaciones, derechos asegurados por ley. Sin embargo, el acceso efectivo —es decir, la posibilidad real de recibir atención oportuna, de calidad y con protección financiera— sigue siendo una deuda pendiente. Esta brecha entre lo garantizado y lo vivido por los pacientes erosiona la confianza en los sistemas públicos y empuja a millones hacia el gasto privado, muchas veces de carácter catastrófico para las personas.

Listas de espera, calidad y gasto de bolsillo

Ahora bien, el problema de la falta de acceso efectivo no es privativo de los países de ingresos bajos o medios. En ese sentido, el caso del Reino Unido es emblemático. El sistema público (National Health Service), considerado por años un modelo de cobertura universal, enfrenta hoy una crisis de acceso efectivo. En 2024, más de 7.6 millones de personas estaban en listas de espera para atención especializada en el Reino Unido, la cifra más alta registrada hasta la fecha, según un reciente reporte independiente. Este advierte, además, que estas demoras prolongadas afectan de forma desproporcionada a los grupos más vulnerables, profundizando las desigualdades en salud.

Aún más alarmante es el costo humano de esta crisis. Según el Royal College of Emergency Medicine, las largas esperas en los servicios de urgencias del NHS están asociadas a 14,000 muertes evitables al año, es decir, 268 muertes semanales que podrían haberse prevenido con atención oportuna. Este dato proviene de un análisis que vincula las demoras superiores a ocho horas con un aumento significativo en la mortalidad hospitalaria. En otras palabras, la falta de acceso efectivo no solo deteriora la experiencia del paciente, sino que literalmente puede costar vidas.

Esta situación ha llevado a un aumento significativo en la contratación de seguros privados de salud. Según datos de la Financial Conduct Authority, el número de adultos con seguro médico privado en el Reino Unido creció de 6.7 millones en 2020 a 7.6 millones en 2024. Además, se registraron 939,000 admisiones en hospitales privados, de las cuales 664,000 fueron financiadas por seguros médicos privados, lo que representa un aumento del 6% respecto al año anterior.

Un reporte de la OCDE advierte que para la amplia mayoría los miembros de esta organización, los tiempos de espera para tratamientos electivos se han estancado o han aumentado en la última década. Esta evidencia refuerza la idea de que el acceso efectivo no depende solo del nivel de ingreso del país, sino de la capacidad de los sistemas para equilibrar demanda y oferta, priorizar con criterios clínicos y garantizar atención oportuna. En los países de ingresos medios y bajos, donde los recursos son más limitados, el impacto de estas demoras es aún más grave.

Falta de atención oportuna lleva a una protección financiera ilusoria y a más pacientes descompensados

La cobertura legal no garantiza protección financiera efectiva. El indicador de “gasto catastrófico en salud” —cuando una familia destina más del 10% de sus ingresos a atención médica— sigue siendo alto en muchos países, en parte derivado del acceso tardío, donde pacientes teóricamente cubiertos por el sector público, deben atenderse en el privado, sin cobertura, incluso teniendo que endeudarse para ello. Pero este indicador no captura a quienes directamente no acceden al sistema por falta de recursos. Por ello, expertos proponen incluir el concepto de “necesidad no satisfecha” como nuevo indicador para monitorear la cobertura efectiva.

Además, la falta de acceso oportuno genera sobrecostos evitables. Un estudio evidenció que los pacientes con diabetes recién diagnosticada que no cumplen adecuadamente sus tratamientos tienen hasta 2.6 veces más riesgo de hospitalización y 2.4 veces más riesgo de acudir a urgencias, en comparación con quienes sí adhieren a sus terapias. Estos eventos, evitables con seguimiento adecuado, representan un aumento significativo en los costos hospitalarios-

Métricas públicas y datos de calidad: pilares del acceso efectivo

Para avanzar hacia un acceso verdaderamente universal, es clave que las métricas relacionadas con el acceso efectivo —como listas de espera, calidad de atención, tiempos de espera en urgencias, gasto de bolsillo y satisfacción del paciente— sean información pública. Solo así puede ejercerse un escrutinio ciudadano sobre el avance o retroceso de los sistemas de salud.

Pero estas métricas no pueden existir sin datos de calidad. La interoperabilidad, la actualización constante y la representatividad de los datos son condiciones necesarias para medir, comparar y mejorar. Sin datos confiables, no hay diagnóstico posible. Y sin diagnóstico, no hay solución. Según el informe técnico SCORE de la Organización Mundial de la Salud, cerca del 40% de los países no aplican métodos claros de garantía de calidad en los datos generados por sus establecimientos de salud, lo que limita gravemente la capacidad de evaluar el desempeño de los sistemas, el cumplimiento de las garantías y de realizar comparaciones internacionales confiables.

La transparencia en estos indicadores permite que la ciudadanía, los medios y los tomadores de decisión evalúen si las garantías legales se traducen en beneficios reales. Y permite también comparar entre regiones, identificar cuellos de botella y priorizar inversiones.

Inteligencia artificial y salud digital como aliadas

Como destaqué en otra columna, la inteligencia artificial puede ser una herramienta poderosa para mejorar el acceso efectivo. Desde sistemas de triage automatizado hasta modelos predictivos para la gestión de listas de espera, la IA permite optimizar recursos, anticipar necesidades, identificar patrones de inequidad y personalizar la atención, siempre que se utilice con criterios éticos y centrados en el paciente.

Pero su eficacia depende, como enfaticé, de la calidad de los datos disponibles. Sin datos confiables, la IA no puede generar soluciones útiles ni justas.

En este mismo contexto, también es clave, como he señalado, el desarrollo de la salud digital, que permite ampliar el acceso a través de telemedicina, monitoreo remoto y plataformas de seguimiento.

Estas tecnologías, sin embargo, solo pueden ser efectivas si se sustentan en datos confiables, lo que nos devuelve al desafío estructural de la calidad de la información en salud.

Incentivos políticos vs. resultados percibidos

Los sistemas políticos tienden a privilegiar el anuncio de nuevas garantías, pero no siempre aseguran que estas se implementen con eficacia. La percepción de los usuarios es clara: el sistema funciona mal, incluso en ámbitos donde existen coberturas universales. Porque lo que importa no es el anuncio de una garantía, sino que esta se traduzca en un beneficio real, tangible y percibido por el paciente. Para cambiar esa situación y para alinear incentivos, la calidad de los datos y el escrutinio público es esencial.

En resumen, el acceso efectivo no se logra con decretos ni anuncios. Se construye con sistemas que funcionen, con incentivos alineados, con métricas públicas, con datos de calidad y con una escucha activa de quienes viven la salud en carne propia. Es hora de que los sistemas políticos dejen de medir éxito por número de garantías y comiencen a hacerlo por el impacto real en la vida de las personas.

*El autor es experto en políticas públicas en salud, ha trabajado para diversas asociaciones e industria relaciona con estas materias, desempeñándose también a nivel académico.

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