El Eco, en la antesala de ser Monumento Artístico de México
Fundado en 1953 por la mente inquieta de Mathias Goeritz –uno de los artistas totales que México ha dado al mundo o bien que este país ha adoptado, también para mostrar al orbe–, por más de siete décadas el Museo Experimental El Eco se ha consolidado como uno de los puntos nodales en la Ciudad de México para la cohabitación y debate entre el arte moderno, el contemporáneo y, por supuesto, todas esas prácticas artísticas que si bien son consideradas como contemporáneas, exploran los límites todavía posibles de la creación artística.
A partir de este martes, con la publicación en el Diario Oficial de la Federación (DOF), el recinto operado por la Dirección General de Artes Visuales de la UNAM y ubicado en la colonia San Rafael inicia los procedimientos para la emisión del decreto por el que se le declarará Monumento Artístico por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), una catalogación por la que obras artísticas o bienes inmuebles son reconocidos oficialmente como parte del patrimonio cultural de México y, por lo tanto, el Estado está obligado a otorgar reconocimiento por su valor artístico y confiere protección legal y física.
Con la publicación de este acuerdo, las personas u organismos responsables de la administración del recinto –en este caso, la UNAM– disponen de quince días hábiles para presentar pruebas o alegatos que consideren pertinentes ante el INBAL para dar cauce al procedimiento de declaratoria del conocido como El Eco.
La publicación en el DOF, además, se da en el contexto de la conmemoración del 35° aniversario luctuoso de Mathias Goeritz, quien falleció el 4 de agosto de 1990 en la capital mexicana, a los 75 años de edad.
Manifiesto para un museo
La historia de El Eco es, como su propia esencia, variopinta. Cuenta el propio recinto que “en 1952, durante una exposición de pintura y escultura en la Galería de Arte Mexicano (GAM) –fundada por Inés Amor en la Ciudad de México–, el artista Mathias Goeritz conoció a Daniel Mont, empresario mexicano interesado en proyectos relacionados con restaurantes, bares y galerías de arte. Este mecenas comisionó a Goeritz la edificación de un lugar que articulara una nueva relación entre sus intereses comerciales y el espíritu de vanguardia de algunos actores culturales de la época, con la intención de encontrar algo diferente a lo establecido”.
Bajo la premisa de “haga lo que se le dé la gana”, del mencionado empresario mexicano, Goeritz justificó el diseño del recinto bajo el “Manifiesto de arquitectura emocional”, difundido por él mismo también en 1953:
“El nuevo Museo Experimental El Eco empieza sus actividades, es decir sus experimentos, con la obra arquitectónica de su propio edificio. Esta obra fue comprendida como ejemplo de una arquitectura cuya principal función es la emoción”, declaró el artista al inicio de su manifiesto.
Y más adelante, expuso: “En el experimento de El Eco la integración plástica no fue comprendida como un programa, sino en un sentido absolutamente natural. No se trataba de sobreponer cuadros o esculturas al edificio, como se suele hacer con los carteles del cine o con las alfombras colocadas desde los balcones de los palacios, sino había que comprender el espacio arquitectónico como elemento escultórico grande, sin caer en el romanticismo de Gaudí o en el neoclasicismo vacío alemán o italiano”.
A lo largo del siglo XX, El Eco fue museo experimental, de inicio, pero no muchos años más tarde, dado lo complicado de su mantenimiento, fue restaurante, club nocturno, teatro e incluso sede de actividades políticas. Pero fue en el año 2004 que la UNAM adquirió el edificio y realizó trabajos de restauración arquitectónica y de las obras que lo habitan de manera permanente, y lo reabrió como museo, con la misión para la que fue gestado, en septiembre de 2005.
A lo largo de poco más de dos décadas desde su reapertura, en El Eco se ha exhibido la obra de artistas y exploradores de horizontes como el propio Mathias Goeritz, Ricardo Rendón, Gabriela Gutiérrez Ovalle, Georgina Bringas, Karina Peisajovich, Mariana Castillo Deball, Pablo Rasgado, Guillermo Santamarina, Iván Krassoievitch y Beatriz Zamora, entre muchos otros.
(Con información del Museo Experimental El Eco y del libro “La realidad de la ficción. El ECO de Mathias Goeritz”, 2016, de Fernando Quesada López).