Un cambio más profundo en el nuevo sistema judicia
La palabra justicia viene del latín “iustus” que significa justo y del “ius” que significa ley o derecho. Para los tratadistas, justicia se define como dar a cada uno lo que le corresponde.
Ahora que tenemos claro el concepto de Justicia, intentaremos entender si los ministros, magistrados y jueces seleccionados en la inédita jornada electoral del 1 de junio, pueden responder a este concepto universal y velar por el cumplimiento de las condiciones institucionales, legales y regulatorias para garantizar la certeza jurídica.
El Poder Judicial es el único de los tres poderes de la unión, donde los representantes deben contar con probada experiencia. Según la Constitución Política, para integrarse al Poder Judicial, se requiere de juristas o profesionales del derecho con una experiencia en la práctica profesional de cuando menos cinco años para ser Ministro y tres años para ser Magistrados o Jueces de Distrito.
Al haber quedado sujeta al azar la preselección de los candidatos que formaron parte de las listas nominales, no parece que se tomaran en cuenta los citados aspectos fundamentales, pues no se evaluó a los mejores candidatos para alguno de los cargos.
Un botón de muestra son las 37 candidaturas que fueron revisadas por parte del Instituto Nacional Electoral (INE), por el trabajo incompleto de los Comités de Evaluación que postularon a quienes no cumplían con el requisito legal de contar con un mínimo de ocho de calificación en la licenciatura.
Los candidatos que fueron votados por el 13% del padrón electoral, fueron seleccionados e insaculados tras un proceso que pudo dejar fuera a los mejores aspirantes, para abrir la puerta tan sólo a los que guardan algún tipo de interés.
Carrera judicial, señal de certidumbre
Hablemos ahora de la carrera judicial y el sistema de especialización que quedó atrás, donde la capacitación, preparación y experiencia de cualquier abogado que pretendiera ser juzgador, resultaba potenciada.
Para ser juzgador en principio se requiere vocación de servicio, instrucción o preparación y evidentemente experiencia. Aquí caben incluso quienes pudieron haber obtenido un grado de manera irregular, pero que de una u otra forma tuvieron una carrera judicial, que les permite tener la vocación de juzgador.
La relevancia de contar con esta experiencia es porque el Poder Judicial protege nuestros derechos humanos más elementales como son la vida, la libertad, el trabajo y nuestro patrimonio; de manera que dejar dichos valores en manos del azar, parece no ser la mejor de las ideas.
Efectivamente el Sistema Judicial anterior, no era el mejor, sin duda era perfectible, pero era un sistema en el que esa especialización hacía la diferencia entre el mundo de deber, siendo éste su estandarte.
Es importante recordar que, en la actualidad, teniendo a México en el centro de la atención comercial por su cercanía con Estados Unidos, se requiere un ambiente que genere certeza y seguridad jurídica para los mexicanos y extranjeros que decidan emprender y producir en el país.
Quizá al cambiar todas las reglas de golpe nos estamos alejando de la certidumbre que deberían otorgar los árbitros que resolverán controversias en sectores técnicos especializados.
Y estamos generando inseguridad sobre las reglas que pueden regir sobre una decisión de inversión, en un momento estratégico donde la incertidumbre mundial, nos demanda una señal de estabilidad y confianza.
Quizá es en este contexto de cambios en el sistema judicial, cuando sería relevante impulsar la creación de Tribunales y Juzgados especializados en materia mercantil o de competencia económica.
Tribunales que garanticen la seguridad de que las empresas y el capital está resguardado por la Ley y por un Poder Judicial sólido, imparcial, justo y sin colores.
Un sistema judicial sin ideologías que otorgaría a cada quien lo que le corresponde según la Ley y la Justicia.
Volvamos al principio. La Justicia escrita así, con mayúscula, es representada por la diosa griega Temis. Es una mujer con una venda en los ojos a medio descubrir, soportando una balanza y una espada; la venda en los ojos es la ecuanimidad, la balanza es el equilibrio o justicia, y la espada es la represión.
Ojalá que la nueva composición del Poder Judicial, que entrará en funciones en dos meses, tenga muy claros estos conceptos.
*El autor es especialista en derecho laboral y administrativo, UNAM