La utilidad (o inutilidad) de los aranceles
“La filosofía del proteccionismo es una filosofía de guerra”. Ludwig von Mises.
En la segunda administración del presidente Trump, su gobierno ha usado como una herramienta permanente, la amenaza del establecimiento de aranceles, como mecanismo de presión en la negociación de distintos tópicos, no exclusivamente los comerciales, con distintos países y regiones.
Detrás de dicha visión, existe más de una justificación. La primera y más difundida se refiere a la posibilidad de utilizar los aranceles como mecanismo para forzar a las empresas americanas y algunas extranjeras, a relocalizar sus cadenas de producción en Estados Unidos.
Con ello, supuestamente se lograría el restablecimiento de la dominancia de los EUA en el sector manufacturero, un crecimiento de los del empleo y un fortalecimiento económico del país.
Otras explicaciones de esta estrategia apuntan más a que la medida es utilizada como mecanismo de presión para temas no relacionados con el comercio, tal como ha ocurrido en el caso de México frente a las presiones relacionadas con el tráfico de fentanilo o la migración indocumentada.
Como en casi todas las discusiones sobre temas económicos, la discusión tiende a sobre simplificarse y a abordarse más desde visiones ideológicas, que a la evidencia empírica de la investigación económica.
La relación entre barreras comerciales y progreso económico es muy compleja pues interactúan estructuras productivas, cadenas globales de valor y las respuestas reales (no solo las teóricas) de las empresas.
La evidencia económica muestra que el uso de aranceles termina por provocar un efecto negativo para el país que los impone. Cuando se gravan bienes intermedios esenciales, como los automotrices o insumos tecnológicos, como es el caso de un elevado porcentaje de las exportaciones de Mexico hacia EUA, el efecto perjudica también al país que impone los aranceles, porque estas medidas restringen el crecimiento del PIB, generan un efecto inflacionario y erosionan el bienestar del consumidor. Los costos adicionales rara vez los absorben las empresas y terminan trasladándose a los precios finales.
Adicionalmente, históricamente esas medidas suelen desencadenar represalias que afectan el intercambio global.
Los mecanismos artificiales de protección de las industrias locales (como los aranceles) históricamente tienen además efectos negativos en la competitividad, a menos que sean acompañados de medidas integrales que requieren inversiones significativas (por ejemplo, en investigación y desarrollo) y tiempos largos de maduración. México es un ejemplo claro antes del cambio de visión hacia una economía más global (primero con la incorporación al entonces GATT y después con los tratados comerciales), que forzaron a incrementar la competitividad de la industria local.
El comercio bilateral también se distorsiona y frecuentemente los más afectados no son las grandes empresas, sino los pequeños productores o pequeñas empresas asociadas a cadenas globales de suministro. Recordemos el caso del aguacate mexicano o los tomates; así los de pequeñas empresas que pierden toda actividad cuando una parte de la cadena de suministro en la que operan cambia de región.
Las empresas no son espectadoras pasivas de decisiones políticas de este tipo. Multinacionales reconfiguran sus cadenas de suministro, diversifican proveedores, ajustan precios o innovan procesos, en función de su visión sobre la evolución de corto mediano y largo plazo de la economía global. Para muchas empresas, hacer ajustes dramáticos y costosos de sus cadenas de suministro y producción no son decisiones eficientes si se considera que se trata de políticas públicas coyunturales que pueden cambiar en los siguientes años, como potencialmente ocurrirá en el caso de los EUA.
En términos económicos, la visión de que el movimiento de cadenas productivas hacia EUA puede crear nuevos empleos, potencialmente puede generar efectos económicos complejos, sí se considera que hoy ese país se encuentra en bajos niveles de desempleo.
Los aranceles rara vez son el camino hacia el desarrollo. En un mundo que ya está hiperconectado, obstaculizar flujos comerciales genera pérdidas netas de bienestar. Es evidente que sí hay un retorno a una visión menos global y más interna; ello no solo ocurre en Estados Unidos sino también de manera relevante en China. Sin embargo, la visión detrás de los aranceles implica que se pretende regresar a un mundo que ya no existe.
Estados Unidos perdió dinamismo en el sector manufacturero es verdad, pero también es verdad que a cambio obtuvo un tremendo dominio en temas relacionados con servicios,
tecnología y particularmente en el sector financiero. Tal vez sí requiere recuperar un nivel de liderazgo en los nuevos temas tecnológicos (como AI), en los que hoy Asia se ha empezado a situar como líder. Pero pretender regresar a una visión manufacturera, sería regresar 30 años la visión económica de lo que conviene a una economía como la norteamericana.