UNESCO sin Estados Unidos y el silencio de México

La nueva retirada de Estados Unidos de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), anunciada el 22 de julio, con efecto al 31 de diciembre de 2026, revive un capítulo histórico que remite a 1984, cuando Ronald Reagan decidió abandonar el organismo. ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Quién paga por preservar el patrimonio cultural? ¿Por qué México es una voz muda en esta disputa diplomática cuando el primer dirigente de la UNESCO fue un mexicano notable?

El EE.UU. de Reagan abandonó la UNESCO en el contexto del Informe McBride “Muchas Voces, Un Solo Mundo”, redactado por el irlandés y Premio Nobel de la Paz, Sean MacBride, que presentaba una crítica contundente al orden mediático internacional. Señalaba la necesidad de un Nuevo Orden Mundial de la Información y Comunicación (NOMIC), denunciaba el dominio de flujos informativos asimétricos, defendía el derecho a la comunicación como un derecho fundamental y exigía pluralidad de voces.

También abogaba por la democratización en el acceso a la información, equilibrio en los flujos informativos entre norte y sur y la necesidad de que los países en desarrollo crearan sus propios sistemas mediáticos y agencias de noticias. MacBride y la Comisión Internacional para el Estudio de los Problemas de la Comunicación que elaboró el documento anticiparon las problemáticas actuales de las plataformas digitales: concentración mediática, manipulación informativa y necesidad de regulación democrática de las tecnologías.

El Informe McBride (que en su momento molestó a la Unión Americana y Reino Unido por sus “teorías estatistas” y su crítica a la comunicación como mercancía, tildándolo de “ataque a la libertad de prensa”) exigía equidad en el acceso a la información y el fin de la hegemonía mediática de los países desarrollados, temas muy vigentes en plena era de la Inteligencia Artificial, plataformas digitales y sociedades cada vez más interconectadas.

Ahora, Trump argumenta que la UNESCO ha adoptado un sesgo pro‑Palestina y una postura crítica hacia Israel, alineándose con lo que él denomina una agenda “globalista e ideológica” que contrasta con su visión nacionalista de “America First”. EEUU aporta 8 % del presupuesto de la UNESCO, cifra significativamente menor al 20 % de financiamiento previo (117 millones de dólares anuales de un presupuesto total de 534 millones), pero aún relevante.

La salida de EE.UU. impacta el multilateralismo y la colaboración internacional, pero directamente los programas globales y locales de la UNESCO. En México, país con 36 sitios declarados Patrimonio Mundial (la mayor cantidad en América y sexto a nivel mundial), la decisión amenaza la continuidad de asistencia técnica y proyectos de conservación que han recibido financiamiento de la UNESCO para restauración, interpretación temática y prevención de riesgos por desastres naturales.

La Oficina de UNESCO en México lideró un proyecto de Desarrollo de Indicadores Mediáticos durante el gobierno del presidente AMLO (esencial para medir pluralidad, acceso y calidad informativa en plataformas digitales, periodismo, medios de comunicación, comunitarios e indígenas), pero su enfoque fue acrítico al régimen de la Cuarta Transformación que lo auspició. Personalmente, fui invitado y participé en varias actividades, pero el proyecto súbitamente se interrumpió.

El silencio de las autoridades mexicanas resulta llamativo. Pese a que Estados Unidos representa una fuente clave de financiamiento, no hay señales de preocupaciones públicas ni evaluación de riesgos, cuando ese 8 % del presupuesto global afecta directamente iniciativas culturales y educativas en México. Estados Unidos también ha recortado apoyos a otros organismos de la ONU como la FAO, OMS y OIT, lo cual refleja una tendencia hacia el aislamiento institucional.

El vínculo entre México y la UNESCO tiene raíces profundas. El primer Director General fue Jaime Torres Bodet, símbolo de una visión nacional orgullosa de la educación, la ciencia y la cultura. Esa herencia parece olvidada frente a la nueva crisis diplomática.

Aunque la UNESCO plantea normas globales sobre IA, ciencia y educación, su influencia parece disminuir. El organismo ha desarrollado una Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial, adoptada en 2021, la cual establece principios para el desarrollo responsable de la IA: respeto a los derechos humanos, equidad, no discriminación, diversidad, inclusión y sostenibilidad.

La recomendación promueve la participación de múltiples actores en la gobernanza de la IA. Aboga por sistemas de IA auditables, transparentes y explicables. Prioriza el bienestar humano sobre la eficiencia tecnológica. Para Estados Unidos, líder mundial en desarrollo de IA, estos marcos regulatorios representan potenciales obstáculos a su supremacía tecnológica.

La UNESCO propone regular el uso de la IA Generativa en escuelas, límites de edad, privacidad y manejo de datos para fomentar una educación digital responsable, pero ha tenido una incidencia limitada. También ha alertado sobre el impacto ambiental del crecimiento exponencial de la IA: consumo energético, hídrico y de minerales críticos que duplican su demanda cada 100 días.

Sin el respaldo económico y político de Estados Unidos, la capacidad operativa de la UNESCO para financiar y supervisar proyectos en México se debilita. ¿Qué implicaciones tiene? Menor financiamiento técnico y operativo para conservación de sitios arqueológicos y culturales. Riesgo de descontinuidad en proyectos de fortalecimiento educativo, mediático o patrimonial. Necesidad urgente de un diálogo público para evaluar impactos y buscar alternativas ante la ausencia de un actor clave como EE.UU.

México se encuentra entre la espada y la pared: la oportunidad para respaldar las actividades y programas de la UNESCO y asumir un liderazgo en educación, ciencia y cultura que tanta falta nos hace, pero confrontarse con Estados Unidos por haberse retirado del organismo.

Los secretarios Juan Ramón de la Fuente de Relaciones Exteriores; Rosaura Ruiz de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación; Mario Delgado de Educación Pública; Claudia Curiel de Cultura y Josefina Rodríguez de Turismo deben reaccionar de inmediato ante el desafío (pero también la oportunidad diplomática) de liderar la protección al patrimonio cultural, educativo, científico y mediático ante la retirada del hegemón estadounidense. Hay que retomar el legado de Torres Bodet y asumir la responsabilidad y defensa de la cooperación internacional en un momento clave para la educación, la ciencia y la cultura del planeta.

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