Diálogo y Equilibrio en la Reducción de la Jornada Laboral

Reducir la jornada laboral es más que una iniciativa; representa una oportunidad para redefinir el equilibrio entre productividad y bienestar en México. En COPARMEX partimos de la convicción de que un modelo laboral verdaderamente inclusivo coloca a las personas en el centro y reconoce que, sin empresas sanas, no hay empleo digno. Por eso, abrazamos esta reforma con responsabilidad y pragmatismo, conscientes de que su éxito dependerá de un diseño cuidadoso, alineado con la realidad de nuestras MiPyMEs y la economía nacional.

Nuestra propuesta se fundamenta en una transición escalonada: cada sector —desde la minería hasta el comercio— se ajustará a ritmos que respondan a sus propias dinámicas productivas. No se trata de imponer un solo esquema, sino de flexibilizar la jornada: semanal, quincenal o mixta, según las particularidades de cada industria. Así garantizamos que la reducción de horas no se convierta en un obstáculo para la competitividad ni en un riesgo para el empleo formal, que hoy genera el 65 % de nuestros puestos de trabajo.

El mecanismo de revisión periódica será la pieza clave de este proceso. Un comité tripartito —gobierno, trabajadores y empresarios— evaluará anualmente los indicadores macroeconómicos, desde la inflación hasta el PIB y las tendencias de productividad. Y sí, si en algún momento las condiciones cambian de forma súbita —por ejemplo, ante una recesión económica—, ese mismo mecanismo debe facultarnos para pausar el progreso, ajustar los plazos o adoptar medidas transitorias sin perder de vista el objetivo de fondo. No pretendemos detener el progreso; buscamos blindarlo contra retrocesos mayores.

Ninguna reforma profunda prospera sin un cauce institucional sólido de diálogo. Por ello, proponemos integrar al Consejo Nacional Social, Económico y Ambiental (CONSEA) como el espacio formal donde se construyan consensos técnicos y se garantice la equidad de las decisiones. El CONSEA reunirá a todos los actores relevantes para validar propuestas, revisar resultados y anticipar desafíos, otorgando al proceso la transparencia y el respaldo social que exige un cambio de esta magnitud.

Adicionalmente, es imprescindible acompañar la implementación con incentivos que protejan especialmente a las MiPyMEs: deducibilidad plena de prestaciones laborales, ajustes al ISR y al Subsidio al Empleo, así como fondos de apoyo para capacitar a las empresas en mejores prácticas de organización y productividad. Estas herramientas permitirán mitigar el impacto de la reducción de horas sin comprometer la viabilidad de los negocios ni el ingreso de los trabajadores.

La experiencia internacional avala esta ruta. Países como Chile han logrado disminuir gradualmente la jornada, emparejando la iniciativa con políticas de productividad y esquemas de revisión periódica. México puede aprender de esas lecciones y adaptar el modelo a nuestra complejidad económica y social.

Si trabajamos juntos, este proceso consolidará un ambiente laboral más humano y competitivo. Gobiernos, sindicatos y empresas debemos asumir la corresponsabilidad de diseñar e implementar esta reforma con rigor técnico, apertura al debate y compromiso con los resultados. Solo así construiremos un marco de trabajo digno que respete el tiempo de las personas, fortalezca nuestras empresas y contribuya a un crecimiento sostenible.

La reducción de la jornada es un desafío inédito en nuestra historia, pero también una promesa de progreso. Aprovechemos esta oportunidad para poner a México a la vanguardia del empleo justo, donde la productividad y el bienestar convivan en armonía. Esa es la visión que defendemos en COPARMEX, y para la cual estamos listos para aportar soluciones y ser parte del diálogo.

* El autor es presidente nacional de Coparmex.

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