Cómo consumimos noticias qué efecto tienen sobre la conducta

“Una mentira puede viajar al otro lado del mundo mientras la verdad aún se está poniendo los zapatos.” Mark Twain.

El Instituto Reuters publicó el Informe Digital de Noticias 2025, en el que resume los hallazgos de una investigación que incluyó países de todas las regiones del mundo (incluyendo México). Analiza cómo consumen noticias.

De acuerdo con el estudio, hoy el mundo enfrenta una enorme fragmentación en las fuentes de información, con procesos de construcción de información diferenciados y que reflejan “realidades” también diferenciadas con mayor o (frecuentemente) menor grado de rigor en la verificación; siendo la edad de las personas un factor importante que diferencia las fuentes y procesamiento de la información.

Actualmente es complejo determinar si la condición actual de los procesos noticiosos son resultado de los procesos de fragmentación, polarización e incertidumbre o, si estos procesos han contribuido a generar esa fragmentación y polarización.

La forma en que accedemos a las noticias tiene implicaciones no solo sobre la percepción de la realidad, sino que se ha convertido en un termómetro de nuestra salud democrática y un mecanismo de anticipación de los niveles de polarización social.

Los canales y medios de comunicación, que durante décadas fueron pilares de la información (con todas las limitaciones y sujetas en distintos países a procesos de control), tales como la televisión abierta o de paga, la prensa o incluso los portales digitales “tradicionales”, enfrentan las últimas décadas un continuo declive. Presentan una erosión constante en su credibilidad, que es resultado, por un lado, de prácticas reales o percibidas de censura o autocensura; pero también producto de una generalización de la criticas que en automático asume que los nuevos medios “independientes” no responden a agendas y tienen un genuino compromiso con la verdad.

El reemplazo como fuente de información son las redes sociales, las plataformas de video corto y los podcasts; construidas con algoritmos, que de manera intencional o inadvertida, priorizan las reproducciones por encima del rigor o la veracidad.

En países que enfrentan procesos de polarización política aguda, como Estados Unidos, el informe muestra que esta migración se acelera, convirtiendo las redes en campos de batalla informativa y no necesariamente en espacios de debate.

Se ha generado un entorno mediático paralelo, en el que YouTubers TikTokers o cuentas de Instagram, simplifican la realidad hasta el nivel de la distorsión. Con dos lecturas de un post de dudosa calidad, se crean expertos en temas complejos y fuentes sin verificación son usadas para interpretar realidades y fenómenos multifactoriales.

El éxito de la difusión y acceso a las nuevas audiencias es más acelerado del que nunca imaginaron los medios tradicionales, siendo los más exitosos los más estridentes, más polarizantes o los más simplistas, con ayuda de cierto nivel de carisma.

Este fenómeno por un lado democratiza voces, desafía narrativas y puede generar “engagement” en segmentos antes desencantados y ajenos. Pero lo más frecuentemente es que también genere una ausencia casi total de estándares periodísticos básicos (verificación rigurosa, contraste de fuentes y responsabilidad editorial). La diferencia entre opinión, entretenimiento y noticia se borran peligrosamente, y la desinformación encuentra aquí un caldo de cultivo fértil.

Por otro lado, los chatbots de IA emergen como fuentes de consulta informativa, particularmente entre los más jóvenes. Respuestas rápidas, aparentemente personalizadas, sin la “molestia” de navegar múltiples fuentes. El informe de Reuters revela en ciertos sectores un nivel de escepticismo en la población; intuitivamente derivado de la experiencia con errores, “alucinaciones” o arranques irracionales de estos sistemas, que dejan hoy todavía la duda de que la noticia generada por IA sea confiable; aunque sí se percibe como más barata y accesible.

Más de la mitad de los encuestados globalmente expresan una preocupación: ¿Cómo distinguir lo verdadero de lo falso en este enorme océano digital? Acusan de esta situación principalmente a dos actores: los políticos (cuya retórica y a menudo falsa es reconocida) y, a los influencers y personalidades online.

Los jóvenes son los nativos absolutos en este ecosistema. Se informan en las redes sociales y las plataformas de video sin medir los efectos de los algoritmos en la información a la que son expuestos. La televisión y los sitios web de periódicos tradicionales son para ellos lejanos y demasiado formales.

Los adultos mayores se aferran a los modelos de información que conocen y en los que históricamente han depositado cierta confianza. Su adopción de redes sociales como fuente de noticias es mucho menor.

El acceso a información veraz está en riesgo con la migración masiva de los jóvenes hacia plataformas donde los estándares editoriales son laxos o inexistentes, y donde la viralidad es más importante que la veracidad.

Los algoritmos que gobiernan las redes sociales no tienen como misión informar sino enganchar y replicar. Nos muestran lo que creemos que queremos ver, lo que confirma nuestros prejuicios y lo que detona nuestras emociones.

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