¿Y las soluciones cuándo?
Gobernar es resolver problemas públicos, no sólo ganar elecciones. El gobierno implica tomar decisiones que afectan a algunos segmentos sociales.
Nos encontramos a pocos meses de ser anfitriones del mundo con motivo de la competencia mundial de futbol. Es un evento que necesita nuestro país para darle un impulso económico a diversas regiones. Sobre todo, tomando en consideración el contexto de estancamiento económico en el que nos encontramos.
Lamentablemente, parece que no se ha advertido que en cada manifestación o protesta se pone en riesgo los negocios y las autoridades sólo están mirando y los discursos políticos llaman al diálogo.
¿Con quién dialogan los empresarios, restauranteros y hoteleros que se ven afectados por las protestas violentas?
Pareciera que las autoridades no entienden que la inversión privada demanda garantías de seguridad, ya que se pone en riesgo capital que se ha logrado con esfuerzo.
Cuando un empresario abre un negocio en el que invierte sus recursos, lo hace con la esperanza de obtener una ganancia lícita que le permita vivir y sufragar los gastos de su familia.
Hemos dicho en este mismo espacio que los generadores de las mayores fuentes de empleo son las pequeñas y medianas empresas. Precisamente esas que son más vulnerables a los cambios bruscos de las condiciones del mercado, de la violencia e inseguridad pública.
Hace un par de días una protesta por el encarecimiento de las rentas y el valor de la propiedad inmobiliaria evidenció lo que sucede en todos los países del mundo occidental. El desplazamiento económico.
Obviamente que la historia nos ha enseñado que el libre mercado no resuelve todos los problemas y el costo social puede ser tan alto y grave que a final de cuentas ponga en riesgo el propio mercado.
Con motivo de la crisis del liberalismo económico surgieron ciertas políticas sociales que equilibraron aspectos que la primera no podía atender. Es parte de un fenómeno económico que, en su caso, puede y debe ser atendido con las políticas de un Estado social y democrático de derecho.
Al mismo tiempo que se debe favorecer, alentar y proteger la inversión privada, se pueden establecer condiciones y compromisos que dicha inversión debe cumplir, por ejemplo, hay espacios urbanos que son propiedad del Estado a través de los cuales puede promover la vivienda de interés social y promover estímulos fiscales para que se renten viviendas en favor de ciertos segmentos, como estudiantes, personas de la tercera edad, entre otros; sin embargo, ello no puede ser a costa de la propiedad privada, en la que se afecte a quienes con esfuerzo han conseguido un patrimonio que le brinde seguridad económica a cualquier persona.
En ese mismo sentido, la propia historia económica nos ha mostrado el fracaso del otro modelo económico, cuando el Estado ha intervenido, a grado tal, que afecta la propiedad privada bajo el discurso de beneficiar al pueblo o al interés público. La caída de los países socialistas evidenció el fracaso de ese modelo autoritario y que no alentaba, protegía ni garantizaba el interés privado ni la creatividad particular.
Las protestas de hace unos días en la zona centro del país con motivo del encarecimiento de la vivienda evidencia una falta de atención por el gobierno a una problemática más que se acumula a otros que no se han atendido.
Padecemos la inseguridad pública debido a una grave deficiencia en la conformación de instituciones de seguridad confiables y eficaces, no sólo militarizadas. Padecemos la pauperización de la salud pública, ya que los servicios públicos de salud no se dan abasto para atender a toda la población, a pesar del enorme esfuerzo que realizan nuestro personal de salud. La educación pública está cada vez peor gracias a las negociaciones políticas con el magisterio. Todos los días se golpea al sector empresarial, ya sea por los delincuentes o por el Estado.
¿Cuánto tiempo más necesitan nuestros gobiernos estatales o federal para dejar de culpar a los gobiernos del pasado de la ineficacia de los gobiernos del presente?