“Nuevo Santa Fe”, cómo perder una oportunidad histórica

“Nuevo Santa Fe”, cómo perder una oportunidad histórica

El argumento del “nuevo Santa Fe” en los terrenos del actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) se derrumba fácilmente con hechos contundentes.

El lastre más grande del gobierno de Claudia Sheinbaum es tener que defender las decisiones del pésimo gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Eso que parece una obligación va en contra del sentido común, del pensamiento científico y de la posibilidad de desarrollar a plenitud su propia forma de gobierno.

Deberían mandar unas flores al expresidente Enrique Peña Nieto, quien revivió la polémica por la cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco (NAIM) en momentos en los que transitan por el Congreso algunas de las leyes más regresivas en materia de libertades y democracia.

Es un proyecto muerto, es hoy el menor de los males, pero la cancelación de una obra que llevaba 40% de avance, que claramente resolvía el problema de saturación del AICM, para sustituirlo por una obra más cara y claramente destinada a la subutilización, es un emblema de lo que ha implicado para el país este grupo político en el poder.

El punto es lo fácil que ha resultado argumentar en contra de sus pretextos para acabar con este proyecto y lo difícil que es hacer que las evidencias puedan llegar a más personas que viven alimentados solamente del discurso oficial.

El eje de la cancelación del NAIM fue la supuesta corrupción que había descubierto el entrante régimen de López Obrador, terminó su sexenio con señalamientos, pero sin pruebas y, por lo tanto, sin un solo procesado por esos presuntos delitos que claramente inventaron.

Siete años después, cuando los argumentos técnicos ya también cayeron por los suelos, sobre la viabilidad de construir en ese terreno un aeropuerto, la presidenta Sheinbaum regresa a otra de las simplezas de López Obrador: querían hacer en los terrenos del AICM un “nuevo Santa Fe”, exactamente las mismas palabras.

La Presidenta dijo que existía un gran negocio inmobiliario que buscaba vender los terrenos del AICM para desarrollos privados de vivienda y oficinas, con la intención de convertirlos en un “nuevo Santa Fe”.

Es muy simple entender que esta es una falsedad con estos datos: el NAIM debió inaugurarse en el 2020, máximo en el 2022, ¿quién era el presidente de la República en ese momento? ¿Quién era la jefa de Gobierno de la Ciudad de México en esos años? ¿Quién, entonces, decidía sobre el futuro de esos terrenos de propiedad federal?

Es algo tan obvio que resulta vergonzoso exponerlo como argumento, pero esa es la narrativa oficial.

Se usaron argumentos similares, sin sustento en la razón, para destruir la selva Maya con un tren solitario y subsidiado, para construir una refinería tan cara como inútil, vamos, hasta para acabar con el Horario de Verano.

La única área en la que el actual gobierno tuvo que hacerse espacio con respecto a la incompetencia del sexenio de López Obrador fue en materia de seguridad. Primero, porque ya resultaba insostenible, después, por la presión estadounidense y, no menos importante, porque uno de los pocos funcionarios capaces del equipo de Sheinbaum, Omar García Harfuch, está en esa posición.

Todo lo demás es un lastre, una oportunidad perdida para hacer historia.

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