Políticos discuten semana de 40 horas; trabajadores viven en la jornada infinita
En México se abrió formalmente la discusión de la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales; la Secretaría del Trabajo está en medio del calendario de los foros con diferentes actores sociales. Pero mientras se escuchan propuestas y se afinan diagnósticos, miles de personas están respondiendo correos a las 10:42 de la noche. Bienvenidos a la “jornada laboral infinita”.
Según un análisis reciente del Worklab de Microsoft, 40% de los trabajadores revisa su correo desde las 6 de la mañana y uno de cada tres sigue activo después de las 9 de la noche. La desconexión se volvió un lujo. No porque el contrato lo ordene, sino porque la cultura del “siempre conectados” se normalizó. Teams, Slack, WhatsApp, Monday, Google Calendar, todos trabajan tiempo completo; el algoritmo no descansa.
Y así, mientras gobierno, empresarios, sindicatos, académicos y organismos internacionales reflexionan en los foros de la STPS sobre cómo devolverle tiempo libre a las personas, la realidad laboral va por otro carril, pues en muchos casos no hay reloj checador, sólo notificaciones. Lo que la empresa de tecnología denomina la “jornada laboral infinita” en su reporte.
Durante el turno “normal”, dice Microsoft, el trabajador promedio recibe unas 275 interrupciones diarias entre mensajes, reuniones, avisos y notificaciones, una cada dos minutos, si se tiene suerte. Entre tanto ruido, se espera colaboración, creatividad, buen ánimo y compromiso. Todo con resiliencia, por supuesto.
Y lo más curioso es que esta dinámica ocurre sobre todo en el mundo corporativo. Ese mismo mundo donde, en teoría, la gran mayoría ya trabaja las 40 horas a la semana a las que aspira la reforma, pero, en la práctica, se viven como un ciclo continuo de conexión. Si algo demuestran los datos del Worklab, es que las horas pactadas en un contrato no protegen de esa extensión digital del trabajo.
En los foros organizados por la Secretaría del Trabajo, se habla de gradualidad, diálogo tripartito y bienestar. Pero quizás, además de diseñar los pormenores de la semana de 40 horas, habría que reconocer que ya convivimos con otra jornada más poderosa: la invisible, extendida y digital.
Y sí, la reducción de la jornada es necesaria. Pero si no viene acompañada de límites reales a la conexión permanente, será como regular el tráfico sin tocar a los taxis y a los autos de apps de transporte.
Países como Francia, Argentina o España ya han avanzado en la discusión del derecho a la desconexión digital. En México, el tema apenas asoma. La reforma del teletrabajo de 2021 reconoce esta garantía, pero es un avance de papel, pues no ha permeado en la vida cotidiana del mundo corporativo y en muchas empresas todavía se penaliza no contestar los mensajes fuera de horario.
La buena noticia es que todavía podemos corregir el rumbo. Una reforma laboral no debería limitarse a contar horas, sino a recuperar el valor del tiempo. Porque el descanso también es parte del trabajo. Y sin descanso, ni productividad ni bienestar.
La jornada laboral infinita no necesita reforma, sólo WiFi.