Mímesis: arte y naturaleza como herramientas de reflexión
“Mímesis: The Visions of Art in Nature” es una exposición colectiva en Art Studio 244 que explora la relación entre arte, naturaleza y crítica social. Reuniendo a quince artistas, la muestra ofrece una mirada contemporánea a la mímesis como herramienta de reflexión ética y simbiótica. Desde la escultura en plata hasta instalaciones digitales, cada obra propone una conexión profunda con lo vivo y lo político.
Hasta el 5 de julio, Art Studio 244 en la colonia Roma, Ciudad de México, presenta Mímesis: The Visions of Art in Nature, una exposición curada por María Ángeles Chávez “Mar”, que reúne a quince artistas —Alkistis Athanasiadou, Beatriz Canfield, el consagrado Boris Viskin, Delia González, Francesca Dalla Benetta, Juan San Juan, Jeannette Betancourt, Livma Zacarias, Luigi Fantini, María José Romero, Mónica Deutsch, Antonio Uvalle, Vanessa García Lembo, Yupica y la propia Mar—, quienes desde distintas disciplinas y lenguajes visuales reinterpretan la relación entre arte y naturaleza en un tiempo de crisis ambiental, tecnológica y espiritual.
“Más que hablar de la naturaleza como paisaje, esta serie apunta a la naturaleza humana, a esa necesidad casi absurda que tenemos de seguir ídolos, incluso cuando nos arrastran al abismo”, señala Boris Viskin (Ciudad de México,1960), cuya obra El crepúsculo de los ídolos plantea una crítica a la idolatría social y a los relatos del poder.
A partir de estampitas escolares —esas imágenes ingenuas de próceres convertidas en iconografía—, Viskin desmonta con humor ácido las narrativas heroicas, cuestionando la figura del líder y la repetición ciega de símbolos. La obra nos invita a ver la historia como una construcción frágil, mutable y profundamente humana.
El trabajo de Boris Viskin resuena con fuerza en un momento geopolítico atravesado por conflictos armados en Medio Oriente —con la devastación en Gaza y las tensiones con Irán— y Europa del Este, donde la guerra en Ucrania persiste. En este contexto, su arte, que a primera vista parece inocente, revela capas de ironía, crítica y resistencia simbólica. En una era donde la guerra también se libra en los medios y la cultura visual, la mímesis en su obra no reproduce la realidad: la subvierte y nos obliga a repensarla desde sus fracturas.
Mímesis, entendida en su acepción clásica como “imitación de la naturaleza”, se transforma en una búsqueda contemporánea de conexión, de eco sensible y político con lo vivo.
La curadora Mar replantea este concepto desde una visión ética y ecológica: “No se trata de reproducir fielmente una flor o un paisaje, sino de acceder a su ritmo interno, su fragilidad, su fuerza”, explica. Para Mar, el arte puede reconectarnos con la physis, esa energía vital que nos une al todo natural. La exposición no representa el mundo: lo reinterpreta como un organismo vivo donde el arte puede sanar, denunciar y transformar.
Desde esta mirada, la obra de Mar encarna esa tensión simbiótica. En su pieza, una figura femenina emerge entre agua, cielo y ramas, como un cuerpo vegetal que respira con la tierra.
“Trabajo como expresión de una simbiosis entre lo humano y lo natural”, explica. La pintura no es un retrato individual, sino un espejo colectivo: una reconciliación con lo que hemos perdido —la intuición, el ciclo, la pertenencia— y que el arte puede ayudar a recuperar.
“La plata nace de la tierra. Es naturaleza viva, y yo solo la acompaño a transformarse en emoción, en memoria, en forma”, expresa Delia González.
Las esculturas de Delia González (Taxco, Guerrero), realizadas en plata, son fragmentos palpables de la naturaleza. Cada pieza establece un diálogo íntimo con lo orgánico: no sólo por su estética —que oscila entre lo hiperrealista y lo simbólico—, sino por la conciencia con la que han sido creadas. En su taller, Delia trabaja el metal como si se tratara de un acto de escucha. La plata, moldeada sin violentar sus orígenes, guarda en su brillo una ética: respeto por los ciclos naturales, los procesos invisibles, lo esencial.
Su obra celebra la materia y honra la responsabilidad ambiental del hacer artístico. Los ácidos se conservan y desechan de forma segura, nunca por el desagüe, en un gesto que revela su compromiso con la tierra. Inspirada por la naturaleza como entorno y pasión, González esculpe desde lo profundo para recordarnos que crear es también cuidar.
Yupica (Tokio,1982), por su parte, habita la frontera entre lo natural, lo digital y lo espiritual. “Mi práctica busca visualizar redes generativas donde naturaleza, humanos, inteligencia artificial y materia se entrelazan íntimamente. Habito el caos como espacio de posibilidad”, afirma. Su obra es una instalación que combina arroz, resina y video, creando una atmósfera donde los cuerpos se disuelven y las identidades se reconfiguran. Inspirado por visiones orientales y rituales, su trabajo plantea un nuevo ecosistema donde lo orgánico y lo tecnológico coexisten sin jerarquías.
Mónica Deutsch (Ciudad de México, 1964) profundiza en una conexión visceral con la naturaleza, desde el cuerpo como territorio.
“El diálogo con la naturaleza lo hago con las entrañas, con la médula de mis huesos”, afirma. Su propuesta recoge residuos —tierra, hueso, metal— y los transforma en artefactos de memoria y supervivencia.
“Es mi cuerpo quien media ese vínculo, más allá de lo cultural o político.” Su obra, profundamente íntima, nos recuerda que la resistencia también puede venir desde lo mínimo. Como en el proverbio de Rumi: “El agua del arroyo cambia muchas veces, pero el reflejo de la luna y las estrellas es el mismo”, comparte.
Mímesis, en colaboración con Artists Container, no es una exposición sobre la naturaleza: es una invitación a replantear nuestro lugar en ella. Entre lo orgánico y lo digital, lo íntimo y lo político, esta muestra convierte al arte en una conciencia viva. En un mundo que ha roto el espejo de la armonía, los artistas de Art Studio 244 nos invitan a reconstruirlo desde la sensibilidad, la memoria y la imaginación.
Acerca de Art Studio 244
“Art Studio 244 nace de un gran amor al arte, especialmente a la danza. Para mí, todo es arte. Necesitaba un lugar para hacer catarsis, un espacio donde convergieran danza, pintura y muchas otras disciplinas artísticas. Atreverse ha sido el reto más importante: crear un espacio alternativo que no se rige por los formatos tradicionales y que, sin embargo, mantiene un alto nivel de calidad.” — Alejandra Munguía (CDMX), fundadora.
Art Studio 244 (Tonalá 244, Roma Sur) surge del profundo amor de Alejandra Munguía por la danza y el arte. Concebido como un estudio para crear danza y pintura, el espacio se transformó orgánicamente en un lugar multifacético donde suceden encuentros mágicos entre disciplinas.
Más que un estudio, es una casa viva llena de arte y energía, que invita a expresarse libremente, sin las limitaciones de los formatos tradicionales. Para Munguía, el mayor reto ha sido sostener este proyecto por puro amor al arte, creando un refugio que promueve la colaboración, la libertad y la excelencia.