Diversidad en la cocina: Cómo es ser LGBTQ+ en el sector restaurantero mexicano

Diversidad en la cocina: Cómo es ser LGBTQ+ en el sector restaurantero mexicano

Aunque los fuegos de la cocina suelen esconder todo, hay cosas que arden en silencio. Para muchas personas LGBTQ+ que trabajan en el mundo restaurantero, el calor de los fogones no es lo más difícil de soportar. 

Comentarios hirientes, microagresiones, bromas normalizadas y falta de oportunidades siguen siendo parte del menú cotidiano en cientos de cocinas en México. A pesar de vivir en una sociedad que avanza hacia la igualdad, en el ámbito gastronómico aún se impone una cultura heteronormativa donde lo masculino, lo rudo y lo dominante sigue marcando el tono. 

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En palabras de Claudia Ramírez, presidenta ejecutiva de CANIRAC Nacional, “acceder al mercado LGBT+ representa una gran oportunidad para las pequeñas y medianas empresas que buscan abrirse a nuevos segmentos”. 

Pero para aprovechar esa oportunidad, primero hay que mirar hacia adentro: ¿cómo están las condiciones para quienes integran esta comunidad dentro del propio sector?

El peso de los prejuicios

Testimonios como los de Marco —un joven chef que tuvo que aguantar chistes homofóbicos durante sus prácticas profesionales— revelan que no se trata de casos aislados. Aunque muchas veces estas bromas se disfrazan de humor o camaradería, lo cierto es que reflejan un entorno laboral que aún castiga lo diferente. 

La masculinidad tóxica aún impera como norma en muchas cocinas, donde se duda de la fuerza, la capacidad o el liderazgo de quien no encaja con el estereotipo del chef hombre, fuerte, heterosexual y controlador. 

Especialmente preocupante es la discriminación hacia las personas trans. Beatriz Luján, jefa de cocina, narra cómo al iniciar su transición no solo perdió autoridad, sino que enfrentó prejuicios que la orillaron a crear sus propios espacios seguros. 

Casos como el suyo se replican, donde la invisibilidad de las personas trans dentro del ámbito restaurantero es síntoma de una exclusión más profunda.

Cuando el prejuicio resta…Más allá del aspecto ético, cerrar la puerta a la diversidad también significa dejar pasar oportunidades económicas. De acuerdo con datos de la Federación Mexicana de Empresarios LGBT+, el llamado pink market representa una inyección de alrededor de 80,000 millones de dólares al PIB nacional, y 4 billones a nivel global. 

Además, el 26% de las personas LGBT+ en México perciben ingresos superiores a los 20,000 pesos mensuales y el 77% viaja al menos una vez al año, de acuerdo con la misma fuente. Se trata, en muchos casos, del llamado segmento DINK (doble ingreso, sin hijos), caracterizado por un mayor poder adquisitivo y hábitos de consumo enfocados en experiencias como la gastronomía. 

Como señala Claudia Ramírez, “es una comunidad con un poder de consumo altísimo que favorece a las marcas respetuosas e inclusivas”. Por ello, visibilizar a personas LGBTQ+ al frente de restaurantes o en los equipos de cocina no solo responde a una necesidad de justicia social, sino a una estrategia inteligente de mercado.

Lugares seguros, espacios posibles

Algunos chefs y empresarios ya lo entienden y están convirtiendo sus restaurantes en espacios seguros y orgullosamente diversos, pero estos ejemplos aún son excepciones. 

La mayoría de los restaurantes en México —sobre todo los de menor tamaño— no cuentan con planes de igualdad, ni protocolos contra la discriminación. Y aunque desde 2022 son obligatorios para empresas con más de 50 trabajadores, muchos negocios siguen sin aplicarlos o desconocen su existencia.

Las nuevas generaciones, tanto de comensales como de profesionales gastronómicos, son más conscientes de estos temas y demandan mayor coherencia en las prácticas internas de los negocios. Los chefs, cocineros, baristas y meseros LGBTQ+ no quieren concesiones, quieren respeto. Quieren espacios donde su identidad no sea objeto de burla ni motivo de exclusión. Donde ser quienes son no reste, sino que sume.

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