El ESG enfrenta su prueba más dura

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Adoptar e impulsar prácticas de responsabilidad social no debe verse como un sacrificio, sino como una inversión clave para asegurar la permanencia de las empresas en el largo plazo. Los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) se han consolidado como herramientas fundamentales para medir el compromiso corporativo con la sociedad, el medio ambiente y el futuro. De ser considerados un distintivo, han pasado a convertirse en un requisito indispensable para la continuidad del negocio.

Araceli Becerril, directora de responsabilidad corporativa en L’Oréal, aseguró que una empresa responsable es aquella que tiene una visión de largo plazo para poder mantenerse vigente. “Pareciera que solo las grandes compañías, las líderes, son responsables, pero la realidad es que todo comienza con un principio básico: la responsabilidad nace del propósito y la visión de la empresa, desde sus primeros pasos, y se refleja en cómo sus colaboradores se comprometen a transformar la vida de quienes forman parte de su entorno”, señaló. Durante el panel La responsabilidad permanente de las empresas, realizado en el Expansión ESG Summit , Gema Sacristán, socia líder de sostenibilidad y sector público en Deloitte Spanish – Latam, explicó que las organizaciones están atravesando un proceso de transición, en el que la sostenibilidad ha ganado protagonismo como una verdadera palanca de valor, pese a las voces críticas que cuestionan el enfoque ESG. “La realidad es que no tiene sentido detener este proceso. Se trata de una ventaja comparativa y competitiva. Durante la pandemia por Covid-19, las empresas que entendieron la sostenibilidad como una mera obligación normativa perdieron de vista que es, en realidad, una vía para generar valor y asegurar su competitividad a largo plazo”, afirmó Sacristán. “Debemos dejar atrás la lógica del ‘cumplo y ya’, y entender que esto no es un gasto, sino una inversión estratégica”. Priscilla Zozaya, directora regional de relaciones con gobierno, sostenibilidad y responsabilidad social en Siemens Energy, coincidió en que el compromiso con los principios ESG debe ser genuino y parte del ADN de la organización. “El ESG es el corazón de nuestras operaciones. Si una empresa no tiene un compromiso interno, no puede exigir un compromiso externo”, subrayó. El cuidado del medio ambiente, añadieron las ponentes, no solo se traduce en mejores prácticas empresariales, sino en beneficios directos para las comunidades y el planeta. Sin embargo, este cambio debe iniciarse desde los hogares, permear en los colaboradores y, finalmente, escalar hacia toda la cadena de valor. Además, los consumidores muestran una creciente conciencia al momento de elegir productos sustentables, que tengan menor impacto ambiental. “Las grandes empresas debemos liderar esa transformación, y hacerlo a través de pequeños cambios. Si el consumidor exige sostenibilidad, hay que involucrarlo. Cada compañía debe sumar actores clave: desde la sociedad civil hasta las ONGs y el propio consumidor”, señaló Becerril. Por su parte, Javier León, director de asuntos corporativos y ESG en Nestlé México, advirtió que ningún esfuerzo será suficiente si no se transforman también la cultura y la infraestructura que rodea al consumo responsable. “Si no hay cultura, el consumidor no sabrá qué hacer con sus residuos. Pero si sí la hay y no existe la infraestructura necesaria, ahí es donde se produce la ruptura. Por eso es indispensable la colaboración entre los distintos actores sociales para resolver estos problemas estructurales”, concluyó.

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