Ford expande su músculo tecnológico en México con nuevo plan de inversión

<![CDATA[

El tono fue festivo, las palabras medidas. Durante la conmemoración por el centenario de operaciones de Ford en México, no hubo menciones directas a la creciente tensión comercial entre este país y Estados Unidos. Ninguno de los tres principales voceros de la compañía —Jim Farley, CEO global; Andrew Frick, presidente de Ford Blue y Ford Model e; ni Lucien Pinto, CEO de Ford México— se refirió explícitamente a los aranceles, ni a los debates que hoy reconfiguran las reglas del libre comercio en América del Norte. Y sin embargo, el mensaje fue imposible de separar del contexto. En un momento en que otras armadoras, como General Motors, ya han comenzado a anunciar la relocalización de algunas operaciones ante el endurecimiento de la política comercial estadounidense, Ford eligió enviar una señal de continuidad, compromiso y arraigo. Una declaración no confrontativa, pero sí elocuente. “Vamos a seguir compitiendo fuerte aquí en México”, dijo Farley frente a una audiencia de empleados, funcionarios y socios estratégicos. No se trató de una defensa abierta del modelo globalizado, sino de una reafirmación de lo que ya está en marcha: una red de talento, ingeniería y manufactura profundamente integrada en el país, que ha sido clave en la evolución de Ford durante un siglo.

“Continuaremos invirtiendo aquí” “Juntos somos más fuertes” Nuevos movimientos del negocio

La ceremonia se llevó a cabo en el Centro de Tecnología Global en el Estado de México. Fue un escaparate del músculo productivo de la firma en territorio mexicano, con énfasis en el talento técnico y las capacidades de manufactura avanzada que Ford ha desarrollado en el país desde 1925, cuando se convirtió en la primera empresa automotriz en establecer operaciones locales. A lo largo de estos cien años, la compañía ha tejido una estructura que hoy emplea a más de 14,600 personas. “Es gracias a ustedes, nuestros empleados, nuestros negociadores, que continuaremos invirtiendo aquí”, añadió Farley. Ford aprovechó el hito para repasar su historia. Desde la apertura de la planta de San Lázaro en 1925, pasando por la expansión con las plantas de Hermosillo, Sonora, y Cuautitlán, Estado de México, donde se ensamblan vehículos como la Ford Bronco Sport, la Maverick y el Mustang Mach-E, el primer eléctrico producido en México. En el estado de Chihuahua, Ford opera tres plantas de motores que fabrican motorizaciones emblemáticas: desde el Duratec I-4 (2.0 y 2.5 litros), hasta el Power Stroke V8 diésel de 6.7 litros, un motor diésel de 4.4 litros y el compacto Dragón de tres cilindros y 1.5 litros. La red se complementa con la planta en Irapuato y las oficinas centrales en el Estado de México, donde además se brindan servicios financieros a través de Ford Motor Credit Company. “Contar la historia de Ford en México es contar la historia de la industria automotriz en el país”, sintetizó Lucien Pinto. Ford decide reforzar su presencia al anunciar nuevas inversiones para expandir laboratorios y fortalecer su centro de ingeniería —el segundo más grande del mundo para la firma— desde donde se desarrolló el Mustang Mach-E, uno de sus vehículos eléctricos insignia. “Nuestros ingenieros en México están ayudando a diseñar los vehículos del futuro”, destacó Andrew Frick. La apuesta por la integración productiva entre México y Estados Unidos fue retomada con mayor claridad por el subsecretario de Industria y Comercio, Vidal Llerenas, quien destacó que la región de Norteamérica tiene una industria integrada que cruza varias veces las fronteras de los tres países. Según el funcionario, esa naturaleza compartida ha permitido que la región se mantenga competitiva frente a otras zonas del mundo. “Seguramente prevalecerá la racionalidad. Juntos somos más fuertes”. Llerenas consideró que el éxito de esta industria —que produce cerca de 4 millones de vehículos anuales en México— se explica por una combinación de talento, capacidades logísticas y visión de largo plazo. “No somos solo un país exportador; estamos construyendo un ecosistema industrial con gobiernos que trabajan para hacerlo competitivo y sostenible”. El mensaje institucional fue amplificado por la presencia de altos funcionarios. Asistieron los gobernadores de Sonora y Chihuahua, así como representantes económicos de Guanajuato y el Estado de México, entidades donde Ford tiene una fuerte presencia industrial. Todos enviaron señales de unidad. Más que un acto protocolario, fue una coreografía de respaldo mutuo entre empresa y Estado. El evento también subrayó la faceta social de la compañía. Desde 1966, Ford ha edificado y sostenido más de 200 escuelas primarias en México. Durante la ceremonia, la firma anunció la construcción de dos nuevas escuelas y una inversión adicional de 10 millones de dólares en programas educativos. “Esto no es solo una empresa automotriz, es una fuerza de transformación social”, dijo Farley. Con ello, Ford trazó una línea clara. México no es solo un centro de costos bajos o un punto en la cadena de suministro, sino un socio estratégico. La sola presencia del CEO global en territorio mexicano, en un contexto tan delicado, dice mucho sin necesidad de decirlo todo. En momentos de tensión, las ausencias hablan; en este caso, lo hizo la presencia. Fue una reafirmación sin confrontación. Más allá del momento simbólico, Ford también adelantó nuevos movimientos de negocio. Desde México, se lanzará una expansión de Ford Pro, su unidad de soluciones para flotillas comerciales. Habrá programas de especialización para distribuidores, iniciativas para integrar inteligencia de datos y un nuevo sistema de adaptación vehicular para negocios. “Queremos servir mejor a nuestros clientes de negocio y México será clave en eso”, explicó Frick. Esas decisiones no fueron presentadas como respuestas a la coyuntura, sino como parte de una evolución natural. Quizá por eso la frase final de Farley resonó más allá del recinto: “Aquí está el próximo siglo de Ford en México”.

]]>

admin