Israel daña la economía de sus aliados occidentales con los ataques sobre el sector energético iraní

Abierta la espita de la guerra total contra Irán, el Gobierno de Benjamín Netanyahu dio un paso más el pasado fin de semana. Cruzó una de las últimas líneas rojas: la de los ataques directos a infraestructuras energéticas, como depósitos de carburantes e instalaciones para el procesamiento de gas natural. El movimiento no solo pone en riesgo la matriz exportadora del país persa, muy dependiente de lo fósil: amenaza, también, con agravar la espiral alcista de los precios, golpeando así a la mayoría de socios tradicionales de Israel en Occidente. Europa depende casi íntegramente de las importaciones de petróleo y gas, y su economía es tremendamente sensible a su coste. Y Estados Unidos, pese a haberse convertido en los últimos años en un gran productor de crudo, necesita gasolina barata para que el consumo privado no se resienta.

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