La gran deuda con los administradores de condominios

La gran deuda con los administradores de condominios

En México, hablar del sector inmobiliario es hablar de expansión, inversión y transformación urbana. Pero también es hablar de una deuda pendiente: la infravaloración histórica de quienes hacen funcional lo que otros solo construyen. Me refiero a los administradores de condominios, una figura clave en la operación diaria de más de 139,000 unidades habitacionales en todo el país.

El crecimiento del mercado no se detiene. Cada año, nuevos desarrollos se integran al tejido urbano y la tendencia es clara: más verticalidad, más viviendas en régimen de condominio, más complejidad en la convivencia.

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Sin embargo, mientras las torres se levantan con presupuestos millonarios, quienes las mantienen habitables enfrentan una realidad que raya en lo absurdo: sueldos bajos, escaso reconocimiento y una relación ambigua con los administradores de condominios.

Un reciente estudio nacional sobre la remuneración de administradores de condominios reveló cifras que, más allá del dato, exponen una estructura de desigualdad profundamente arraigada.

En estados como Baja California y Puebla, los ingresos anuales superan los 38,000 pesos. En cambio, en entidades como San Luis Potosí, Chihuahua y Campeche, la remuneración no alcanza ni los 14,000 pesos al año. Esta disparidad es más que un problema económico: es una señal de que aún no entendemos el valor estratégico de esta función.

Profesionalización urgente

El mercado inmobiliario está cambiando, pero los esquemas de contratación y pago para la administración de propiedades parecen anclados en otra época. La informalidad es moneda corriente.

Se contrata al que “cobra menos” sin evaluar competencias técnicas, manejo financiero o capacidades de resolución de conflictos. ¿El resultado? comunidades mal gestionadas, con problemas estructurales acumulados, conflictos vecinales crónicos y deterioro en la calidad de vida de cientos de miles de familias.

Pero no todo es negativo, también hay señales claras de evolución. La profesionalización del sector ya no es una opción, es una necesidad. Cada vez más administradores apuestan por certificaciones, actualizaciones constantes y herramientas tecnológicas para optimizar su labor.

Esta transformación silenciosa está permitiendo una gestión más eficiente, transparente y escalable. Y lo más importante: comienza a demostrar que la eficiencia sí paga.

En macro-condominios o desarrollos de más de 500 unidades, los ingresos son significativamente mayores. No porque el trabajo sea menos complejo, sino porque se reconoce —aunque aún de forma incipiente— que el manejo profesional de una comunidad es una operación de alta exigencia.

Aquí, la tecnología juega un papel clave. La adopción de plataformas digitales, automatización de pagos y control documental ha permitido a los administradores aumentar su cobertura y rentabilidad. Pero la tecnología por sí sola no basta si no hay una visión regulatoria clara que respalde esta evolución.

Regulación pendiente

En países como Chile o Argentina ya se discute abiertamente la certificación obligatoria para quienes gestionan propiedades en régimen de copropiedad. México, en cambio, aún sigue en ese despegue. La ausencia de una normativa nacional que delimite responsabilidades, garantice estándares mínimos y proteja tanto a residentes como a administradores, mantiene al sector sin una organización transversal. Y en esa tierra, nadie gana.

El componente geográfico también es revelador. Es paradójico que, en entidades con fuerte dinamismo inmobiliario, como Ciudad de México o Nuevo León, los ingresos promedio de los administradores se ubiquen entre los más bajos del país.

Porque sí, una administración deficiente no solo afecta la convivencia o el mantenimiento. Afecta directamente el valor patrimonial de las unidades. Nadie quiere vivir, ni invertir en un lugar donde los servicios comunes colapsan, los conflictos vecinales escalan y las decisiones financieras son opacas o improvisadas.

Revalorizar la figura del administrador de condominios no es un acto simbólico. Es una estrategia inteligente para blindar el crecimiento del sector inmobiliario con una base sólida y funcional. Y esto pasa por tres acciones concretas: impulsar la profesionalización, promover el uso de tecnología y avanzar hacia una regulación transversal.

** El autor es country manager de ComunidadFeliz.mx en México, destacado por liderar la expansión de la proptech en el mercado mexicano con estrategias innovadoras en ventas y retención de clientes. Su enfoque en metodologías ágiles ha sido clave para optimizar la adquisición y monetización de usuarios. Con experiencia en gestión de riesgos y conservación, Mondaca impulsa la eficiencia operativa y el crecimiento sostenible de la empresa.

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