Agilidad mental: La brújula del liderazgo en tiempos turbulentos

Agilidad mental: La brújula del liderazgo en tiempos turbulentos

“La inteligencia es la capacidad de adaptarse al cambio”, afirmó Stephen Hawking. Una verdad que resuena con particular fuerza en el panorama actual. En un mundo definido por la incertidumbre y la sorpresa, la flexibilidad emerge no solo como una virtud, sino como una competencia esencial para cualquier ejecutivo que aspire a liderar con éxito. La rigidez, por el contrario, nos condena a una lucha constante y a un sufrimiento autoimpuesto, incompatible con la visión estratégica que el entorno exige.

Vivimos en una realidad innegable: 8,000 millones de perspectivas distintas sobre la vida y los acontecimientos que suceden. Si la inteligencia se define como la facultad de la mente para aprender, entender, razonar y tomar decisiones, es imperativo reconocer que la flexibilidad es su componente inherente. Es la que nos dota de la habilidad de abrir la mente para comprender la realidad desde múltiples ángulos, permitiéndonos navegar con destreza en un entorno dinámico, diverso y en constante evolución.

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Un escenario global en constante reinvención

Los tiempos que vivimos se caracterizan por una volatilidad sin precedentes. La globalización ha interconectado mercados y culturas de manera intrínseca, haciendo que cualquier evento, por distante que parezca, pueda generar ondas expansivas a nivel mundial. Las innovaciones tecnológicas emergen a un ritmo vertiginoso, redefiniendo modelos de negocio y las expectativas de los consumidores. A esto se suman las tensiones geopolíticas, las crisis climáticas y los cambios sociales profundos, que juntos, dibujan un panorama de incertidumbre persistente. 

En este torbellino de transformaciones, aferrarse a paradigmas obsoletos o a una única forma de ver el mundo es una receta para la obsolescencia. La flexibilidad no es una opción; es la imperiosa necesidad que nos permite no solo sobrevivir, sino prosperar y liderar en este complejo ecosistema.

La lección de la adaptación global

Un episodio elocuente ilustra la trascendencia de esta cualidad. Recuerdo la frustración de un alto ejecutivo de regreso de un viaje a Indonesia. Meses de negociaciones para la adquisición de una compañía gubernamental no avanzaban. Exasperado, clamaba: “¿Cuándo van a cambiar esta gente? ¿Cuándo van a entender que así no son las cosas? En Europa se hacen correctamente”. 

La sabia respuesta de mi jefe fue contundente: “¿Sabes cuándo van a cambiar? ¡Nunca! Son indonesios y ellos hacen las cosas así. Recuerda que allí, el distinto eres tú, no ellos”. Una lección magistral que subraya una verdad fundamental: la diversidad de visiones es una constante, y el ego, si no se domina, nos pasa factura.

La flexibilidad nos capacita para tolerar y gestionar con eficacia esta torre de Babel de perspectivas sin caer en la alteración. Nos confiere la capacidad de pensar de manera divergente, de navegar con serenidad en la incertidumbre y de resolver problemas de forma creativa. Además, nos abre la puerta a una vida profesional más enriquecedora, permitiéndonos incorporar nueva información y expandir continuamente nuestras fronteras de conocimiento.

Cultivando la maleabilidad mental: estrategias prácticas

¿Cómo podemos, entonces, cultivar esta maleabilidad mental? Propongo un ejercicio consciente y constante:

» 1. Acepte la realidad tal cual es: Esto no es conformismo, sino una comprensión profunda de que el presente es lo que es. Reconozca la situación sin resistencia.

» 2. Desconecte el componente emocional: Observe lo que sucede sin que el ego, que anhela actuar basándose en lo que considera “correcto”, tome el control. Son solo hechos que se desarrollan.

» 3. Analice con apertura y sin prejuicios: Indague, cuestione y profundice, dejando de lado sus creencias preestablecidas. Entienda que nadie posee la verdad absoluta y que existen infinitas alternativas y posturas válidas. Cada situación es una oportunidad para aprender y potenciar su creatividad.

Practicando esta “gimnasia” mental, especialmente ante aquello que le genera rigidez, podrá demoler la resistencia que le impide ser flexible. No se trata de aceptar pasivamente todo lo que proviene del exterior, sino de adoptar un prisma diferente para complementar y expandir su entendimiento.

Como ingeniosamente señaló Francis Picabia: “Nuestra cabeza es redonda para permitir a los pensamientos cambiar de dirección”. En este contexto global tan dinámico, la capacidad de girar y adaptarse se convierte en la principal ventaja competitiva para el liderazgo ejecutivo. ¿Está listo para reorientar su pensamiento y liderar con la agilidad que los tiempos exigen?

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