Cuidar el medio ambiente es un lujo para los consumidores mexicanos
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Es cierto, el uso de bolsas reutilizables se ha generalizado en los hogares mexicanos; sin embargo, esto no significa que sea un consumo responsable con el medio ambiente. La percepción que predomina sobre los productos ecológicos es que son inaccesibles, difíciles de encontrar o poco efectivos, lo cual crea una barrera para el consumidor, incluso si tiene preocupación ambiental.
La preocupación ambiental no siempre lleva a la acción Ecoactivos: 27% (se preocupan y toman acción) Ecoconsider: 36% (se preocupan, pero no actúan) Ecodismissers: 37% (no muestran preocupación ni acción) El precio es la principal barrera para el consumo ecológico
Precio alto de los productos ecológicos Falta de conocimientos para identificar si un producto es realmente sustentable Dificultad para encontrarlos en tiendas Percepción de que no funcionan igual Falta de tiempo para buscarlos 36% no sabe qué hacer con los envases biodegradables 33% no entiende las etiquetas de reciclaje 32% no tiene claridad sobre el concepto de sustentabilidad 31% no sabe cómo reciclar en casa
De acuerdo con Fernando Girón, director de Advanced Analytics de Worldpanel en Kantar México, entre las principales preocupaciones ambientales destacan la escasez de agua, el calentamiento global y la contaminación del aire y del agua. A pesar de ello, solo una parte de los hogares adopta hábitos de consumo alineados con estas inquietudes. Kantar clasifica a los hogares en tres grupos: Los ecoactivos gastan en promedio 38,957 pesos al año por persona, quien además sí lleva una planeación sobre su consumo. Los hogares señalan los siguientes factores como principales barreras: En cuanto a desinformación: Los datos muestran distintas áreas de desconocimiento entre los consumidores, aunque no se trata de un mismo grupo: Estos datos muestran una necesidad de mayor educación ambiental entre los consumidores.
El perfil del consumidor responsable en México Edad predominante: entre 35 y 49 años Nivel socioeconómico alto: representan 38% de los ecoactivos Tamaño del hogar: de cualquier tipo, aunque en hogares grandes (5 o más personas) tiende a disminuir la preocupación ambiental Mayores de 50 años (61% de los ecodismissers) Nivel socioeconómico bajo (63% de los ecodismissers) Desconfianza hacia marcas y fabricantes 39% cree que las marcas y fabricantes hacen esfuerzos reales 56% considera que solo lo usan como estrategia de marketing 40% tiene mayor confianza en el esfuerzo de los retailers que en las marcas El consumidor no siempre paga más, pero sí exige más transparencia
Los hogares más comprometidos con el consumo ecológico presentan el siguiente perfil: Por el contrario, los menos interesados son: “El ecoactive tiende a tener un porcentaje mucho más alto en categorías como puré de tomate, agua mineral, acondicionador, elote y maíz posolero, cepillos dentales, pañales desechables, agua embotellada, shampoo, cereales para el desayuno y agua saborizada”, detalló Fernando Girón. Respecto a la percepción de compromiso ambiental: Sobre los puntos de venta: Esto sugiere una división en la confianza hacia las empresas, donde los distribuidores parecen generar mayor credibilidad. Francisco Olivares Bello, Consumer Products & Retail Deputy en EY Latinoamérica, afirmó que los mexicanos prefieren productos sostenibles solo cuando no representan un sobreprecio. Aun así, sostuvo que existe una tendencia creciente a castigar públicamente a las marcas que incumplen con prácticas responsables. “Si una empresa daña el medio ambiente y eso se hace público, la marca puede recibir un castigo importante”, advirtió.
Las empresas enfrentan límites para ejecutar todas sus estrategias verdes
En la percepción del consumidor, la empresa es el principal agente responsable de impulsar el cambio, más allá del gobierno o la sociedad. Esto obliga a las marcas a comunicar sus acciones con mayor claridad. “Hoy vemos campañas donde el protagonismo no es la marca, sino lo que hace por el planeta”, explicó el especialista de EY. Esta presión social ha llevado a las empresas a asumir la sostenibilidad como una estrategia de reputación y no solo de cumplimiento normativo. Según Olivares, aunque muchos consumidores no pagan más por un producto sustentable, sí exigen coherencia y transparencia. Esa exigencia puede traducirse en consecuencias si no se cumple con lo que se promete. Según Olivares, ninguna empresa cuenta con presupuesto suficiente para implementar de forma inmediata todas las acciones que su área de sostenibilidad propone. “Tienen que ir eligiendo qué es lo que causa mayor beneficio a la empresa con base en la inversión que requiere”, señaló. Esta elección de prioridades genera ritmos desiguales en la adopción de políticas ambientales. Las acciones empresariales se desarrollan por etapas. Una meta puede ser reducir 20% el consumo de agua en un año, seguida de nuevas metas para el siguiente periodo. Esta planificación escalonada responde a la necesidad de balancear entre impacto ambiental y viabilidad económica. “La sostenibilidad siempre puede hacerse mejor, pero no todo se puede hacer de golpe”, indicó. Este retraso no implica desinterés. De hecho, Olivares sostuvo que la mayoría de las empresas grandes tienen áreas dedicadas exclusivamente a identificar mejoras ambientales y justificar internamente los recursos necesarios. “Es un proceso que se va sofisticando y que requiere inversión constante”, concluyó.
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