Comida escasa, poco nutritiva y muy difícil de cocinar: el espejismo de la ayuda de la Fundación Humanitaria de Gaza

Mohammed Nabil Zeidan jura que los siete hijos que le quedan —un ataque israelí mató hace meses a su primogénito, de 22 años— llevan tres meses sin comer pan. Casi desde el 2 de marzo, cuando Israel prohibió completamente la entrada de ayuda humanitaria en Gaza. La semana pasada, alguien les dijo que “los americanos” estaban repartiendo comida. Aludían a los dos sitios de distribución de alimentos abiertos el 27 de mayo en el centro y el sur de la Franja por una organización opaca, de financiación desconocida, pero patrocinada por Israel y Estados Unidos: la Fundación Humanitaria de Gaza (FHG).

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Han contribuido a esta pieza Montse Hidalgo y José A. Álvarez

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