Los días contados del mundo laboral mexicano
Estos días, las noticias del mundo del trabajo se han intensificado, como anticipando los eventos que se precipitarán una vez se abra la revisión del T-MEC con los vecinos del norte. Revisión donde el mundo del trabajo mexicano va a ser actor principal. Estará entonces, quiérase o no, en el banquillo de los acusados.
Esta semana, representantes empresariales y sindicales se reunieron para acordar la creación del Consejo Nacional, Social, Económico y Ambiental. Convocados por la dirección de Coparmex, el Consejo se definió como un espacio tripartito de diálogo social para la construcción de propuestas conjuntas, con el objeto de enfrentar retos comunes. Se entendería que actuales y por venir.
Llama la atención que la mesa de concertación que AMLO prometió a los empresarios y no concretó en sus seis años, ahora se configure por iniciativa de éstos, si bien con la sanción presencial del secretario del Trabajo, Marath Bolaños. Se aprecia también el esfuerzo por iniciar el diálogo invitando a una gama extensa de organismos sindicales, empezando con los más tradicionales (CTM, CROM, CTC, CROC, etc.), pero también incluyendo opositores e independientes como los telefonistas, mineros, universitarios, entre otros.
En ese marco, es de lamentar que dejaron por fuera el sindicalismo emergente de entidades como la Liga Sindical, SINTTIA, SNITIS, AGT y CFO, pues estamos hablando de organismos de trabajadores surgidos o consolidados al amparo del T-MEC y su Mecanismo Laboral de Respuesta Rápida (MLRR). Porque en el futuro, el Consejo y esfuerzos similares habrán de recordar que el diálogo social es, por definición, inclusivo, y habrá de serlo mucho más con entidades como las notadas. Sobre todo, si se desea, en efecto, presentar un frente con cara digerible frente a las negociaciones del T-MEC y el MLRR que se abrirán en un futuro cercano.
Los días están contados, y es preciso que el gobierno y los actores productivos del mundo del trabajo mexicano dejen de ignorar lo que van a demandar al unísono la administración Trump, el Congreso de EU y los sindicatos de AFL-CIO para dar su voto aprobatorio a un T-MEC recargado (demandas a las que se sumará el Canadá de Mark Carney y UNIFOR):
- Otra reforma laboral en México, o la profundización de la existente. Pero, en particular, mecanismos que aseguren su aplicación efectiva, fuera de simulaciones de ningún tipo. Ni de gobierno ni de sindicatos ni de empresarios.
- Un MLRR extendido, con mayores capacidades de intervención y sanción frente a las violaciones laborales, incluyendo su aplicación a más sectores definidos como estratégicos para la relación y la competitividad de Norteamérica.
- Agregados laborales con mayores competencias y recursos de vigilancia sobre los cursos de la ley laboral. Lo que bien puede implicar que demanden funciones de inspección que —por omisión o carencia de recursos— no realizan los inspectores mexicanos.
- Efectiva rendición de cuentas de los sindicatos y confederaciones del país. ¿Cómo de líderes sindicales supermillonarios con propiedades y cuentas bancarias exclusivas en México, Estados Unidos y Europa, ¿en un país con trabajo y trabajadores pauperizados?
- No más politización y alianzas gobierno-sindicatos que conducen a cotos de poder, bolsas de corrupción y cacicazgos regionales que impiden la libre negociación colectiva y ahogan la competitividad de las empresas.
- Mecanismos y compromisos para asegurar que los salarios contractuales aumenten en México, en particular en industrias estratégicas como la automotriz, la electrónica, la de TICs, la de inteligencia artificial y el conjunto de industrias de la transición —para empezar, de la minera a la energética—. Si bien no se tratará del imposible de igualar los salarios de México con los de sus contrapartes de EU y Canadá, sí se demandará definir escalas de progreso y pisos mínimos de aumento, de forma que México deje de ser el paraíso de dumping social-laboral para las industrias estratégicas. ¿Será a partir del piso de 16 dólares definido y no realizado por el T-MEC para la automotriz? Posiblemente.
Así que, sobre aviso no hay engaño. O le entramos, o no hay Tratado 2.0.
Los días están contados, y es preciso que el gobierno y los actores productivos del mundo del trabajo mexicano dejen de ignorar lo que van a demandar al unísono la administración Trump, el Congreso de EU y los sindicatos de AFL-CIO para dar su voto aprobatorio a un T-MEC recargado (demandas a las que se sumará el Canadá de Mark Carney y UNIFOR):
• Otra reforma laboral en México, o la profundización de la existente. Pero, en particular, mecanismos que aseguren su aplicación efectiva, fuera de simulaciones de ningún tipo. Ni de gobierno ni de sindicatos ni de empresarios.xxxxxxxxxUn MLRR extendido, con mayores capacidades de intervención y sanción frente a las violaciones laborales, incluyendo su aplicación a más sectores definidos como estratégicos para la relación y la competitividad de Norteamérica.xxxxxxxAgregados laborales con mayores competencias y recursos de vigilancia sobre los cursos de la ley laboral. Lo que bien puede implicar que demanden funciones de inspección que —por omisión o carencia de recursos— no realizan los inspectores mexicanos.xxxxxxxEfectiva rendición de cuentas de los sindicatos y confederaciones del país. ¿Cómo de líderes sindicales supermillonarios con propiedades y cuentas bancarias exclusivas en México, Estados Unidos y Europa, ¿en un país con trabajo y trabajadores pauperizados?xxxxxxxNo más politización y alianzas gobierno-sindicatos que conducen a cotos de poder, bolsas de corrupción y cacicazgos regionales que impiden la libre negociación colectiva y ahogan la competitividad de las empresas.xxxxxxxMecanismos y compromisos para asegurar que los salarios contractuales aumenten en México, en particular en industrias estratégicas como la automotriz, la electrónica, la de TICs, la de inteligencia artificial y el conjunto de industrias de la transición —para empezar, de la minera a la energética—. Si bien no se tratará del imposible de igualar los salarios de México con los de sus contrapartes de EU y Canadá, sí se demandará definir escalas de progreso y pisos mínimos de aumento, de forma que México deje de ser el paraíso de dumping social-laboral para las industrias estratégicas. ¿Será a partir del piso de 16 dólares definido y no realizado por el T-MEC para la automotriz? Posiblemente.
Así que, sobre aviso no hay engaño. O le entramos, o no hay Tratado 2.0.