Terruño: un refugio del vino mexicano en la Roma

Terruño: un refugio del vino mexicano en la Roma

Entre una carnicería, una tienda de abarrotes y algunos comercios gastronómicos, Terruño, poco a poco, se ha convertido en uno de los sitios favoritos para los amantes del vino nacional. Fundado por Alberto Moyeda, un apasionado winelover coahuilense, este wine bar rompe con la solemnidad que suele rodear al vino para ofrecer una experiencia cálida, honesta y sin pretensiones.

En una ciudad donde domina la coctelería y la cerveza artesanal, Terruño decidió hacerle espacio a la copa de vino, pero sin etiquetas ni protocolos. Aquí no hay mantel blanco ni discursos complicados; hay vino mexicano, vasos sencillos, mesas compartidas y un ambiente de barrio donde la música y la conversación fluyen con la misma naturalidad que una copa bien servida.

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Una carta viva y dinámica

Desde su apertura en 2020, Terruño ha sido un proyecto orgánico. Alberto comenzó con una idea clara: darle hogar al vino mexicano, en especial a aquellos vinos de pequeñas producciones, honestos, accesibles y con historias que contar. Cada etiqueta que entra a la carta —entre 8 y 16 por mes— ha sido evaluado por Alberto, quien se esfuerza por mantener precios justos: copas desde 160 pesos y botellas que oscilan entre los 1,000 pesos. Un abanico generoso que permite a cualquiera acercarse al vino sin miedo ni prejuicio.

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Vinos en TerruñoAlejandra Carbajal

El vino sin solemnidad

“Para mí, beber vino es un acto de alegría, no de solemnidad”, dice Alberto. Y eso se siente en cada rincón de Terruño. Nada de rituales complicados. Aquí se sirven vinos coahuilenses, potosinos, bajacalifornianos o queretanos en vasitos o copas sencillas. Lo importante es la experiencia: sentarse, brindar, compartir y descubrir. No hay carta impresa: la oferta cambia todo el tiempo, como cambian las estaciones y los ánimos.

Un espacio para la comunidad

Terruño también es arte. Las paredes del local son intervenidas por artistas visuales y los murales cambian cada cierto tiempo. Durante la Semana del Arte, el equipo intervino un puesto de periódicos. De noche, el lugar se transforma: sacan burros de planchar que funcionan como barras improvisadas, los tacos vecinos se unen a la fiesta, y el vino fluye entre risas, música y perritos que pasean con sus dueños.

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Vinos de TerruñoAlejandra Carbajal

Trabajar con vino mexicano es una resistencia cotidiana. El vino nacional carga con altos impuestos —hasta 43% entre IEPS e IVA—, bajos incentivos, escasa producción y precios que compiten con etiquetas extranjeras mucho más baratas. “Es más fácil encontrar un vino español de buena calidad en 120 pesos que un mexicano abajo de 400 pesos”, señala. Aun así, insiste en trabajar directamente con productores para reducir intermediarios, lograr mejores precios y fomentar un círculo virtuoso que fortalezca la industria vinícola nacional.

Sus clientes son vecinos, curiosos, amantes del vino y quienes simplemente buscan un espacio donde sentirse seguros y bienvenidos. Es común ver a alguien solo con un libro, tomándose una copa con calma, o a un grupo de amigos improvisando una sobremesa hasta que cae la noche.

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TeAlejandra Carbajal

  • Dónde: Guanajuato 27C, colonia Roma.
  • Precios promedio: copas desde 160 pesos. 
  • Redes: @terruno_roma

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