El Grado de Integración: Un Impulso Estratégico para la Industria de Bienes Terapéuticos en México

Si bien en el pasado la consideración del Grado de Integración en las compras gubernamentales en México fue uno de los criterios determinantes que determinaban el tipo de proceso licitatorio en el que se podía participar conforme a la Ley de Adquisiciones vigente en aquel momento, en el contexto actual exige una visión renovada y una aplicación estratégica de este concepto, particularmente en sectores de alta relevancia como la industria de bienes terapéuticos (medicamentos, dispositivos y material de curación). Hoy, más que nunca, comprender y aplicar rigurosamente el Grado de Integración no es solo un acto de cumplimiento normativo, sino una palanca fundamental para el desarrollo industrial y la autonomía sanitaria en México.

En el presente, la complejidad de las cadenas de suministro globales y la creciente conciencia sobre la vulnerabilidad en sectores críticos como el farmacéutico y el de dispositivos médicos otorgan al Grado de Integración relevancia en relación con dos conceptos: sustentabilidad e incentivos para la inversión. La pandemia de la COVID19 evidenció la dependencia de México de proveedores extranjeros para insumos esenciales y productos terminados, exponiendo riesgos significativos para la salud pública y la estabilidad económica. En este escenario, fomentar un mayor Grado de Integración en la oferta de bienes terapéuticos se puede considerar una estrategia que complementaría la oferta de estos insumos.

La aplicación efectiva del Grado de Integración en las compras institucionales de medicamentos, vacunas, dispositivos médicos y otros insumos para la salud puede generar un círculo virtuoso para la industria. Al priorizar la adquisición de bienes terapéuticos con un alto componente de producción local, se estimula la inversión en investigación y desarrollo, se fortalece la capacidad productiva nacional, se generan empleos de alto valor y se reduce la dependencia de fuentes externas, mitigando riesgos asociados a la geopolítica y a las disrupciones en las cadenas de suministro globales.

Consideremos ahora las implicaciones industriales concretas en el sector de bienes terapéuticos. Un criterio robusto de Grado de Integración incentivaría a las empresas farmacéuticas establecidas en México a aumentar su inversión en la producción local de principios activos (API), un eslabón crucial en la cadena de valor que históricamente ha tenido una baja integración nacional. De igual manera, impulsaría a las empresas de dispositivos médicos a incrementar la fabricación nacional de componentes y productos terminados, fomentando la innovación y la adopción de tecnología.

Aquí cabe una importante aclaración, el Grado de Integración no debe de ser un requisito que limite la capacidad de un proveedor de ofertar sus productos si el producto es importado y/o su Grado de Integración es menor al que sea establecido; se trata de que este pueda ser visto un incentivo.

Sin embargo, para que este potencial se materialice, es indispensable abordar la carencia histórica de un lenguaje común y de metodologías claras y consistentes para la determinación y verificación del Grado de Integración. En el contexto actual, la ambigüedad conceptual puede ser particularmente perjudicial en el sector de bienes terapéuticos, donde la calidad, la seguridad y la trazabilidad son aspectos críticos.

Es fundamental establecer definiciones precisas de lo que constituye un “insumo de origen nacional” en el ámbito farmacéutico y de dispositivos médicos. ¿Se considerará así solo el principio activo sintetizado en México, o también los excipientes y los materiales de empaque producidos localmente? ¿Cómo se valorará la inversión en investigación y desarrollo realizada por empresas establecidas en México? ¿Qué criterios se utilizarán para verificar el origen de los componentes de los dispositivos médicos, considerando la complejidad de sus cadenas de suministro y la posible existencia de múltiples niveles de su propia proveeduría? Estas preguntas requieren respuestas claras y consensuadas para evitar interpretaciones erróneas y posibles actos de simulación.

En el presente, la colaboración activa entre las autoridades sanitarias, la Secretaría de Economía, la industria farmacéutica y de dispositivos médicos, así como instituciones académicas es crucial para establecer un marco regulatorio claro y transparente en torno al Grado de Integración. Este marco debe contemplar metodologías de cálculo específicas para el sector de bienes terapéuticos, considerando las particularidades de sus procesos productivos, la complejidad de sus cadenas de valor, y la necesidad de garantizar la calidad y seguridad de los productos.

Además, en el contexto actual, la transparencia en los procesos de compra y la rendición de cuentas son imperativos. La ciudadanía tiene el derecho de conocer el origen de los medicamentos y dispositivos médicos que adquiere el Estado con recursos públicos. Un sistema claro de Grado de Integración, con mecanismos de verificación robustos, contribuye a generar confianza y a fortalecer la legitimidad de las decisiones de compra. Sí bien el concepto en si mismo es del ámbito económico, requiere de una fuerte estrategia regulatoria, poco se podrá avanzar si la autoridad regulatoria no es capaz de ofrecer certidumbre; como se ha dicho en este espacio anteriormente, COFEPRIS es un ente regulador con un impacto económico directo, para bien o para mal.

De tal forma que la consideración del Grado de Integración en el pasado pudo haber sido inconsistente, el presente exige una aplicación estratégica y rigurosa, especialmente en el sector de bienes terapéuticos. Superar la falta de un lenguaje común y establecer metodologías claras y transparentes, incluyendo una fórmula de cálculo precisa y adaptada a las particularidades del sector, no es solo una necesidad regulatoria, sino una oportunidad para impulsar el desarrollo industrial, fortalecer la seguridad sanitaria y avanzar hacia una mayor autonomía estratégica en un sector vital para el bienestar de la población mexicana.

Importante, el Grado de Integración es una de las muchas herramientas que, con miras a una política industrial de bienes terapéuticos, la garantía de una oferta de insumos al sistema nacional de salud en la cantidad y la calidad debida, reducción a la dependencia de proveedores que no están debidamente acreditados en el país.

Hoy cierro con una frase atribuida a Lawrence J. Peter: “Si no sabes a donde vas, probablemente terminarás en otro lugar.”

* El autor cuenta con 25 años de experiencia en el sector de la salud en México y Latinoamérica, es socio fundador de una consultoría enfocada en el análisis de las políticas públicas en salud, salud digital y sostenibilidad.

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