Plan México y la torta cubana

En el marco de la convención bancaria y tratando de resaltar la importancia de las micros, pequeñas y medianas empresas y su financiamiento, el secretario de Hacienda afirmó: “Necesitamos que el PIB esté hecho en México”. 

Para un ignorante de los principios básicos de economía, esta afirmación suena atractiva. Claro dirán, incluyendo a quienes despachan en el palacio virreinal: si queremos crecer más, hay que incentivar que una mayor parte del PIB sea producida internamente en lugar de estarlo importando.

Lamento informarles que la aseveración del secretario es errónea. El PIB se define como el valor del flujo de todos los bienes y servicios de uso final producidos dentro del territorio de un país en un periodo determinado. Así, todo el PIB de México está, por definición, hecho en México. Para producirlo, se utiliza el capital de la economía (infraestructura, planta, maquinaria y equipo, servicios laborales e insumos intermedios —nacionales e importados—). Importar menos bienes de consumo no cambia el PIB.

Otra forma de verlo es que es el valor del ingreso generado en la economía, el cual se distribuye entre los dueños de los factores de la producción (ingresos del capital e ingresos de la mano de obra). Este ingreso, después de pagar impuestos directos (ISR), tiene dos únicos destinos: ahorrarse y/o consumirse, el cual puede ser en bienes y servicios nacionales o extranjeros (importaciones). Importar más o menos bienes de consumo no modifica el ingreso, ni, por lo tanto, el PIB.

Concediendo que la afirmación del secretario fue un resbalón y dada la alusión que hizo al Plan México, podríamos suponer que él se refería al objetivo de sustituir importaciones de diversos bienes, tanto insumos intermedios como bienes de consumo final, con producción nacional. Incluye textiles, calzado, muebles, acero, aluminio, semiconductores, paneles fotovoltaicos, baterías de litio, medicinas y equipo médico, gasolina, gas natural, automóviles y más. Un plan que recuerda la agotada política de sustitución de importaciones de la década de los sesenta del siglo pasado.

Para ello es que se plantea utilizar diferentes instrumentos, como son aranceles con los países con los cuales no hay tratados de libre comercio (léase, China), subsidios fiscales y financieros, y adquisiciones gubernamentales. La idea detrás del Plan México es promover la producción en los sectores mencionados, aunque a los consumidores nos cueste más y se genere una pérdida de bienestar.

Parece que no entienden la teoría de ventajas comparativas ni que el objetivo del comercio internacional no son las exportaciones, sino las importaciones; de lo que se trata es de importar los bienes que son producidos en el exterior a un menor costo que lo que costaría producirlos internamente. Un ejemplo: deseo consumir una torta cubana y tengo tres opciones:

1. Desde cero: producir el trigo y cártamo, fabricar el molino para hacer la harina, la mezcladora para prepararla y el horno para hacer la telera, un pozo para el agua, árboles para la leña, criar la becerra para que cuando crezca produzca leche para hacer el queso y después matarla para producir la milanesa, criar un cerdo para posteriormente sacrificarlo y producir la pierna, el jamón y la salchicha, tener una gallina ponedora para tener huevos y producir mayonesa, sembrar un árbol de aguacate, uno de limones y de jitomate, zanahoria, cebolla, chiles y caña de azúcar para producir vinagre y curtir los chiles y las zanahorias. Todo a un costo, supongamos, de 100 mil pesos, con un enorme costo de oportunidad.

2. Adquirir los ingredientes en diferentes establecimientos y prepararla en el hogar, supongamos a un costo de mil pesos (incluye el costo de los traslados, así como el costo de oportunidad del tiempo empleado tanto en los traslados como en el de la preparación).

3. Adquirir el manjar en una tortería a un costo de 200 pesos.

La opción 1 es el Plan México de sustitución de importaciones y la autosuficiencia; la opción 2 es adquirir en el exterior (fuera del hogar/país) los insumos y utilizar un factor doméstico (mano de obra) para producirla dentro del hogar; y la opción 3 es el espíritu del comercio internacional: adquirir la torta a un costo menor que lo que a mí me costaría producirla, de alguien que tiene ventajas comparativas en la elaboración de tortas. Lástima que tengo que generar el ingreso para pagarla, es decir, para importar la torta a mi hogar requiero trabajar/exportar. Moraleja: la sustitución de importaciones y la autosuficiencia implica un uso ineficiente de recursos con un costo en bienestar social.

No hay duda de que, dadas las condiciones adecuadas e incentivos correctos, algunas empresas nacionales y extranjeras podrían invertir en México y sustituir algunos bienes importados con producción nacional; el problema es que esas condiciones e incentivos no existen. Sin un poder judicial que otorgue certeza jurídica, con una alta incidencia de criminalidad, incluyendo el cobro de piso; con un marco regulatorio ineficiente que impone altas barreras de entrada; con una electricidad insuficiente y cara; con un gobierno con amplios poderes discrecionales, etcétera; esperar mayor inversión y mayor crecimiento es solo una ilusión.

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