Aislados del mundo ¿Cuáles son las restricciones que seguirán los cardenales en el cónclave?

Aislados del mundo ¿Cuáles son las restricciones que seguirán los cardenales en el cónclave?

Aislados del mundo. Este domingo, los cardenales electores, príncipes de la Iglesia convocados para la trascendental tarea de elegir al nuevo Papa, recibieron instrucciones detalladas sobre el desarrollo operativo del cónclave. Resalta la prohibición taxativa de introducir teléfonos móviles o cualquier otro dispositivo de comunicación en la Capilla Sixtina, el icónico espacio donde se decidirá el futuro liderazgo de más de mil millones de católicos.

La cuenta atrás comienza de manera formal y rigurosa hoy. Los purpurados deberán presentarse en la Casa Santa Marta, una moderna residencia dentro del Vaticano que se convertirá en su hogar y refugio aislado durante los días que dure el Cónclave. Ahí ocuparán sus habitaciones, despojándose de cualquier contacto con el exterior: no habrá prensa, ni televisión, ni llamadas telefónicas, correos electrónicos o interacciones en redes sociales. La concentración deberá ser absoluta.

A las 10:00 a.m. de esta misma mañana en Europa (2:00 a.m. hora de la CDMX), el Colegio Cardenalicio partirá en conjunto desde Santa Marta hacia la Basílica de San Pedro para cocelebrar la Misa pro eligendo Romano Pontífice (por la elección del Romano Pontífice), una liturgia crucial que invoca la guía del Espíritu Santo.

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Por la tarde, la solemnidad alcanzará uno de sus puntos álgidos cuando los cardenales, en procesión desde la Capilla Paulina, se dirijan a la Capilla Sixtina. Poco después de las cinco de la tarde, resonará la histórica frase latina Extra omnes (Todos fuera), pronunciada por el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias. En ese instante, todas las personas ajenas al Cónclave deberán abandonar la capilla, cuyas puertas se cerrarán, sellando a los electores en oración y deliberación. Seguidamente dará comienzo el primer escrutinio.

El primer día de votaciones se limitará a un único escrutinio, considerado a menudo como una votación de tanteo para medir las fuerzas iniciales. En las jornadas siguientes, el ritmo se intensificará con cuatro escrutinios diarios: dos por la mañana y dos por la tarde. Antes de iniciar el proceso, cada cardenal, con la mano sobre los Santos Evangelios, prestará juramento de guardar el más estricto secreto sobre todo lo acontecido durante las votaciones.

El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, ha confirmado que 131 cardenales participarán en la elección, tras la renuncia por motivos de salud de dos purpurados: el español Antonio Cañizares Llovera, arzobispo emérito de Valencia, y previsiblemente el keniano John Njue, arzobispo emérito de Nairobi. 

¿Cuántos votos se necesitan? 

Con esta cifra, para ser elegido Papa será necesario obtener 88 votos, es decir, una mayoría cualificada de dos tercios más uno. Si tras 34 escrutinios ningún candidato alcanza esta cifra, el procedimiento cambiará: se pasará a una votación entre los dos cardenales más votados en el último escrutinio. Estos dos candidatos no podrán votar en esta fase, y aún se requerirán los dos tercios de los apoyos del resto para la elección.

La organización del Cónclave es meticulosa. Cuatro grupos de tres cardenales cada uno asumirán roles específicos: los Revisores supervisarán las votaciones; los Escrutadores recogerán los votos; los Infirmarii se encargarán de recoger los votos de los cardenales enfermos que, residiendo en la Casa Santa Marta, no puedan desplazarse a la Sixtina, además de revisar los votos; y los Ceremonieros entregarán las papeletas a cada elector.

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La papeleta de voto es rectangular y lleva impresa la frase latina Eligo in Summum Pontificem (Elijo como Sumo Pontífice). El proceso de votación es un ritual cargado de simbolismo: cada cardenal, en secreto, escribe el nombre de su elegido. Luego, dobla la papeleta dos veces, la sostiene en alto para que todos la vean, y uno por uno, en orden de precedencia, se dirige al altar. Allí, pronunciando un juramento, coloca la papeleta sobre una patena y desde ella la desliza dentro de la urna. Hay tres urnas de plata y bronce: una para las papeletas de los presentes, otra para los votos de los enfermos y una última para mezclar todas las papeletas antes de su escrutinio y posterior quema.

Tras cada ronda de votaciones, las papeletas y cualquier anotación de los cardenales se queman en una estufa especial instalada en la Capilla Sixtina. 

El humo resultante, visible desde la Plaza de San Pedro, es la única comunicación con el exterior. Si la votación no resulta concluyente, se añade un producto químico que produce un humo negro u oscuro (fumata negra): no hay Papa. Si se alcanza la mayoría necesaria, las papeletas se queman con un producto químico que produce humo blanco (fumata blanca): habemus Papam! En caso de duda por un humo grisáceo, el repique de las campanas de la Basílica de San Pedro confirmará la elección.

Una vez que un cardenal ha obtenido los 88 votos necesarios, el cardenal Decano, o el cardenal que le siga en orden y antigüedad, se acercará al elegido para formularle dos preguntas cruciales: Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem? (¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?). Si el elegido responde Accepto (Acepto), se convierte instantáneamente en el nuevo Papa. La segunda pregunta es: Quo nomine vis vocari? (¿Con qué nombre quieres ser llamado?).

Tras la aceptación y la elección del nombre, el nuevo Pontífice se retirará a la sacristía de la Capilla Sixtina, conocida como la Sala de las Lágrimas, una referencia a la conmoción del recién elegido al asumir la carga del pontificado. Ahí se vestirá por primera vez con la sotana blanca.

El cardenal Protodiácono -actualmente el francés Dominique Mamberti- se asomará al balcón central de la Basílica de San Pedro para pronunciar la esperada fórmula: Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam! (Os anuncio una gran alegría: ¡Tenemos Papa!).

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